miércoles, 10 de octubre de 2007

El mito de Andrés manuel López Obrador

Enrique Galván-Duque Tamborrel

Ha pasado más de un año en que sufríamos a diario los embates de la demagogia de López Obrador. Recuerdo como cada día, paso a paso, iba cayendo y tragándose sus propias palabras. Su exacerbante paranoia, egolatría y soberbia lo iban carcomiendo poco a poco. Al final de su campaña se sentía iluminado del cielo, era, según decía, la esperanza, y, aunque no lo expresaba abiertamente, se sentía “EL SALVADOR DE LA PATRIA” --¡EL MESIAS!

Su exacerbante paranoia lo llevó a ordenar que se bloquearan importantes calles de la ciudad de México, causando con ello no sólo molestias a los habitantes de la gran metrópoli, sino un enorme costo económico que ni el mismo se la ha imaginado. Y los que es más triste es que los que más pagaron por ello fueron precisamente los que menos tienen, o sea los que según él defiende, vaya ironía.

Así las cosas, Andrés Manuel poco a poco, o si se quiere a pasos agigantados –para el caso da igual-- va perdiendo adeptos, lo que demuestra que muchos, como se dice en el argot beisbolístico: “se fueron con la curva” sin razonar y ahora que, al ver la realidad, lo hacen, se dan cuenta de su error de apreciación y reculan como es lógico.

Pero como López Obrador sigue montado en su mula –de ahí no se va a bajar aunque lo tumbe-- continúa dando lata a diestra y siniestra sin darse cuenta del gran mal que le está haciendo al país, “a la patria a la que tanto dice amar”. Mucos de los borlotes que surgen aquí, allá y acullá, como los de los APPOS y CNTE son alimentados por él, y no dudo que también tenga que ver con los atentados de EPR –recordemos sus tomas de pozos petroleros en su natal Tabasco.

Otra daño para su “amada patria”, quizás el más grande e irreversible porque se hace a los niños y jóvenes, es el respaldo que les ha dado a los maestros de la CNTE, quienes paralizan en cualquier momento y a su capricho la educación. En esto además es totalmente incongruente en cuanto a lo que pregona, ya que aproximadamente el 90% de los niños y jóvenes estudian en las escuelas públicas, que son precisamente las que controlan los maestros centenistas, y que salen de las aulas mal preparados, contra un 10% que estudia en las escuelas privadas en donde no existen problemas con los maestros, y que, por razones obvias, salen mejor preparados. Resultado de esto es que cuando entren al mercado del trabajo los segundos tendrán los mejores trabajos. Salen sobrando las conclusiones a este asunto.

AMLO tiene un “ligero” parecido a Su Majestad Hugo Chávez en cuanto a su actuar: “aquí sólo mis chicharrones truenan”. Y no digo a Fidel Castro Ruz por respeto a la vejez de este, aunque si recuerdo sus albores entonces si hay similitud.

Veremos que pasa a través del tiempo, aunque no augura nada bueno.

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