sábado, 19 de abril de 2008

Don José Vasconcelos Calderón

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: Enrique Galván-Duque Tamborrel

“Toda la obra de la educación no es más
que una superación ética de los instintos”.

Todo finalmente cae por su propio peso. Así, en el caso del insigne Maestro oaxaqueño, después de que los regímenes “revolucionarios” lo anatematizaron durante mucho tiempo, y mantuvieron marginada su valiosa obra literaria, ahora, poco a poco pero con paso firme, se va restaurando su imagen y presencia en todos los campos de la cultura mexicana, principalmente en la filosofía y la educación, en donde debe tener, por mérito propio, un lugar sobresaliente. Durante la pasada legislatura se dio entrada en sesión ordinaria de la Cámara de Diputados a una iniciativa para que su nombre sea inscrito con letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro, al lado del de otros próceres que en él figuran y en dónde --dicho sea de paso-- ni están todos los que son, ni son todos los que están, pero hasta la fecha se mantiene en el congelador, el famoso frigorífico que sólo los legisladores entienden, pero que para la ciudadanía es una burla.

El ilustre abogado, maestro, historiados, filósofo, escritor y político José Vasconcelos Calderón nació el 27 de febrero de 1882 en la Ciudad de Oaxaca. A su paso por la Secretaría de Educación --por él creada-- imprimió una de las etapas culturales y educativas más importantes en nuestro país. Discípulo de Justo Sierra, formó parte del Ateneo de la Juventud, en donde impulsó una corriente crítica y de renovación ideológica y política. Con Alfonso Reyes, Antonio Caso entre otros, trascendió al positivismo en la búsqueda de otros órdenes autónomos de la vida natural, el arte de lo humano y la región del espíritu.

Fue rector de la Universidad Nacional de México del 9 de junio de 1920 al 12 de octubre de 1921, periodo durante el cual organizó un programa editorial abocado a la divulgación de los autores clásicos hacia amplias capas de la sociedad; se adoptó el escudo actual de la Máxima Casa de Estudios, de cuyo lema “Por mi raza hablará el espíritu”, es autor, revelando con ello la vocación humanística con la que fue concebida. “El Maestro de América” --como se le nombraba y era conocido en toda la América hispana-- señaló que ese lema “significa la convicción de la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima”. En el mismo contexto, el escudo universitario en el cual el águila mexicana y el cóndor andino, cual ave bicéfala, protegen el despliegue del mapa de América Latina, desde la frontera norte de México hasta el Cabo de Hornos, plasmando la unificación de los iberoamericanos: “Nuestro continente nuevo y antiguo, predestinado a contener una raza quinta, la raza cósmica, en la cual se fundirán las dispersas y se consumará la unidad”, señaló durante su presentación. Fue una época en donde las aulas universitarias cobraban un cambio trascendental bajo su influencia, toda vez que se propiciaba el desarrollo de las actividades humanísticas de tal forma que se organizaban los intelectuales más destacados, miembros del Ateneo de la Juventud, para organizar actividades de difusión cultural para instruir a obreros y empleados, como parte de un proceso democrático. De esta manera, los estudiantes universitarios se convirtieron en maestros honorarios enseñando a leer y escribir en las calles de las ciudades.

El Presidente Álvaro Obregón lo designó Secretario de Educación Pública el 20 de julio de 1921, cargo que desempeñó durante tres años. Desde ahí desarrolló una verdadera cruzada nacional a favor de la educación popular, siendo su proyecto más importante: salvar niños, educar jóvenes, redimir a los indios, ilustrar a todos y difundir una cultura generosa y enaltecedora ya no de una casta sino de todos los hombres. De esa forma se dio inicio a un ambicioso proyecto educativo que vinculaba la actitud liberadora de la educación el nacimiento de una civilización lograda a través del mestizaje que daría a luz al espíritu de exaltar los más altos valores de la condición humana. Educar significaba, para él, un proceso armonizador para favorecer la libertad y la democracia; así, como parte de éste, puso en marcha su proyecto para alfabetizar a la población rural, al mismo tiempo se procuraba elevar el nivel cultural del país.

