sábado, 4 de octubre de 2008

Así viví y vi el 68

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor; José de Jesús Castellanos
miércoles, 01 de octubre de 2008
Estudiante de periodismo y comunicación colectiva en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en 1968, viví como estudiante y novel periodista los sucesos estudiantiles de aquel año.
Era ésta una dualidad que me permitía ver desde la perspectiva de estudiante y con acceso privilegiado a las asambleas convocadas en la Ciudad Universitaria, a donde se impedía el acceso a la "prensa vendida", y luego, publicar reseñas y opiniones en las páginas de "La Juventud Universal", sección estudiantil del Gran Diario de México.
Por el clima revolucionario, marxista-leninista, que vivía en los pasillos y aulas de la FCPS, así como la retórica de las Asambleas de la Facultad de Ciencias, de Economía y Derecho, mi experiencia directa era que se trataba de una algarada revolucionaria, con las imágenes de Marx, Mao, Lenin, Castro y el Che Guevara como propósito.
Del mismo modo, fui testigo de cómo el 26 de julio la confluencia de las marchas de la FNET, para protestar por la incursión de la policía en las vocacionales de la Ciudadela, y de quienes conmemoraban en la misma fecha la Revolución Cubana, degeneró, innecesariamente, en actos de violencia y destrucción desde el Zócalo hasta "El Caballito", en Paseo de la Reforma.
Por supuesto, también marché en defensa de la autonomía universitaria con el Rector Javier Barros Sierra –al frente de la columna, cubriendo informativamente el suceso– por Insurgentes, hasta Félix Cuevas, donde dio vuelta para retornar, y pude ver cómo calles adelante, ahí junto a la Panadería "La Veiga", estaban las tanquetas del ejército para detener la columna si en lugar de regresar a CU (Ciudad Universitaria), pretendía seguir adelante.
Reproduzco aquí algunas de las columnas de lo que entonces escribí. Imposible sería recogerlas todas. Así fue como ví lo que ocurría entonces. Queda como testimonio a 40 años de lo ocurrido. Nunca hubo una columna del 2 de octubre porque, para entonces, la Dirección del Periódico, entonces en manos de los Lanz Duret, nos cambió el contenido de la página para que se ocupara únicamente –con pretexto de la Olimpíada– del deporte estudiantil.
27.07.68
Tribuna Juvenil
Ayer un grupo de estudiantes del Politécnico organizó una manifestación en contra de los granaderos. La actitud que asumieron durante ella hace pensar que no fue precisamente para eso por lo que se reunieron.
Desgraciadamente, los hechos indican que lo que buscaban era el desorden y el daño de los ciudadanos.
Si los estudiantes pensaban que la actitud adoptada por los granaderos en días pasados había sido injusta, tenían derecho a protestar. En primer lugar, por las vías adecuadas y a la altura de la dignidad estudiantil. En segundo, si su propósito era hacer una manifestación, debían haber puesto los medios adecuados para que fuera pacífica.
Atentar contra el orden civil, romper vidrios sin ton ni son, no puede justificarse de ninguna manera. El ser estudiante no da derecho a la destrucción. El ser estudiante no autoriza a dañar a los demás.
Decían los organizadores que protestaban contra los granaderos. Que protestaban contra una injusticia. Pero no pensaron que contra las injusticias no se protesta cometiendo otras nuevas.
Los verdaderos estudiantes denunciamos que esa no es una actitud a la altura de la dignidad estudiantil.
Nosotros creemos que ante los problemas se deben buscar soluciones. Ante las injusticias, protestar. Pero nunca, bajo ningún pretexto, se debe destruir.
Nuestra dignidad de estudiantes nos obliga a pensar que los que promovieron los desórdenes de ayer no eran verdaderos estudiantes. Pensamos que eran vagos, agitadores o lo que quiera, pero nunca estudiantes.
A esos jóvenes que destruyeron por placer, la juventud estudiosa de México, les dice: No los conocemos.
José J. Castellanos L.
01.08.68
Tribuna Juvenil
¿QUÉ PASARÁ?
