viernes, 11 de septiembre de 2009

Maestros reprobados... ¿y los alumnos?

Por: José de Jesús Castellanos
jueves, 27 de agosto de 2009

Cada que se toca el tema de la educación en México es para avergonzarnos. Una y otra vez, cuando se mide la calidad del sistema educativo mexicano, salimos reprobados.
Lo mismo pueden ser las evaluaciones que ahora se hacen cada año y para las cuales se prepara intensamente a los niños para que puedan pasarlas, que las mediciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que el análisis que Jorge Carpizo hiciera sobre las fortalezas y debilidades de la UNAM, o el examen recientemente realizado a maestros que aspiraban a ocupar una plaza, en el cual fueron clasificados como "aceptables" sólo 31 mil maestros de 123 mil que presentaron examen.
La reiteración del resultado nos indica que no hemos hecho la tarea educativa a fondo, en serio. Hay, sin duda, casos excepcionales, personas bien dotadas, planteles de excelencia y logros importantes, pero no es la constante nacional. ¿Cómo, entonces, podemos ser un país desarrollado? Todo lo que hagamos sin antes lograr un sistema educativo de calidad será mera ilusión, deseos vanos, pero no un verdadero compromiso.
El sexenio pasado no hubo un propósito siquiera débil para transformar el sistema educativo mexicano. En el actual se han dado algunos pasitos que no podemos menospreciar, pero que están muy lejos de encaminarse a la meta. Se siguen haciendo las cosas igual y, como se ha enfatizado, se obtendrán los mismos resultados.
La tarea, sin duda, no es fácil. La SEP es la mayor burocracia de este país y llena de expertos, como dice que está, no logra salir de la mediocridad en que fue sumida en el pasado. El fracaso de nuestro sistema educativo, se sospechó durante mucho tiempo, no era una casualidad, sino una intención clara de mantener ignorante al pueblo de México para que también fuera fácil manipularlo y sostener el sistema de partido que nos gobernó durante 70 años. Y si regresa al poder, será consecuencia de lo mismo.
Al inicio de clases se hacen públicos, casi cada año, errores de los libros de texto. Según han difundido varios medios de comunicación, en esta ocasión se trata de "olvidos" sobre nuestro pasado, entre ellos la conquista. ¿Quiénes son los expertos que los elaboran? ¿Quién los autoriza?
Existe todo un panel de expertos que elaboran, conforme a las "mejores normas didácticas" los libros obligatorios a que tienen que sujetarse todos los educadores. Muchos de estos libros son unos verdaderos bodrios, con errores y, lo que es peor, con mensajes corruptores de la niñez y la juventud, que tienen como mejor resultado a los cientos de jóvenes que se dedican a la delincuencia o son unos fracasados que recurren a la droga para soportar las dificultades de la vida.
Muchos maestros son meritorios y realizan grandes esfuerzos para educar, no sólo instruir, pero el sistema como tal no les ayuda. Pero hay otros que son parte de aquel sistema que garantizaba a los egresados de la Normal una plaza en el sistema educativo o en el sindicato, independientemente de sus resultados y competencia académica.
Del sindicato más grande y poderoso de América Latina no hay mucho qué hablar. Sólo conocer la actuación de su dirigente nacional nos da lástima, por más astuta y poderosa que sea, con la red de cómplices que la sostienen. Como en todas partes, también hay ahí quienes quisieran incidir y transformar su mismo sindicato, pero les es imposible.
Otros que lo han intentado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), tampoco ofrecen mucho a cambio, de acuerdo con las exhibiciones públicas que realizan en las calles y que causan gran daño a los jóvenes, principalmente entre los más pobres y marginados, como ocurre en Oaxaca. Algunos de esos maestros están más avezados en tácticas guerrilleras que en gramática y aritmética, pero ni hablar de ciencias naturales o historia.
Es triste reconocerlo, pero hay que decirlo: nuestro sistema educativo es una rémora; resta al desarrollo del país, urge transformarlo. Es una tarea que, sin embargo, no podrá hacerse desde fuera, sino desde dentro. Se requiere un verdadero compromiso, movilización y alianza con los docentes que sí quieren y sí pueden, para lograr el cambio que el país demanda.
Hubo quienes en el pasado compararon el sistema autoritario mexicano con el coreano, y si hubo acaso alguna semejanza, en lo que no se parecieron fue precisamente en este rubro. La mano dura de los gobernantes de Corea del Sur se empeñó, entre otras cosas, en que su población se educara y lo logró. Hoy es un país desarrollado y democrático. Nosotros seguimos subdesarrollados y balbuceamos las primeras letras de la democracia.


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