miércoles, 20 de febrero de 2008

Practicar el civismo

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: Juan Fernando Perdomo


Hace unos días estuve en una reunión en la que se destacaba la falta de un civismo que antes sí había, que hasta llevábamos una clase con ese nombre (¿todavía existe esa materia?). Hemos tenido un cambio radical en ese sentido.

Varios de los asistentes se quejaban de las actitudes que ven en ciudadanos que tiran basura en la calle, se estacionan mal, desperdician el agua, manejan sin respeto a los reglamentos y sin amabilidad…

Recordé que mi tía Isabel me obsequió unas reflexiones sobre este tema y que, según me dijo, se difunden en la ciudad de Bologna, en Italia. El texto dice así:

Nuestra ciudad es nuestra casa grande. El terruño del que estamos orgullosos, y queremos que esté siempre bello para nosotros y quienes nos visitan. Podemos hacerlo. Depende de todos nosotros, si como ciudadanos deseamos hacer la convivencia más atenta, alegre y educada. Hacer el bien nos hace sentir bien (a esto, yo le llamo CORDIALIDAD). Hacer de nuestra ciudad una comunidad que nos enorgullezca es tarea de todos, sencilla y laboriosa al mismo tiempo, pues la convivencia humana en los espacios públicos puede ser conflictiva. Vivir en una ciudad, es convivir para servir a otros y ser servido por ellos, para el bien común.

Se empieza haciendo lo que se nos enseñó de niños: dar los buenos días, amablemente, con una sonrisa. Respetar la fila en los espacios de espera, comunitarios o de trabajo. No dar oídos a rumores, ni repetirlos ni aumentarlos, todo se puede decir, si se hace cortés y amablemente.

En la convivencia diaria, ceder el asiento en el transporte público a los mayores, a personas a cargo de niños, mujeres embarazadas, a quien va cargado de objetos. Ayudar a pasar o subir escaleras. Hacer el alto a autobuses o taxis, cerca a la banqueta, evitando el detener el tráfico tras ellos. Respetar a las personas diversas o de maneras diferentes, sin imponer las nuestras, en especial, al adulto mayor que algún día seremos todos. Cuidarnos unos a otros, a nuestros niños y jóvenes. En el futuro ellos estarán a cargo de nosotros.
En nuestro ambiente, cuidar nuestro espacio privilegiado de la naturaleza, nuestras plantas, árboles y ríos. Cuidar el agua. Ya sabemos que Dios la da, pero no la entuba. Separar la basura en orgánica e inorgánica, reciclable o no, desde casa para mejorar el ambiente, y en la calle, no dejar los desechos del perro que puedan pisarlo un descuidado o una persona con discapacidad en la vista. No tirar basura en la calle, recogerla o depositarla en su lugar evitando cada quien, y todos en conjunto, que nuestras calles sean un basurero público.Barrer el frente de nuestra calle y poner flores en el balcón. Adoptar un espacio verde, sembrando un árbol local en el jardín de una escuela y poner un pequeño depósito para la basura.
En nuestros vehículos, respetar el semáforo; en cruceros pasar de uno en uno, de cada lado. Dar paso al peatón y no invadir la banqueta con el coche; no utilizar el claxon para molestar o tratar de avanzar antes. No pongas obstáculos al tráfico de vehículos. Cede el paso a la ambulancia o a los bomberos. Si hay una persona al volante, que maneja más despacio, respetar su paso, sin ofenderla por ello. Promover entre amigos y vecinos el cinturón de seguridad y sentar a los niños a asientos especiales para evitar accidentes. Mirar como amigo al ciclista o motociclista que ayuda a disminuir la densidad del tránsito citadino.

Respetar los cajones de estacionamiento y no estacionarse en entradas de casas, esquinas, y lugares para personas con discapacidad o adultos mayores. Si haces un viaje en la noche, cuida de ser silencioso al paso por la ciudad dormida. Respetar la cercanía de escuelas, especialmente a la hora de salida, y dejar pasar a colegiales haciendo alto total. Afinar el vehículo en que nos trasladamos. Si el lugar a donde vas es cercano, camina, utiliza la bicicleta, o el transporte público, cuidando el servicio comunitario. Disminuye la velocidad, no excedas los límites señalados. No manejes alcoholizado o cansado.
Caminando por la ciudad y en áreas públicas, cede el paso en la calle a quien lo necesite, sin empujar por pasar más aprisa, deja la banqueta a quien va con niños. Apaga el celular en cines, teatros, reuniones… No fumes en lugares cerrados o en donde está prohibido, y tampoco en donde esté permitido, si incomodas a otras personas. Al vender o hacer compras, utiliza el lenguaje correcto, con amabilidad y buenas maneras, como los seres humanos debemos ser tratados. Una ciudad es bella por sus monumentos, pero más por el bello trato de sus gentes.
Si ocupamos un servicio público, dar y esperar la atención debida, sin prepotencia ni confrontación. Quejarse a quien corresponda si hubo maltrato, claramente y sin ofender, sobre todo si trabaja para la comunidad, dándonos a respetar. Decimos que vivimos en nuestra ciudad, y tenemos el deber y el placer, de embellecerla cotidianamente cada vez más.
¡Empieza TÚ! ¡Empieza HOY!


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