miércoles, 6 de febrero de 2008

El manejo de la frustración

Fuente: Yoinfluyo.com
Autora: Psicóloga. Ivonne Chávez


Desde niña la palabra frustración me generaba cierta curiosidad, después interés y finalmente mucha expectativa. He llegado a diversas conclusiones al respecto, pero una sola es la que de verdad me satisface, y es que una pequeña dosis de frustración diaria es la píldora de la madurez.

Mi trasfondo: ¿Acaso el cristianismo no elimina la frustración?

Nací en un hogar cristiano en el que estuve rodeada de principios, valores, y toda explicación posible acerca del amor. Por eso entendía todavía menos por qué en mi vida sentía tantas frustraciones; me lo cuestioné en mi niñez, en mi adolescencia, y en parte de mi juventud.

Es sólo ahora, a mis 38 años, que puedo decir con seguridad y convicción que ir de frustración en frustración de la mano de mis padres que me amaban me llevó a madurar emocionalmente y a enfrentar la vida con metas claras y sin miedo a equivocarme, pues entendí que cada vez que me frustraba podía descubrir nuevas formas de enfrentar un problema y más posibilidades de resolverlo.

Ahora que soy psicoterapeuta puedo identificar con exactitud un mal manejo de las frustraciones y desarrollar un proyecto para erradicarlo.

¿Qué es la frustración?

Es el estado de estar sometida a una situación sin solución aparente; es un sentimiento de impotencia ante una situación no deseada o una expectativa no cumplida.

Los malos manejos de la frustración no sólo se experimentan en la infancia, sino en todas las etapas de la vida.

¿Cuál es el origen de un mal manejo de la frustración?

Con base en mi experiencia terapéutica, se origina en la infancia con padres sobre-protectores y todo lo que esto trae como consecuencia. También se puede dar en casos donde la situación contraria llega a presentarse. Entonces, el punto nodal es la atención: la atención excesiva o la falta de atención dan como resultado una persona emocionalmente inmadura y con baja tolerancia a la frustración.

Ejemplos del mal manejo de la frustración:

Un ejemplo del mal manejo de la Frustración en edad temprana es el típico “berrinche” de los niños. Cuando se les quita el juguete que tenían o no se les compra lo que piden, experimentan una gran frustración al sentirse impotentes de obtener lo que desean y lo expresan reclamando, gritando y pataleando.

En la adolescencia, al experimentar el noviazgo, cuando una de las partes termina la relación, la persona con baja tolerancia a la frustración no acepta de manera madura la terminación de la relación, y en lugar de quedar en términos amigables se la pasa hablando mal del novio(a), tratando a toda costa de hacerlo(a) quedar mal.

Otro ejemplo clásico en la edad adulta es el despido “injustificado” del trabajo. En tal caso, la persona atenta contra el nombre de sus jefes, o peor aún, contra su propia autoestima con sentimientos de inferioridad, ya que le parece que fue injusto el despido y no ve con claridad las fallas personales y las vías resolutivas.

En cualquier caso, puede o no ser un motivo válido por el cual se experimenta frustración. Sin embargo, es vital saber manejar nuestra reacción para mantener sanas relaciones.

La clave para manejar la frustración: dominio propio

En una ocasión una paciente me preguntó por qué Dios había sido cruel al poner un árbol prohibido en el paraíso, poniéndolo además justo en medio del Edén para que Adán y Eva lo estuvieran viendo en todo momento, frustrándoles de esta manera. Tal cuestionamiento me puso a reflexionar al respecto y llegué a la conclusión de que era una manera de Dios para enseñarles obediencia, paciencia, tolerancia, y dominio propio. Es en este término «dominio propio» donde me detendré un poco.

El dominio propio es aceptar las cosas que de verdad no puedo cambiar, sin dejar de intentar nuevas formas creativas e inteligentes de intentar crecer y madurar.

Consejos para manejar la frustración debidamente

Si eres una mujer adulta, te identificas con esta lectura, y quieres consejos para hacer un buen manejo de las frustraciones cotidianas, te recomiendo lo siguiente:- Ten un proyecto de vida claro.- Plantéate metas factibles a corto, mediano, y largo plazo.- Involúcrate en los proyectos de vida familiares.- Involúcrate en los proyectos de tu comunidad, llámese círculos sociales, escuelas o iglesias, etc.- Haz todo lo anterior buscando que tenga un mismo enfoque.- Haz cosas que exalten el valor y la calidad humana en general.- Y, ¿por qué no?, ten una relación única y personal con Dios.

Además, si eres una persona con baja tolerancia a la frustración, es importante tomar psicoterapia.

«Lo que no te mata te fortalece»


1 comentario:

Julio Tapia dijo...

hola me hizo pensar mucho esta nota creo que es la clave pero es muy difícil "El dominio propio es aceptar las cosas que de verdad no puedo cambiar" , uno necesariamente desea hacerlo cuando además se es perfeccionista no solo con uno mismo sino del entorno, buen artículo
saludos