Luis Pazos
El candidato único del PRI a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, parece que tiene claro cuáles son los cambios necesarios para lograr un mayor crecimiento y empleo. La paradoja es que los principales cambios que promete para mejorar la economía son los mismos que planteó el Presidente Felipe Calderón desde el inicio de su gobierno y que los diputados y senadores del PRI, entre ellos los del Estado de México, se negaron a aprobar en los últimos diez años.
Durante los 70 años que el PRI monopolizó la Presidencia y el control del Congreso, no instrumentó las reformas que ahora promete su candidato. Es difícil que si regresa el PRI a la Presidencia, transparente y eficiente a PEMEX, pues de los principales apoyos que recibe para las elecciones provienen del sindicato de esa paraestatal. En la última década han sido los senadores y diputados priístas los que han rechazado las propuestas de apertura de PEMEX presentadas por el Gobierno Federal. También han sido los legisladores priístas quienes se han opuesto a la modernización fiscal: menores tasas pero generales, debido a los intereses de los grupos que los apoyan.
En cuanto a la flexibilización de las leyes laborales, con la cual se crearían cientos de miles de empleos en las pequeñas y medianas empresas, son los priístas quienes se han opuesto por ser los grandes sindicatos sus principales aliados.
Al analizar las promesas de Peña Nieto, pareciera que no provienen de un candidato del PRI, pues la mayor parte de los cambios que considera "una esperanza para México" han sido frenados por los legisladores de su partido en el Congreso. Peña Nieto está entrampado por el PRI, partido que ha obstaculizado las reformas que él pide y frustrado con esa actitud las esperanzas de millones de mexicanos para lograr más actividad económica y mejores empleos.
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