domingo, 8 de febrero de 2009

Ni la burla perdona

Por: Querien Vangal
En el cierre de campaña de las elecciones de diputados locales del estado de Coahuila, que se celebró el domingo 19 de octubre del año pasado, la lideresa nacional del PRi y Vicepresidenta de la “Internacional Socialista”, doña Beatriz Paredes Rangel, hizo un discurso al más rancio estilo priísta, demagógico, plagado de mentiras, cinismo y de corte chantajista; una verdadera burla para el pueblo mexicano.
Ahora, como anticipo a las campañas electorales del presente año, retoma sus fases rimbombantes y simultáneamente huecas como: “México, a la deriva; necesita al PRI en el poder”. Alargadas con otras tantas como: “No es conveniente ni posible que el país esté a la deriva por la ineficacia en la aplicación oportuna de los presupuestos y de tomar decisiones acertadas, cuando es evidente que se aproxima un momento difícil para la economía de la gente”. Claro que no dice que los legisladores de su partido se han opuesto a las propuestas del ejecutivo para combatir y mejorar el entorno económico del país.
Para añadir más adelante: “Los priístas sí sabemos qué hacer con el país, sí sabemos gobernar, porque hemos defendido el derecho de huelga, a los sindicatos, y porque somos aliados de la clase trabajadora –vuelve la burla--, de los obreros, los campesinos, las clases medias populares. Este es el PRI del siglo XXI que va a recuperar el destino del país entre las dificultades económicas”.
Con este tipo de peroratas se evidencia el descarado cinismo con el que siempre han actuado y hablado los priìstas. En su impetuoso discurso subrayó que, “fueron las administraciones priístas las que decidieron que este país no se quedara sin industria de capitales (sic), y ello significa que la modernización industrial descansa en el suministro del acero que se produce aquí con las manos trabajadoras de los mexicanos, y la inteligencia de la ingeniería nacional”, ¡Zopas!
A la señora Paredes se le olvida, o pretende aparentar olvido, que fue precisamente durante las siete décadas de hegemonía de la “Trinca Infernal” (PNR-PRM-PRI) en que se gestó la lacerante corrupción que padecemos, corrupción que es causa de todas las lacras que ornamentan al pueblo mexicano, entre ellas destaca la delincuencia actual, que es un verdadero flagelo.
Si la Trinca hubiera sido todo lo que ella pretende que se le crea, México sería hoy una de las potencias mundiales en materia económica, industrial, tecnológica, energética, política y cultural. Sin el saqueo del que nos hicieron objeto durante siete décadas que duró el “trincazo”, como fábrica de selectos millonarios sexenales y depredación de la mayoría; con su mecanismo de sometimiento y sostenimiento basados en la brutal corrupción política, moral e intelectual soportada por la adopción de las diversas “ideologías en boga”, ajenas al auténtico espíritu nacional mexicano, mismas que ellos adoptaron y postularon durante su historia, no estaríamos en el enorme riesgo de regresión a la postración del presidencialismo autoritario, del intervencionismo económico gubernamental, y de la impune corrupción jurídica en la que hoy nos encontramos.
La soberbia y falsa presunción de “somos los únicos que hemos defendido el derecho de huelga”, pero “olvidándose” de hacer alguna alusión referente a la manipulación que hacen los líderes voraces de los trabajadores, líderes que se crearon bajo la égida del “santo trincazo”. Los líderes sindicales, que se han convertido en una verdadera mafia, operan bajo las siglas de los sindicatos y égida de la CTM –brazo obrero del PRI-- y engañan a los trabajadores para obstaculizar lo que podría ser la consolidación de la democracia y de la economía, rublos que se apoyan indiscutiblemente en una sana armonía laboral.
“Nunca nadie ha hecho por México lo que el PRI”, pues no, seguramente que no. Si le rascamos un poco a la historia de México, seguro es de que no encontraremos a nadie que haya igualado siquiera la cínica y voraz depredación que llevó a cabo el “trincazo” durante las siete décadas en que mantuvo un gobierno hegemónico y oprobioso.
Recuerdo cuando estudiaba la primaria, si, ya llovió, allá por 1936-41, nos enseñaban que México era el cuerno de la abundancia. Después, haciendo un parangón, me imaginaba que el país era como una piscina enorme que le sacaban cubetas y cubetas de agua y parecía que seguía al mismo nivel, pero al cabo de mucho tiempo, el agua se iba agotando, y como no había reposición, quedó finalmente un charquito que más bien parecía un escupitajo. Así ha sido la riqueza del país, se la acabaron los voraces corruptos cobijados bajo la capa de la “Trinca Infernal”.
Ese mismo parangón se puede aplicar al “desarrollo estabilizador”, el gran mito que tanto sacan a relucir los priístas, uno de los muchos mitos con los que han escrito la historia oficial. El tan cacareado “desarrollo estabilizador” no fue otra cosa sino que la riqueza del país era tan grande que aguantaba, sin notarse, los tremendos “zarpazos” que le dieron la pléyade de “robolucionarios” entronizados como amos y señores de un país que, como el nuestro, no lo merecía. Corruptos voraces que depredaron impunemente la gran riqueza nacional y explotaron el trabajo de los mexicanos que pagan el tributo al estado que la Constitución mandata para todos los ciudadanos.
¡No doña Beatriz! Ya no puede seguir engañando al pueblo mexicano. Como presidenta del PRI quizá pueda engañar a los incautos, o a sus paniaguados, pero a nadie más. Se acabaron los tiempos en que todo se movía, vamos hasta el aire, al conjuro del SEÑOR PRESIDENTE, bajo cuya sombra tantos hicieron inconmensurables fortunas. Podrá engañar a los que quieren dejarse engañar y a los débiles y oportunistas, auténticos “sanchos” cómplices del “trincazo”, que personalmente se beneficiaron del sistema de la “putrefacción institucionalizada” que hoy avienta borbotones de pus por todas partes.
Los que medran en el PRI, aceptan o postulan que es mejor para ellos volver al pasado de los beneficios egoístas, que postular y luchar por el bien común de los mexicanos, víctimas sometidas, en un porcentaje muy alto aún, a la injusticia, la miseria, la insalubridad, la ignorancia y la degradación. La oferta y reparto de futuras y renovadas prebendas, sobornos, chantajes y ventajas, son la expresión de la cínica propuesta de la regresión al pasado, bajo las seductoras –para los ignorantes y/o cínicos busca hueso-- palabras de doña Beatriz.
Ahora que padecemos un desborde de la delincuencia organizada, que incluye narcotráfico, contrabando de toda especie, secuestros, asesinatos, etc., a los priístas pretenden lavarse las manos para echarle la culpa al actual gobierno, haciéndose los desentendidos de que estos males no son producto de un corto plazo, sino de las décadas de impunidad, rayando en el consentimiento, contubernio y corrupción. De ahí que han expresado algunos legisladores priístas que, para amainar la ola de delincuencia que se ha desatado, debería el gobierno de transar con los delincuentes; en otras palabras, establecer cuotas de impunidad. ¡Acabáramos!
En cuanto a las culpas que los perredistas le echan al actual gobierno por lo que ha crecido la delincuencia, mejor ahí la dejamos, quizá unos por desconocimiento y otros por un convenenciero olvido, pero el caso es subirse a carro con tal de llevar agua a su molino. ¡Claro! Ellos ya hubieran echado mano de sus múltiples Bejeranos con los que cuentan para negociar con los delincuentes.

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