miércoles, 19 de noviembre de 2008

Carlos Abascal, el mensajero que se convirtió en Secretario de Gobernación

Fuente: Yoinfluyo
Autor: José de Jesús Catellanos
noviembre / 2008
En tiempos de laicismo, y no de laicidad, para un católico, para un político católico, no resulta fácil moverse en la vida pública, pues la hostilidad jacobina suele hacerse presente. Eso lleva a que muchos creyentes, hostilizados o prevenidos ante la agresión posible, oculten su fe, guarden silencio, eludan la controversia o el debate, se rindan y asuman posiciones “políticamente correctas”. Esta es una realidad que vemos día a día en nuestro país, pero que se ensaña cuando se trata de funcionarios del PAN, y se oculta si se trata de miembros de otros partidos.
Hay, sin embargo, una notable y exitosa excepción en nuestro país: Carlos María Abascal Carranza. Heredero de una tradición de testimonios y defensas heroicas de su fe en el ejemplo de su padre y su abuelo paterno, Carlos Abascal se formó en un contexto de lucha y confrontación continua que le forjaron en un estilo que, aunque pareciera recio e intransigente, logró con el paso del tiempo moldearse y ajustarse al justo medio que le permitió sortear burlas, críticas, prejuicios y hostilidades, incluso de quienes deberían ser sus aliados o a quienes servía, para lograr, finalmente, el respeto y reconocimiento de la mayoría de quienes aparecieron inicialmente como sus enemigos.
Su trayectoria personal, con riesgo de ser omiso, marca una vida comprometida que dista mucho de la del común de los cristianos mexicanos. Creyó, al igual que su padre, tener vocación sacerdotal, y tras su paso por el seminario vio que no era ése su camino. Se decidió, entonces, por el mundo de las leyes: el derecho.
Estudioso –como es característica de la familia Abascal–, y cercano a la tarea editorial de su padre, logró destacarse en su desarrollo intelectual, con una sólida formación en el jus naturalismo de corte aristotélico-tomista, hasta graduarse de manera destacada en la Escuela Libre de Derecho con la tesis “Las relaciones entre el poder espiritual y el poder temporal”.
En ella refleja el pensamiento sinarquista heredado de su padre, contrario a la democracia, que, sin embargo, se iría atemperando con el tiempo debido a la influencia, entre otros, de Rafael Preciado Hernández, hasta llegar a ser destacado militante del PAN y presidente de la Fundación que lleva el nombre del insigne maestro emérito de la UNAM.
Carlos ejercitó el debate desde muy joven en el testimonio público que, junto con algunos de sus hermanos, diera en el programa “Anatomías”, de Jorge Saldaña, quien recurriera a ellos con frecuencia con el afán de ridiculizarlos y mostrarlos como expresión de un pensamiento superado. Pese a ello, lejos de que se cumpliera dicho propósito, fue una buena escuela para quien, pasado el tiempo, tendría que negociar y debatir asuntos públicos.
Hay que destacar que en el mundo laboral, además de las tareas que realizara en la Editorial Jus, realizó una brillante trayectoria en Afianzadora Insurgentes, donde se inició como mensajero y llegó a ser Director General. Allí no sólo desempeñó una exitosa gestión empresarial, sino que se esforzó por la aplicación de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia en las relaciones laborales.
Asimismo, asumió la responsabilidad social de la empresa con su integración a la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), en donde llegó a ser presidente nacional. Fue, además, presidente de la Fundación para el Desarrollo Sostenible en México (FUNDES), del Consejo de Administración de Proliber, y vicepresidente del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC).
Pese a la sólida formación recibida en el seminario y en el seno familiar, nunca dejó el estudio, y sin hacer gala de sus conocimientos, se sumó al resto de quienes participamos en el Curso de Formación Social para Dirigentes de Empresa de USEM.
Su claro pensamiento católico y compromiso con la Fe, lo llevaron a una afectuosa cercanía con muchos obispos, y en la ceremonia de canonización de los primeros santos víctimas de la Persecución Religiosa en tiempos de la cristiada, tocó a él participar en la ceremonia presidida por el Papa Juan Pablo II.
Entre las muchas cosas por las que podría señalársele, durante su trayectoria en COPARMEX, fue el desarrollo de la “Nueva Cultura Laboral”, que aún en las filas del sector empresarial de corte liberal fue vista con sospecha, pero que finalmente logró sumarle adhesiones entre los trabajadores y la proeza de acercar a la COPARMEX con la CTM, en un histórico encuentro con Fidel Velásquez, hecho que seguramente le abriría, años más tarde, las puertas de la Secretaría del Trabajo con el Presidente Vicente Fox, durante la alternancia.
Desde la Secretaría del Trabajo logró establecer diálogo y vínculos con los trabajadores, y aprovechó la estabilidad económica para iniciar un proceso de recuperación del poder adquisitivo del salario mínimo, que le valió ser tachado de “traidor” en algunos círculos empresariales, que pese a sus antecedentes en la COPARMEX, le regatearon su apoyo.
Sin embargo, su claridad de ideas y sus firmes principios cristianos, que nunca ocultó ni mezcló indebidamente con su función pública, le llevaron a ocupar la Secretaría de Gobernación a fines del sexenio pasado, cuando antes de su presencia en la Administración Pública eran pocos los vínculos que lo unían al Presidente Fox, pero éste, pese a los enemigos que nunca le han faltado a Carlos, tuvo que reconocer la eficacia, eficiencia, prudencia y acertado criterio.
De su estancia en Gobernación me enteré que grupos radicales con quienes compartía negociaciones le aceptaron, pese a no coincidir con su forma de pensar, porque reconocían su rectitud y honestidad intelectual, y sabiéndolo incapaz de engaños y dobleces, con él sabían a qué atenerse, cosa excepcional en tratándose de un político.
Hoy, Carlos Abascal es querido por muchos que le menospreciaron, respetado aún en las filas de quienes le son antagónicos en su forma de pensar, y solicitado por muchos que esperan de él su mediación y consejo. Hoy, como en el pasado, sometido a una dura prueba de salud, da testimonio de su fe, de su amor a la vida, pero, sobre todo, de aceptación serena de la Voluntad de Dios.
De él lo mejor que puede decirse es que, en todos los terrenos de la vida donde se ha desempeñado, ha sido un cabal caballero cristiano.


No hay comentarios: