lunes, 14 de abril de 2008

La importancia de la participación ciudadana

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: Enrique Galván-Duque Tamborrel.


“Apenas si se basta un siglo para formar un Estado
– una hora puede reducirlo a polvo”
Lord Byron

Durante las últimas semanas se ha llevado a varios foros el tema de la participación ciudadana y, en algunos, ha prevalecido la tesis de restarle importancia y confundirla, sine qua non, con el pleno conocimiento de las leyes. Resulta paradójico que entre los que tienden a minimizar este importante aspecto se encuentran investigadores y analistas de instituciones de prestigio como el Colegio de México y el C.I.D.E.; también algunos de los llamados intelectuales tienen esa tendencia, aunque de estos no es de extrañar porque en su mística tienen la idea de que ellos son los únicos que tienen esa prerrogativa, son, según ellos, los salvadores de la patria.

Si bien es cierto que todo ciudadano tiene la obligación de conocer las leyes básicas, no lo es que esto sea condición necesaria e indispensable para coadyuvar al desarrollo del país. Lo que si es condición necesaria e indispensable para el desarrollo del país es la decidida participación de todos los ciudadanos; en la medida que esta participación se incremente mayor será el desarrollo del país. Hay que precisar en forma fehaciente que el desarrollo del país va aparejado con el bienestar de los ciudadanos porque el país es del Estado y este lo conformamos todos los ciudadanos.

Si analizamos con objetividad el grado de desarrollo de los países, vemos que este va en razón directa del porcentaje de la participación de sus ciudadanos, esto es: a mayor porcentaje de participación mayor el grado de desarrollo, reflejado este en el nivel de vida de los ciudadanos. Sin ir más lejos, si hacemos un honesto análisis comparativo de las regiones de nuestro país, vemos que en donde hay mayor participación ciudadana, como es en algunos estados del centro y del norte, el desarrollo es mayor, y esto independientemente del potencial natural, que si esto fuera condicionante, los estados del sur, por consecuencia, deberían tener mayor desarrollo, pero no es así debido a que la participación ciudadana es menor. Claro que este análisis interno es con relación a nuestras propias circunstancias, sin olvidar aquello de que “en tierra de ciegos el tuerto es rey”.

Es necesario que retomemos todo el espíritu de lucha que nos permita recuperar la cultura de la participación ciudadana, y digo “retomar” y “recuperar” porque es algo que el pueblo mexicano tuvo en la lecha revolucionaria de las tres primeras décadas del siglo XX, pero que perdimos después durante las siete décadas restantes de dicho siglo, bajo el influjo del degradante sistema de gobierno impuesto por un partido hegemónico; pero como “no hay mal que dure cien años, ni p….. que los aguante”, ahora estamos en otras circunstancias que nos permiten empezar a retomar y recuperar el espíritu extraviado.

Hace algunos años, un famoso caricaturista y cartonista plasmaba las circunstancias mexicanas en forma de un señorón, elegantemente vestido, que representaba al gobierno, quien, con la mano extendida y llena de granos de maíz, apacentaba a un hato de ovejas , que representaban al pueblo. Así se creó un estatus de falso paternalismo en el que “el papá” (gobierno) le decía “al hijo” (pueblo): “tú no te afanes hijo, tú dedícate a la milonga que yo te voy a dar”, y el hijo se mal acostumbró a no participar, a esperar pasivamente que papá le hiciera todo; pero resulta que papá se disipó, se tornó corrupto y bajo su cobijo: caciques, líderes, funcionarios y demás “santos” de la grey gobiernícola y compinches amasaron cuantiosas fortunas personales, todo esto, claro, a costa del hijo fodongo.

Considerado constitucionalmente el municipio como la base de la organización política del Estado, es en este nivel donde debe generarse en forma efectiva la participación de la ciudadanía, reflejada esta, primordialmente, en el irrestricto respeto de la ley y reglamentos, y en la creación de organizaciones civiles que coadyuven y vigilen el correcto desempeño de las autoridades del gobierno (que no es otra cosa que el depositario del mandato del pueblo), así como en el interés y conocimiento de todos los ciudadanos en dicho desempeño. En la medida que se logre la presencia efectiva de los ciudadanos, PARA AYUDAR NO PARA ESTORBAR, en el quehacer cotidiano de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal), que son elegidos responsable y libremente por los mismos ciudadanos, y que los gobiernos entiendan que deben actuar con responsabilidad, respondiendo así a esa presencia, para que verdaderamente sean del, para y por el pueblo, signo fehaciente de la democracia, veremos entonces tiempos mejores en el bienestar de todos.

Escribió Victor Hugo que “Los pueblos tienen la costumbre idiota de atribuir al gobierno lo que ellos hacen”, antecedente quizás del apotegma: “Los pueblos tienen el gobierno que se merecen”, y aquí yo agregaría que “el bienestar de un pueblo radica en su propio esfuerzo”, referido desde todos y cada uno de sus componentes, o sea de los ciudadanos.


Julio del 2002

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