sábado, 16 de febrero de 2008

PRD, ¿"PeRDeré"?

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: José Manuel Ortiz

Nadie puede negar la importancia del PRD en el ámbito político nacional. Desde hace más de 10 años gobierna la capital del país y controla la Asamblea Legislativa del DF. Ha ganado la gubernatura Baja California Sur, Guerrero, Michoacán y Zacatecas, estados donde tiene mayoría legislativa en los Congresos locales. Es la segunda fuerza en la Cámara de Diputados con 127 escaños, y es el tercer grupo parlamentario en la Cámara de Senadores con 26 legisladores.
Además de su creciente importancia, uno de los rasgos que más ha caracterizado al PRD desde su fundación ha sido su carácter de fuerza política aglutinante de simpatizantes de izquierda de diversas características, con diferendos, algunas veces en formas o fines, y en otras ocasiones, con profundas diferencias por asignaciones de posiciones políticas.

Esas luchas por intereses de grupo han dado lugar al nacimiento de sus llamadas “tribus”.
Es precisamente en estos días, cuando este partido ha alcanzado sus mayores logros políticos, que se encuentra inmerso en las mayores contradicciones, situación que se ha visto agravada por el evidente aumento de fricciones por la renovación que hará de su dirigencia nacional el próximo mes de marzo.

Sin embargo, es en este contexto de logros políticos donde podríamos visualizar varios partidos al interior del PRD, algunos identificados con una tribu específica como Nueva Izquierda (encabezada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano, “los Chuchos”), otras tribus aglutinadas alrededor de la figura de López Obrador, como Izquierda Social (con Marcelo Ebrard, Martí Batres, Alejandra Barrales), Izquierda Democrática Nacional (relacionados con René Bejarano, Dolores Padierna, Agustín Guerrero), entre otras.

El cambio de dirigencia de este partido en los próximos meses podría ser un proceso más en la vida de este partido; sin embargo, lo que se está jugando, más allá de la elección de cabezas del partido, es un cambio en la dirección del PRD y la definición de sus líneas de acción a su interior, y aún más importante, el papel que jugará en su relación con otras fuerzas políticas.

Además de las naturales diferencias que podrían existir entre los miembros de una fuerza política, la derrota electoral que sufrió en el 2006 ha supuesto un nuevo problema para este partido, toda vez que al desconocer a Felipe Calderón se enfrentan a contradicciones como la relación que deben tener con el gobierno federal o la aceptación de facto de los resultados de las elecciones –que consideran fraudulentas– al asumir los cargos emanados de estas.

Esta situación ha convertido al PRD en una suerte de interrogante política, toda vez que cualquier tipo de acercamiento o intento de colaboración entre sus integrantes y otras fuerzas políticas (actividades sin las cuales no se podría entender la política), es visto como traición por el llamado “gobierno legítimo”.

La fricción que tuvieron López Obrador y Ruth Zavaleta por la entrevista que tuvo la Presidenta de la Cámara de Diputados con el “afanoso” Secretario de Gobernación es un ejemplo de las visiones encontradas que se viven al interior de esta fuerza política, por no decir las profundas diferencias que se pueden notar entre las constantes balandronadas que ha hecho Fernández Noroña en su calidad de Secretario de Comunicación del CEN del PRD, y las reuniones que a nivel institucional han tenido todos los gobernadores emanados del PRD con el Presidente Calderón.

En ese mismo sentido, la postura de Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, muestra esa contradicción, puesto que si bien sigue desconociendo al gobierno federal, su administración no tiene ningún tipo de problema en recibir recursos de la federación o realizar trabajos de colaboración a diversos niveles, siempre y cuando “no haya foto”.

Las próximas elecciones internas del PRD presentan diversos escenarios: el primero tiene que ver con la unidad del partido, y los posibles resultados van desde el fortalecimiento en la unidad del mismo, hasta la creación de un nuevo partido, en ambos casos, alrededor del capital político de sus líderes.

Otra dimensión que se definirá será la disposición al dialogo –condición indispensable de la democracia– entre el PRD y las demás fuerzas políticas, ya sea en el Poder Legislativo o de los gobiernos locales con el federal.

Será importante mencionar que, independientemente de quién llegue a la dirigencia del partido, con seguridad el PRD mantendrá la defensa de algunos principios históricos de la izquierda mexicana, como la rectoría del Estado de la economía, la “defensa de la soberanía” (el maíz, el petróleo o la electricidad), la aplicación de políticas asistencialistas a sectores desprotegidos, y la atención a grupos minoritarios.

Lo anterior no es una situación menor, si consideramos que el PRD es un actor importante que debe ser tomado en cuenta para encontrar alternativas que permitan hacer cambios que hagan más competitivo a nuestro país en un entorno cada vez más complicado.

Un PRD aislado de las demás fuerzas políticas con seguridad dificultará los necesarios cambios que se requieren para que el país pueda salir adelante.

La política de no aceptar ningún acuerdo que no se adecue completamente a sus propuestas no sólo perjudica a la política, sino que daña al país, y en última instancia, al mismo partido que se presenta a los ojos del electorado como caprichoso e incapaz de cumplir su promesa de mejorar las condiciones de vida de sus representados.

Si se toma en cuenta el hecho de que se identifica a la mayoría de delegados numerarios a la Asamblea del PRD como simpatizantes de la Corriente Nueva Izquierda –más moderada–, existe el riesgo de un rompimiento al interior del partido con los grupos que apoyan a López Obrador, los cuales desde hace varios meses han impugnado el método de selección de delegados.

A pesar de ser un partido con vocación popular, el PRD históricamente ha sido un partido que fácilmente puede concentrar el poder en un “líder moral” que discrecionalmente decide el hacer y el futuro del partido.

Es justamente ese el principal dilema que deberá dilucidar el PRD en los próximos días: si seguirá siendo un instituto político a las órdenes de un líder que busca llegar al poder a como dé lugar, o asumirá su posición como fuerza política que debe entregar resultados a la sociedad en el presente para ser considerado una alternativa en el futuro. PRD, ¿”perderé”?



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