domingo, 4 de mayo de 2008

De los "bejaranos" y "los chuchos" ... ¡a los !emos"!

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: José Manuel Ortiz

Hace algunas semanas, cuando la principal noticia nacional estaba relacionada con el cochinero (aún inconcluso) de las elecciones en el PRD, los medios difundieron la nota de otro enfrentamiento entre tribus, sólo que éstas diferentes a las confederadas alrededor de los “bejaranos” y los “chuchos”.
Los miembros de esas llamadas tribus urbanas, son reflejo de una sociedad en la que los jóvenes se reúnen con el objetivo de lograr la identificación con un grupo.
Más allá del impacto que puede tener en los medios la presentación de un grupo de jóvenes que lucen de manera peculiar, este tipo de grupos reflejan la importancia de la aceptación en ciertas etapas de la vida.
Los movimientos urbanos se expresan a través de indumentaria, música, literatura o alguna otra expresión cultural o pseudocultural, como pudiera ser el grafiti.
Más allá de las diversas clasificaciones y tipos de tribus urbanas, la gran mayoría de estos grupos coinciden en que son adaptaciones de movimientos urbanos de países desarrollados. Crisis políticas, económicas, o incluso culturales, en algunas naciones dan origen a modos de expresión de grupos de jóvenes que reaccionan a las condiciones imperantes en su sociedad.
Los movimientos urbanos no son nuevos. Por ejemplo, los pachucos, a mediados de los veinte, se conformaron por jóvenes de origen mexicano en Estados Unidos, los cuales, al no asimilarse a la cultura estadounidense, no sólo adoptaron una forma de vestir particular, sino que empezaron a expresarse en sus propios términos, mezclando vocablos en español e inglés, creando el “spanglish”. Esa expresión social tuvo su auge en México en los cuarenta, y eventualmente dio pie a los “cholos”, que se ven principalmente en las ciudades fronterizas del norte del país.
Años más tarde, nuestro país, lugar de residencia por algún tiempo de uno de los fundadores de la generación “beat”, tuvo su propia generación de jóvenes bohemios que vestían de negro, utilizaban boina y descifraban al mundo en pláticas de café.
Los “beatniks”, con sus ideas de “liberación” y el rechazo a la guerra y al consumismo en Estados Unidos, dieron origen al movimiento hippie en los setenta. En nuestro país no nos quedamos atrás, y con algún tiempo de diferencia tuvimos nuestra propia versión en los grupos de “jipitecas”, que pretendían abrazar la moda y el modo de vida de esos grupos.
Más adelante, durante los setenta, como consecuencia de la falta de oportunidades en algunas sociedades como la británica, surgieron grupos de jóvenes que, con una visión pesimista, desesperada, destructiva, autodestructiva y agresiva hacia la sociedad, dieron origen a grupos de punks (basura). Esos grupos fueron asimilados por algunos grupos de jóvenes en nuestro país, dando origen a nuestros “punketos”.
En la Francia de la posguerra, algunos obreros empezaron a vestir de negro y a pintarse de negro para dar a entender que estaban muertos por el sistema. Esa visión depresiva y sarcástica dio origen a la integración de grupos de jóvenes en Europa y Estados Unidos, identificados como grupos oscuros (dark), los cuales fueron inspiración para otra tribu urbana involucrada, los “darketos”, que se pueden identificar por sus indumentarias negras.
A finales de la década de los noventa, con el crecimiento económico de la clase media en países como Estados Unidos, un creciente grupo de jóvenes se encontró con una expectativa de vida casi resuelta, lo que generó que algunos de ellos buscaran alguna forma de expresión propia que se dio a través de la manifestación de sus emociones y de la búsqueda de elementos para sentirse emocionalmente deprimidos. Ese grupo de jóvenes es identificado por su “emotional hardcore”, y son conocidos como “emos”. Nuestro país, como consecuencia de los medios de comunicación, adoptó también su propia generación de “emos”.
Finalmente, otra característica que comparten esas tribus urbanas en nuestro país, es la adopción superficial de la manera de ser de esos grupos, toda vez que en muchas ocasiones todo se reduce a vestirse de acuerdo a ciertos estereotipos o escuchar algún grupo musical que toque ese tipo de música.
De esta manera, lo más preocupante no son las discusiones que pudieran tener entre ellos o su apariencia, toda vez que simplemente vestirse de cierta forma para sentirse parte de algo nos habla de la necesidad, en ocasiones no satisfecha, de sentirse aceptados e integrados a un grupo. Y es que, como decía G.K. Chesterton: “A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro”.


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