domingo, 17 de agosto de 2008

¡Cuidado! Los secuestros nos están "colombianozando"

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: Fernando Sánchez Argomedo

Por Fernando, que su paso por este mundo sea un testimonio de unidad. Por sus padres, para que Dios les de la fortaleza para seguir su camino hasta un nuevo reencuentro.
¡Debemos actuar ya!
Hace unos meses en nuestro Comité Editorial hacía la observación de lo peligroso que son los retenes de “seguridad”, que a mi parecer son un mecanismo que afecta directamente nuestra libertad de tránsito y con ello nuestras garantías individuales.
Dentro de las garantías individuales todos tenemos derecho de seguridad jurídica, es decir, nadie puede ser detenido si no tiene una orden judicial, todo esto además del derecho al libre tránsito. En particular yo tuve la mala suerte de haber pasado por estos retenes tanto federales como de la ciudad de México. Viví tres experiencias distintas.
En la primera me pararon en un retén militar, en donde se me trató con mucha delicadeza. La segunda ocasión fue un retén de la AFI que me generó una gran desconfianza, empezando por el uniforme “no uniforme” de quienes me detuvieron, hasta la forma de hacerlo. En la tercera me detuvieron policías capitalinos en el centro de la ciudad, que me trataron como si yo me hubiera robado mi propio automóvil.
Las razones por las que yo era un blanco para ser detenido las desconozco; algunos se burlaban de mi diciéndome que quizás tendría cara de narcotraficante. Lejos de la broma, el tema era muy relevador para cualquier ciudadano, ya que no teníamos ninguna garantía de que cuando nos pararan lo iban hacer como parte de un “procedimiento” o para hacernos daño.
Meses después recibimos, entre impacto, asombro, impotencia y mucho coraje, la noticia del secuestro y asesinato artero de un joven llamado Fernando Martí, que al parecer fue detenido con el pretexto de una de tantas revisiones que se realizan en la ciudad...
Alfredo Harp y su esposa María Isabel, quienes al parecer estuvieron muy cerca de la familia Martí en esos terribles momentos, escribieron una carta reflexionando el hecho y que me permito resaltar, ya que muchos padres podríamos decir lo mismo:
“He sido muy afortunado. Dios me dio la oportunidad de tener un hijo, un hermoso niño que sólo pedía una cosa: cariño. Para eso había venido al mundo: para amar y ser amado.
“Lo acogí en mis brazos y crecimos juntos. Nos complementamos, y tenía la necesidad de ofrecer ese cariño que él tanto requería. Tuve la oportunidad de darle algo mejor: una familia que vivía en armonía; una mamá, una hermana y un hermano”.
Cuántos padre quisiéramos no vivir nunca esto:
“Imagine un minuto lo que ese padre y su familia pudieron sentir en aquel momento... pero la esperanza nunca muere y ellos esperaron 50 días, que convertidos en horas, podrían traducirse en meses, minutos que se convertían en años y segundos que eran una eternidad sorda. ¡Qué poco valor puede tener el dinero si la vida de un ser humano está en juego!”.
No hay palabras suficientes de consuelo para esta familia. Tampoco hay palabras suficientes para repudiar este artero crimen. México no se merece esto, y los ciudadanos estamos obligados no sólo reprochar el total desorden de nuestras autoridades, sino a actuar en consecuencia.
La temperatura día a día se está incrementando, retenes en las carreteras, la ciudad plagada de patrullas, retenes y centros de revisión. Policías sin escrúpulos, bandas delictivas que se hacen de recursos por esta vía…
No podemos dejar pasar este hecho así nada más, debemos hacer algo, un eco al llamado de la tristeza enorme de esta familia, al llamado de Fernando a quien sin duda Dios habrá acogido y lo tendrá muy cerca.


¡CUIDADO MÉXICO!
Nuestro país está viviendo un momento difícil, y se encuentra en el cruce de varios caminos. El deseable, la transición a una democracia participativa en donde la solidaridad –“tu derecho es mi responsabilidad”, como la explica Don Carlos Abascal– es la única vía de solución a nuestros problemas.
O el indeseable, que es la violencia, que va desde aquellos que quieren el poder a como dé lugar, tomando tribunas, alucinando revoluciones; o los que a través de la fuerza violenta y armada pretenden desestabilizar al país.
No olvidemos que en Colombia la guerrilla tenía como una de sus fuentes de financiamiento los secuestros. Sólo habrá que recordar a la Señora Ingrid Betancourt. No olvidemos tampoco los fuertes señalamientos de que las FARC –guerrillas colombianas ligadas con los famosos círculos bolivarianos importados de Venezuela– están impulsando la formación de brigadas de ultraizquierda vinculadas a grupos extremos del PRD y sus diferentes frentes, organizaciones que operan en la ciudad de México.
Por todo esto, los ciudadanos no podemos quedarnos sentados esperando a que sigan bombardeándonos los noticieros con otros secuestros de “alto impacto”, porque lo que va a suceder es que en cualquier momento estos hechos nos van a rebasar.
Es momento de manifestar nuestra inconformidad, de salir a las calles y de hacernos fuertes unos con otros, porque afortunadamente la mayoría silenciosa puede ser aún arrolladora.
UN LLAMADO A LA SOLIDARIDAD
Una vez más, repito las palabras sabias de Don Carlos Abascal: “tu derecho es mi responsabilidad”. Por eso no debemos dejar impune este hecho ni que continúe la violencia. La única salida es la solidaridad, porque somos muchos y debemos actuar.
Construyamos cadenas de solidaridad, manifestemos libremente nuestra inconformidad. Nosotros, dispuestos a apoyar cualquier manifestación usando nuestro medio de comunicación, pondremos una señal de luto, por Fernando, pero también por México, y haremos un llamado a la solidaridad.
México, estás llamado a ser una gran nación, una nación de hermanos –como lo dijo Vasconcelos– a ser la raza cósmica. Unámonos, seamos solidarios y pongamos un hasta aquí, un ahora o nunca, un antes y un después.

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