jueves, 4 de diciembre de 2008

Es posible ser congruente y tener éxito

HONOR A QUIEN HONOR MERECE

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: José J. Castellanos

Miércoles, 03 de diciembre de 2008

La falsedad de la premisa de que obtener éxito material y vivir congruentemente la fe es imposible, no sólo la señaló Carlos Abascal en su discurso de aceptación del Doctorado Honoris Causa que le entregó la Universidad Anahuac del Sur, sino que la encarnó con su vida que se extinguió el día de antier. De pocos laicos contemporáneos de la vida pública de nuestro país se puede decir que han vivido a plenitud el llamado a la fidelidad que hizo Juan Pablo II en la Catedral de México en 1979. Lo hizo, sin miedo, como hombre, esposo, padre de familia, empresario, dirigente social y dirigente político. Lo hizo con la palabra y el ejemplo.
No abundaré sobre Carlos Abascal, ya lo hice hace días. Hoy, si se me permite, le daré la palabra para reproducir algunas ideas de su último mensaje a la juventud universitaria, pues podríamos tomarlo como su testamento social. Estas frases entresacadas, entre muchas valiosas, son los botones de muestra que invitan a leer y releer el mensaje, porque resulta imposible abarcarlo aquí todo. Reproduzco:
“El ser humano nace, vive, muere con dos sellos indelebles: el sello de criatura de Dios, quien le comunica la inmensa dignidad que posee, precisamente por haberlo creado a Su imagen y semejanza; y el sello de su irrenunciable vocación social, que le exige ser comunión con todos sus semejantes, si quiere realizar la vocación que él, y nadie más que él, puede y debe realizar durante su existencia temporal”.
“En el afán de dar al césar lo que es del césar, se olvidan de que hay que dar a Dios lo que es de Dios”.
“¿Y qué es de Dios? Nada más y nada menos que la integralidad de la persona humana, en todas las manifestaciones de su vida, porque es el pensamiento amoroso de Dios el que da vida al ser humano”.
“Otros más excluyen totalmente de la vida pública la presencia de Dios, y prefieren prescindir del primer sello, arrinconándolo a la mera vida privada.
“Dar a Dios lo que es de Dios no es un asunto privado, es un asunto personal porque la fe no se le impone a nadie, porque ser cristiano es encontrarse personalmente con Cristo y pedirle que nos transforme en el amor, por el amor y para el amor, para servirlo en los demás hombres. Porque Cristo, que es Camino, Verdad y Vida nos legó una fe cuyo objeto no es que cada cristiano cumpla ciertos preceptos y prácticas externas, sino que cada cristiano y todos juntos transformemos la realidad temporal con el espíritu del Evangelio, que es el espíritu del Amor, de la Justicia, de la Unidad y del Bien”.
“Es cierto: el reino de Jesús no ES de este mundo; pero el único lugar en el que los hombres preparan el advenimiento del Reino de Dios es este mundo”.
“Pienso que la mayor censura a Dios en la vida pública, proviene de cristianos que se autocensuran para hacer sólo lo políticamente correcto a los ojos de los demás”.
“El cristiano que vive en el mundo, que participa en la política, en la economía, en la cultura, en lo social, tiene el deber de trabajar para lograr estándares éticos cada vez más elevados en la convivencia social, siempre usando argumentos propios de la razón”.
“Bien vale la pena gastar nuestra vida, al límite, al servicio de Jesucristo”. “De hecho, es indispensable devolverle a la democracia fundamentos sólidos de valores eternos derivados del orden natural de las cosas. Es imperativo que el Estado de Derecho tenga su mayor fortaleza en normas positivas fundadas en el derecho natural”.
“Hoy somos parte de una batalla antropológica cultural en la que el poder político reclama para sí la facultad de definir al hombre, muchas veces socavando su libertad y dignidad”.
Hasta aquí las citas.
Carlos solía saludar a sus amigos anteponiendo el “san” al nombre propio. Por eso, yo solía devolverle el saludo de la misma manera, llamándolo san Carlos. Hoy, sin anticipar el juicio de la Iglesia, puedo afirmar que él, librando numerosas batallas, alcanzó la meta de la santidad, como indica el Catecismo de la Iglesia, citando al Concilio Vaticano II: “En sus miembros (de la Iglesia), la santidad perfecta está todavía por alcanzar: ‘Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre ’” (LG 11).
Don Carlos Abascal Carranza fue de los seres humanos que merecen el reconocimiento de todos. Fue un hombre a carta cabal, fue de los pocos hombres que supo ser congruente con se fe cristiana y su vida. Fue un hombre de los que verdaderamente, sin demagogia alguna, merece estar en el altar de la Patria, su patria que tanto amó y a la que sirvió honesta y responsablemente.
«DESCANZA EN PAZ,
CARLOS ABASCAL CARRANZA»

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