miércoles, 10 de octubre de 2007

Ebrard el mentiroso

Fuente: Yoinfluyo
Autor: Godofredo Rivera

En economía se define a la frontera de posibilidades de producción como una curva que muestra las diversas combinaciones de bienes que puede producir la economía dados los factores de producción y la tecnología de producción existentes.
Un ejemplo clásico de libro de texto, es la disyuntiva entre producir más mantequilla o más tanques de guerra. Lo cierto es que si se produce más mantequilla, se debe renunciar a producir tanques de guerra y viceversa. Es decir, en la economía los recursos son escasos, limitados, y para que haya una asignación exitosa de los mismos, se debe tomar en cuenta el costo de oportunidad.
Si produzco más tanques de guerra, debo de estar consciente de que deberé renunciar a producir cierta cantidad de mantequilla (ese es mi costo de oportunidad). Lo anterior se debe a que los factores de la producción como capital y trabajo no existen en cantidades infinitas, por lo que si me inclino a producir más de un bien, deberé limitarme a la cantidad disponible de trabajadores y máquinas.
En alguna entrevista, cuando era candidato a la Jefatura del DF Marcelo Ebrard, le escuché decir que en la economía los recursos son escasos y que si queremos producir más mantequilla debemos renunciar a producir tanques de guerra. ¡Wow! ¡Increíble!, pensé, ¡un político que tiene cultura económica! El tiempo me desilusionó brutalmente.
No sabemos si Ebrard se aventó aquella declaración producto de que alguien “le sopló”, o de plano se le hizo fácil opinar sobre un concepto “dominguero”, del que no tenía la menor idea. A la luz de los recientes acontecimientos presupuestales del DF, sospechamos lo segundo.
Primero, fueron sus decisiones de consolidar el populismo de López y proseguir y aumentar toda la gama de subsidios generalizados. Luego salió con sus propias puntadas populistas (tenía que darle un toque que lo diferenciara del populismo de López) como organizar bailes de quinceañeras en el Zócalo, construir playas artificiales, expropiar predios arbitrariamente -bueno, en esto sí se parece a López-. Y la última, montar pistas para patinar en hielo en el Zócalo, después fue chillar para que Hacienda diera su aval para la reestructuración de la deuda del DF.
En pleno lloriqueo, Ebrard juró y perjuró que la disminución de recursos destinados al pago de intereses de la deuda, liberaría dinero (1,500 millones de pesos anuales) que sería destinado para bienes públicos urgentes para los defeños como el mantenimiento del drenaje profundo, así como mayores inversiones en infraestructura hidráulica y en transporte no contaminante como el metro. A los pocos días de que Hacienda diera su aval, Ebrard nos salió con un nuevo programa populista, un nuevo subsidio para estudiantes de bachillerato del gobierno. El costo anual: 1,200 millones de pesos. De nuevos recursos a infraestructura y a transporte, nada. Primera artera mentira de Ebrard.
Semanas después, luego de obtener nuevos financiamientos en la Bolsa de Valores y de endosar deuda a las siguientes generaciones (si usted es joven, amigo lector, sus hijos terminarán pagando los populismos del PRD en las siguientes tres décadas), anuncia en su primer informe de gobierno, con bombo y platillo, un seguro de desempleo para los defeños, que de seguro no tiene nada, pues es un vil subsidio que no está fondeado para el futuro, lo que significa que sólo se sostendrá con más deuda. Costo anual aproximado: 500 millones de pesos (cifras del propio gobierno defeño, pero hay analistas que estiman un costo mayor). No, así no funciona un seguro de desempleo; el dizque seguro de Ebrard es una nueva sangría para las finanzas de la ciudad. El seguro de desempleo de Ebrard sólo garantiza más deuda y más años -además de los anunciados- en que los defeños estaremos hipotecados. Segunda artera mentira de Ebrard.
En pleno informe, culpa del desempleo a la política económica del gobierno federal. Perdón, pero si no fuera porque el gobierno federal ha sido cauteloso en el manejo de las finanzas públicas (responsabilidad que viene desde el sexenio de Zedillo y que Fox decidió continuar), el GDF no habría obtenido ni disminución en el pago de intereses, ni aumento en el plazo para amortizar su deuda. Es más, el DF ya estaría en plena quiebra técnica y los defeños sufriendo una fuerte alza en los impuestos locales. Esta es, por tanto, la tercera mentira de Ebrard.
No acaba aquí el asunto. Con el nuevo impuesto aprobado a las gasolinas, el DF obtiene del cielo más recursos. De acuerdo a su propia aritmética, Ebrard afirma que lo perjudica la forma en que se distribuirán entre las entidades dicho impuesto, por lo que ve muy difícil destinar recursos a transporte y a infraestructura. Cuarta mentira de Ebrard. Para empezar, con el nuevo impuesto, dos de las entidades más beneficiadas de la reforma fiscal recaudatoria son el DF y el gobierno del Estado de México. Lo que pasa es que Ebrard usa el criterio de reparto (distribución del impuesto gasolinero en función del tamaño de la población) como pretexto para “lavarse las manos” de su irresponsabilidad fiscal, de su populismo, que ya rebasó al de López. La salida perfecta, “no hago obra pública urgente, pues el gobierno federal nos ha perjudicado”, vaya cinismo.
Quinta mentira: Ebrard patalea por un aumento en la tarifa del agua (del 18%) impuesto por la Comisión Nacional del Agua. Afirma que es en venganza a que impugnó la reforma fiscal que aprobó el Congreso. A ver, ojo, la Comisión Nacional del Agua, como ente federal fija las tarifas, pero el que cobra es el GDF, así que la decisión de aumentar o no el costo del metro cúbico de agua recae finalmente en el mismo GDF. Ebrard lo sabe y sólo se acuerda de lo que le conviene.
No, definitivo, Ebrard no conoce la frontera de posibilidades de producción. Si conociera dicha curva, sabría que los recursos son escasos y que a medida que aumente el gasto en programas populistas, menos recursos disponibles quedarán para bienes públicos esenciales para los defeños como seguridad pública e infraestructura hidráulica y de drenaje. Ebrard ignora -o no quiere reconocer- el enorme costo de oportunidad que para los defeños representa su derroche fiscal.
Ebrard presume que la Ciudad de México es la de “mayor inversión social” en la República. Vaya manera elegante de llamarle a los programas populistas. No, a 10 años de que el PRD tomó el poder, el DF es la entidad más endeudada (45 mil millones de pesos), con mayor desempleo en adultos (7% en comparación con la tasa nacional de 3.9%), y con mayor desempleo entre los jóvenes (13.6% comparado con la tasa nacional de 6.5%). Ahí está, ahí está Ebrard el mentiroso y la Ciudad de la desesperanza.
De miseria, nuevamente los políticos mexicanos. Ahora quieren linchar a Fox, todo porque una revista (de las llamadas del corazón) sacó fotos de su rancho remodelado. Ahí están diciendo que eso “ofende a México”, que eso muestra la corrupción del expresidente. A ver, el que acusa, está obligado a probar, y estos no han probado nada. Lo más seguro que es otra bola de humo. Por lo pronto, el PRI ya chantajea de nuevo, y ya amenaza con unirse al PRD para no aprobar el presupuesto de egresos del 2008 a menos que se investigue al expresidente. Vaya hipocresía y miseria priísta, ya ni la chiflan. Ya no se acuerdan cómo ellos sí han protegido a gobernadores y líderes sindicales corruptos (aún sabiendo de pruebas fehacientes). Hipocresía, miseria humana y cinismo.

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