Una pregunta se encuentra latente entre los estudiantes. ¿Qué pasará hoy si una manifestación abandona la Ciudad Universitaria?
Existe incertidumbre entre los verdaderos estudiantes. Tienen temor que una bandera justa sea utilizada y aprovechada por los agitadores. Todos –autoridades y alumnos– saben que existen alborotadores con credencial que están tratando de dar sesgos políticos a los sucesos. Les tienen miedo, pero no saben cómo defenderse de ellos.
La manifestación que ha sido anunciada para hoy pone en grave peligro la autonomía universitaria. Y no porque la manifestación sea mala en sí, sino porque ésta puede ser utilizada para provocar a las autoridades civiles.
Quienes piensen que esto no sucederá, deben reflexionar sobre los acontecimientos de ayer; un mitin pacífico que se desarrollaba en la CU tuvo que ser interrumpido cuando grupos de revoltosos introdujeron el desorden.
Nadie pudo controlar la situación.
Para realizar un mitin extramuros en la UNAM deben existir garantías de orden, que nadie puede dar. Bastará que un provocador haga acto de presencia en el mitin para que surja el caos.
Es indudable que los granaderos custodiarían la manifestación, hecho que sería aprovechado para azuzarlos.
¿Permanecerán indiferentes ante esto? No, los revoltosos poseen armas que han hurtado. ¿No podrían emplearlas? Es seguro que ésta sería muy buena ocasión para que unos pocos fueran la causa de la toma de la Ciudad Universitaria.
Por tanto, es necesario suspender cualquier manifestación que pretenda salir de la Universidad. Bastaría el menor incidente para sembrar el caos en ella.
Es propio del universitario el reflexionar; ahora más que nunca, es momento de hacerlo. La lucha es por la autonomía; rechacemos todo aquello que, en lo más mínimo, la ponga en peligro.
José J. Castellanos.
02.08.68
Tribuna Juvenil
REIVINDICACIÓN JUVENIL
Es justo reconocer que la juventud ayer se portó como la ocasión se lo pedía. En torno al rector de la Universidad se unieron para demostrar a la opinión pública que la juventud estudiosa de México, cuando se lo propone, es digna de los mejores elogios.
La juventud que va a las aulas de la Universidad a beber en los libros los conocimientos que servirán para que mañana México sea más grande, ha triunfado.
Quienes presenciamos la marcha silenciosa de los universitarios debemos reconocer la gran unión que tuvieron y la firme convicción de que toda provocación sería rechazada. Los agentes extranjeros que quisieron usar a la juventud como carne de cañón, pueden llorar su fracaso.
REPUDIO AL COMUNISMO
Es lamentable que algunos pocos quisieran usar este movimiento como ocasión para solicitar de las autoridades públicas asuntos de índole meramente política, y que no es con banderas estudiantiles como deben defenderse.
La juventud se unió para demostrar que sabe luchar por su Patria sin consignas de ninguna especie. Sabe luchar por la autonomía en lo que significa: libertad de cátedra, de expresión y de investigación; autogobierno y autolegislación. Pero nunca la autonomía será un pretexto para que los vendepatrias hagan de las suyas.
AGITACIÓN
Es lamentable que los agitadores extremistas insistan en ensuciar el nombre "estudiante", y utilizarlo como refugio de sus desmanes. Aquellos que ayer intentaron provocar el caos en el centro de la ciudad han quedado desenmascarados como enemigos de los verdaderos movimientos juveniles.
La única manifestación de los estudiantes –universitarios y politécnicos– fue encabezada por el ingeniero Javier Barros Sierra y los catedráticos de la UNAM, lo demás es agitación de aquellos que creen que con echar goyas, huelums o portar una credencial que no está respaldada por horas de estudio, quedan convertidos en estudiantes.
México ha triunfado, por eso la Enseña Nacional marchó al frente de la manifestación, por eso se entonó el Himno Nacional, que es enemigo de las causa bastardas.
La juventud ha triunfado, ha defendido una autonomía que tiene derecho a usar en las horas de estudio y de trabajo. Demostremos que no sólo sabemos usar la razón para protestar, sino también para construir.