Su ideología se orientaba a atacar a la barbarie que nuestro pueblo padecía desde la colonia, para lo cual enalteció la educación popular; convirtiéndose así en el redentor ante un estado de miseria, ignorancia e incultura en que la historia, y la recién terminada revolución, habían colocado a la inmensa mayoría de los mexicanos. Para conseguir éste objetivo, empleó como armas a los instructores, libros y arte, a fin de redimir las diferencias económicas, sociales y étnicas. De esta forma, empleó la educación como una vía para la unidad nacional y el ejercicio democrático en el entendido de que al tener conciencia de sus fines humanos, el individuo llegaría a participar activamente en la conformación de una nueva cultura capaz de exaltar los más altos valores espirituales.

Impulsó la educación en todos los órdenes, la popular, la indígena, la rural, la técnica y la urbana. En beneficio de los sectores populares, organizó la primera campaña contra el analfabetismo de que se tiene memoria en nuestro país, implantó las misiones culturales, creó redes de bibliotecas, escuelas normales y Casas del Pueblo, que convirtió en centros educativos básicos. Fomentó la cultura, y en el ámbito de las artes, apoyó y fomentó la pintura mural mexicana, contratando a pintores como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Roberto Montenegro; construyó el Estadio Nacional como lugar de espectáculos populares. Impulsó la escuela rural, propició la celebración de la primera Exposición del Libro, creó la Orquesta Sinfónica Nacional a hizo surgir escuelas de pintura al aire libre. Por la su lucha persistente para elevar a su siempre amada patria al rango de país civilizado y culto es considerado El Arquitecto de la Educación Nacional.

El ilustre pensador quiso fundar una política educativa que llevara a la población a identificarse con un destino en el mundo, frente a otras naciones y culturas, mediante la inserción de los conceptos de raza e integración de la cultura mexicana a las grandes contribuciones de la cultura universal. El modelo educativo planteado por Vasconcelos tuvo como objeto la conformación de una sociedad mexicana más conciente, fundamentado esto en el sentido científico de la educación y en sus contenidos, así como en los humanísticos y culturales. No puede negarse el mérito que implica dar voz y expresión a las más legítimas aspiraciones de la clase media, como dar cultura al pueblo, bajo el postulado de que: un pueblo culto no se deja manipular y de esa manera los libros sustituyen a las armas. Indiscutiblemente su obra alcanza una importancia sin precedentes, pudiéndose afirmar que fue una de las políticas de mayor claridad en su intención y de más corto tiempo de duración.

Vasconcelos comprendió como nadie, la importancia de la educación para las clases marginadas en el campo y la ciudad, para el indio, el mestizo y el blanco. Asentó los cimientos del sistema educativo nacional que prevalece en la actualidad. Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, miembro fundador de El Colegio Nacional y Doctor Honoris Causa por las universidades de México, Puerto Rico, Guatemala, Argentina, Chile y El Salvador. La figura del insigne Maestro es recordada por su profunda influencia en el México moderno; su participación en la vida política del país coincide con momentos históricos fundamentales en la conformación de nuestra identidad nacional. Falleció en la Ciudad de México el día 30 de junio de 1959, a la edad de 77 años.

En 1930 fue candidato a la Presidencia de la República oponiéndose a Pascual Ortiz Rubio, candidato del entonces debutante Partido Nacional Revolucionario (PNR). El Maestro oaxaqueño era un gigante mientras Ortiz Rubio era un oscuro político, pero este tenía el omnipotente apoyo de Don Plutarco --Ortiz Rubio, supuestamente avergonzado de su incompetencia y falta de dignidad, renunció a la Presidencia dos años después-- Vasconcelos, después de una sangrienta campaña en la que asesinaron a varios de sus seguidores, brillantes jóvenes profesionistas que con él se forjaron, sufrió el escarnio del primer fraude fraguado por el sistema PNR-PMR-PRI. Después de un frustrado plan concebido por la camarilla agazapada bajo la sombra del “Jefe Máximo” --la misma que tres años antes asesinó a Obregón y que cinco años después traicionó a su “Jefe” Calles-- y de la cual fueron brotando posteriormente tantos políticos que ennegrecieron el panorama de la política mexicana y destruyeron toda su obra creadora, con el que pretendieron provocar al Maestro para que se levantara en armas y así poderlo asesinar impunemente -- cosa que desde luego no lograron simple y sencillamente porque él era hombre de razón y no de armas; además no estaba dispuesto a llevar a la muerte a gente inocente por la ambición del poder--, optó por autoexiliarse, doce años vivió lejos de su amado México, vilipendiado por el sistema espurio, pero no pudieron acabar con él.








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