sábado, 16 de febrero de 2008

Los valores cívicos deben de enseñarse

Por: Antero Duks

La violencia en la escuela contra los compañeros y los profesores indica que la todavía vigente ley de educación no ha logrado educar a los jóvenes como ciudadanos capaces de desarrollar su libertad y de profundizar en la democracia. Estamos recogiendo los frutos amargos de una mala educación concebida en sentido lúdico, que ha renunciado a la excelencia y al esfuerzo responsable, intentando ganarse el aplauso y quizá el voto de los jóvenes. Lo resumía con acierto el psicólogo infantil García Valiño: «Los niños se sienten libres para hacer lo que les da la gana, sin límites, y este es el resultado de una sociedad tan permisiva y materialista. Alimentamos al perro de Baskerville», o dicho con mayor brevedad, lo de profe colegui de la LOGSE ha sido desastroso.

Aparentemente la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía intenta erradicar esos fallos aunque no invita al optimismo en la comunidad educativa porque participa de la misma ideología que impregna esa ley. Sin embargo, no estamos contra la educación cívica porque vamos más allá de una asignatura y estamos a favor de un sistema educativo basado en los valores humanos, cívicos y democráticos, y por ello rechazamos el laicismo antirreligioso, el relativismo ético, y el reduccionismo de la ideología de género. Y con más razón si todo eso viene impuesto en una asignatura obligatoria mientras se restan horas y ponen trabas a una asignatura de religión que educa en los valores trascendentes de la persona, el mejor estímulo para el trabajo solidario y la mejor vacuna frente a la violencia. Porque los jóvenes necesitan ser educados en el esfuerzo, en el valor del trabajo bien hecho y en el respeto a la autoridad, para que no vayan por ahí destrozando el mobiliario urbano, llenando las ciudades de graffiti vanidosos, y las plazas con restos de un macro-botellón. Los padres y profesores intentamos educar personas en vez de vándalos consentidos, y pedimos que se fomente la religión y se enseñe el contenido de la Constitución, también los artículos que hablan de la igualdad ante la ley y el derecho a la vida (Art. 14 y 15), de la libertad religiosa (Art. 16), o de la libertad de enseñanza (Art. 27).

Pedimos que los alumnos aprendan desde niños, en teoría y práctica, que todo derecho comporta un deber, que han de ser solidarios con el prójimo, y que nada bueno van a conseguir con la violencia. Pero me parece que para eso haría falta enfocar de otra manera la Ley Orgánica de la Educación (LOE), que ha abortado una Ley de Calidad de Enseñanza que buscaba elevar el nivel educativo y acabar con la tasa alta de fracaso escolar para estimular el liderazgo, buscando respetar la libertad de los padres y de los centros educativos para promover sin trabas su ideario educativo. Por eso, el Ministerio de Educación no puede imponer ahora su ideología estatal con la engañosa Educación para la Ciudadanía, que poco tiene que ver con la educación de unos ciudadanos libres y responsables.

Hace tiempo que los padres de familia saben que la Educación para la Ciudadanía es sencillamente una imposición del laicismo beligerante, la marca registrada del sistema del gobierno hegemónico de la Trinca Infernal (PNR-PRM-PRI) que nos gobernó durante siete décadas. Ciertamente la SEP, en sus diferentes regímenes fue maquillando el proyecto de esa asignatura impuesta y su política ha sido no tratar de la educación moral y afectiva o de los modelos de familia. Y dice bien, porque lo establece en otras asignaturas para hablar de sexualidad, de anticonceptivos, y de nuevos matrimonios como temas trasversales, es decir, omnipresentes. Aunque en realidad el problema está en la orientación general de esa nueva asignatura y de la nueva Ley de educación (LOE) que se inspira en el laicismo puro y duro, quizá para manipular a las nuevas generaciones apartándolas de la religión. De ahí que rebaje las horas de religión sin establecer una alternativa consistente y evaluable, disminuyendo así la carga lectiva de la asignatura de religión. Sin embargo, los gobiernos laicistas pasan y la religión sigue interesando a las nuevas generaciones. Como prueba, el hecho de que en la prestigiosa universidad de Harvard han redescubierto la religión como asignatura necesaria para interpretar el mundo y formar líderes.


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