Juventud mexicana: ¡Adelante por México!
José J. Castellanos.
09.09.68
Opinión
Por José J. Castellanos L.
Año con año, el zócalo de la ciudad de México se ve invadido por miles de jóvenes que acuden a protestar fidelidad a la Enseña Tricolor: los que hemos estado en esas ceremonias sentimos que por nuestros cuerpos corre una extraña emoción cuando miles de voces, en forma viril y enérgica, como una sola hacen estremecer a la Plaza de la Constitución con su: ¡Sí, protesto!
Pero este espectáculo parecía muy remoto hasta hace pocos días, cuando un trapo que quiso convertirse en bandera ondeó en el Zócalo. Parecía en esos momentos que la juventud que ha jurado fidelidad a la bandera había desaparecido y que su protesta se había esfumado en el aire. Pero la Patria ha visto surgir de nuevo a su juventud: ella honró ayer a su bandera.
Ante el acto de desagravio de ayer no faltarán las voces que afirmen dogmáticamente que "esos se han vendido", pero quienes así piensen estarán demostrando su falta de amor a México y sus tradiciones.
La juventud tiene derecho a luchar por sus ideales, pero éstos siempre deberán ser limpios y honestos, y por tanto no pueden, so pretexto de su lucha, atacar a la Patria. En ninguna de las luchas de los auténticos estudiantes se ha atentado contra nuestras tradiciones, el movimiento actual no tiene por qué ser la excepción.
Nuestra bandera debe ser respetada y honrada por todos, recordemos que muchos de nuestros antepasados, muchos de ellos jóvenes, han dado color al rojo de nuestra bandera con su sangre.
25.09.68
Opinión
Por José J. Castellanos
La Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional, los más grandes centros educativo del país, han sido ocupados por el Ejército, porque en ellos ya no se estudiaba, sino que reinaba el desconcierto y la zozobra; ante estos acontecimientos cabe, una vez más, una reflexión:
La causa que ha motivado el llamado "movimiento estudiantil", es un pliego petitorio que abarca seis puntos.
Este documento, al ser elaborado por personajes anónimos, tenía una intención clarísima: no ser resuelto. De ello es prueba su redacción. Su objetivo era otro muy distinto: crear agitación.
Para ayudar a la creación del clima que se buscaba, el Consejo Nacional de Huelga nunca entregó el documento a las autoridades que podían estudiarlo y dar una resolución. No, lo guardaron muy bien y sólo era conocido por aquellos que vivían dentro de la vida estudiantil o que, por algún motivo, habían presenciado una manifestación. Los demás ignoraban cuáles eran los famosos seis puntos de los que se hablaba.
Hubo, incluso, estudiantes que no conociendo bien los puntos del pliego, llegaron a hacer otra clase de peticiones.
Desgraciadamente, los estudiantes no escogieron el camino para hacer sus peticiones, no actuaron con serenidad, sino al calor del enojo y se hundieron en el error; y ahora, quizá por orgullo, no quieren volver atrás y reflexionar.
La actitud irreflexiva del estudiantado se justifica por la poca edad de los universitarios y politécnicos y por su inexperiencia, pero la actitud de tolerancia o complicidad de los profesores universitarios sí tiene que ser motivo de un serio análisis.
Ante estos hechos cabe preguntar: ¿Es así como los profesores forman a sus alumnos? ¿Son ellos los que en exámenes de oposición han demostrado su capacidad para la conducción de los futuros profesionales?
Debíamos responder que no, pero la respuesta es sí.
La Universidad tiene los alumnos que los profesores universitarios han formado. Si ellos fallan es porque sus maestros han fallado, si ellos fracasan es porque los que los anteceden ya han fracasado.
De esto podemos sacar una conclusión: el papel del profesor universitario es de gran importancia, de él depende, en gran parte, el futuro de México. Por lo tanto, no se debe permitir que cualquier persona sea maestro universitario.
Tanto la UNAM como el Politécnico deben hacer una seria selección de su personal docente y no ofrecer la cátedra, por falta de maestros, a un cualquiera.

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