jueves, 23 de agosto de 2007

Oaxaca y el Peje


Enrique Galván-Duque Tamborrel

Quedó clara esta semana la conexión entre la estrategia insurreccional de Oaxaca y la de el Peje, que ya parecía desfallecer entre las deserciones y el desprestigio universal.
La diferencia es de perspectiva: Para el Peje y sus espacios mediáticos se consideró vital exhibir como certificado de supervivencia el tanque de oxígeno que le ofreció la Asamblea Popular del Pueblo (sic) de Oaxaca (APPO) al identificar su meta con la del candidato presidencial derrotado: la de evitar la toma de posesión del Presidente electo en las urnas.
Mientras que la APPO reparó tardíamente en que esa forma de escalar su ofensiva contra la capital de la República y varios estados —la estrategia de oaxaquización del país— está llevando a fortalecer a sus enemigos oaxaqueños.
El más beneficiado fue el gobernador Ulises Ruiz, porque el amago de una APPO a escala nacional está conduciendo a cohesionar con él al entramado institucional del país, ante la amenaza insurreccional.
Y entre los más perjudicados están quienes, desde el PRD, el PAN y el propio PRI, querían ajustar cuentas con el mandatario oaxaqueño y exigían su cabeza desde el discurso de la disociación de la APPO con la “resistencia civil” de el Peje y con cualquiera otra expresión de radicalismo o sedición. Se trataba —juraban— de una oposición local justificable ante el mal gobierno local.
Todo empezó el domingo, como el título de un libro publicado en1963, con ilustraciones de Alberto Beltrán y relatos de Elena Poniatowska sobre la ciudad de México, sus alrededores y algunas ciudades de provincia.
Pero esta vez ocurrió el domingo (Sep./24) pasado en el curso del programa de Denise Maerker en el Canal 4 de Televisa. Allí, el líder de la APPO, Flavio Sosa aterró a la audiencia con sus nada convincentes explicaciones del asalto al hotel donde agredieron a Ricardo Rocha y a los legisladores del estado y con su retórica plenamente asimilada a la del Peje.
Habló de sus aprestos para la “movilización popular pacífica en la capital del país”; de que “el 2 de julio se retrató el rechazo” al neoliberalismo; de que “este sistema económico ya no lo acepta la sociedad”; de que “es un referéndum lo que pasó el 2 de julio, y la movilización es un cuestionamiento a las leyes obsoletas e instituciones caducas”.
Y todo siguió el lunes, con la advertencia de Jesús López Rodríguez, de la comisión directiva provisional de la APPO, que resultó música celestial para el Peje, pero también era un seguro de vida política para el gobernador Ulises Ruiz, que así veía comprobada —a confesión de parte— la alianza Peje-APPO contra el resultado electoral: “…no dejaremos a Felipe Calderón tomar posesión como presidente”, exclamó el líder, si no cae Ulises.
La jactancia del connubio el Peje-APPO continuó en la prensa del martes, con la bienvenida y el ofrecimiento de apoyos que el gobierno del DF y el PRD le anticiparon a la marcha oaxaqueña para, con sus integrantes, volver a ocupar con campamentos la ciudad de México, a partir de la próxima semana.
Cierre de filas ante la escalada y reflejos tardíos de la APPOTambién el domingo, pero en Milenio, la cabeza principal recogía la información de que “Se gestan APPO contra cuatro gobernadores”, tres de ellos perredistas y uno priista, coincidentemente identificados por su disposición a asumir el resultado electoral que le dio el triunfo a Calderón: respectivamente, Pablo Salazar Mendicuchía, de Chiapas; Zeferino Torreblanca, de Guerrero; Lázaro Cárdenas Batel, de Michoacán, y Fidel Herrera, de Veracruz.
Otro signo de identidad Peje-APPO, difícil de ocultar. Cerca de mil 700 organizaciones sociales y políticas han decidido emular en todo el país al movimiento de Oaxaca, aterraba la nota de Milenio.
Del mito del fraude electoral, la estrategia del Peje transita así a la construcción del mito de la ingobernabilidad, a ver si con éste sí logra evitar la toma de posesión del Presidente electo y obligar a una nueva elección.
En la escalada de las APPOs al estilo oaxaqueño, el Peje parece encontrar su punto más fuerte, pero a la vez parecería que la APPO está encontrando allí su punto más débil, en tanto fortalece a su enemigo, el gobernador de Oaxaca, que logra el cierre de filas del México institucional, al exhibir una APPO utilizada por el Peje en su esquema de hacerle la vida imposible al nuevo gobierno.
De allí que el Peje, desde su perspectiva, haya decidido ayer sembrar en los que considera sus legisladores el mensaje de alerta contra la aplicación de la ley y el uso de la fuerza pública contra quienes considera su nueva carne de ingobernabilidad: el movimiento oaxaqueño. Mientras el líder oaxaqueño Flavio Sosa se esmeraba en el noticiario de Ezra Shabot (W Radio) en un discurso de apego a la legalidad y de deslinde con el PRD, tardío y poco convincente tras las evidencias de la semana.

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