sábado, 11 de abril de 2009

México. ¿más asombroso que AMLO?

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: René Mondragón
31/ marzo/ 2009

El agudísimo ingenio de Carlos Loret de Mola lo lleva a escribir(1) sobre lo asombrosa que resulta la figura, los haceres y los absteneres de López Obrador.
Supongo que entiendo el contexto en que hace cada una de sus aseveraciones. Por eso coincido con Carlos. Sin embargo, me parece que este México nuestro es mucho más asombroso que el caudillaje tabasqueño, porque sigue aguantando a gente como él.

El riesgo: mitificar
No obstante, el adjetivo “asombroso” que Loret de Mola adjudica a Andrés Manuel, corre el riesgo de divinizar al casi ex perredista, de sublimarlo por su “manifiesta y sobresaliente inteligencia”, al poner en jaque al Presidente, al sistema jurídico y electoral; al Poder Legislativo en el Congreso de la Unión –empezando por los diputados y senadores del PRD–, y a todo el que se le ha puesto enfrente.
Pero el hecho descrito por el periodista también abre la posibilidad de colocar el mismo adjetivo –“asombroso”– al nuevo régimen, al Primer Mandatario y, en general, al nuevo transitar democrático del país.
Asombroso por la capacidad democrática para escuchar, incluidas las sandeces. Asombroso por estar abiertos a dialogar buscando puntos de consenso y acuerdos, a sabiendas de que AMLO padece una obsesión maníaco-compulsivo-fascista que le hace decir que “no” a todo, incluidas, desde luego, sus propias propuestas.
Posturas asombrosas
1.- Así sucedió, como Loret de Mola lo describe, con las inútiles gestiones de Mouriño para reunirlo con el Presidente. El tema era la reforma energética. Resultó asombrosa la postura de los legisladores perredistas que, insistiendo una y otra vez, recibían la misma negativa por toda respuesta.
2.- Asombrosa también fue la postura de Chucho Ortega y de Carlos Navarrete, ante la necedad del tabasqueño.
3.- Fue asombrosa la capacidad de nuestro sistema político para escuchar incongruencias, como asombroso fue también el hecho de la caída en picada de las simpatías de Andrés Manuel.
4.- Asombrosa la resistencia de sus seguidores que, a pesar de ser ahora solamente el 11 por ciento –del 40 que llegaron a ser–, hasta ahora se han dado cuenta de que el hombre-mito cayó en la autofagia que provoca la soberbia y la vanidad. Las reuniones “masivas” se han desgastado y lo han desgastado. Han perdido su efecto mediático; aquel que tanto impulsó al hombre de Tabasco.
5.- A mí no deja de asombrarme la paciencia y la cortesía política mostrada por el Jefe de Gobierno, para evitar darle la puntilla a Andrés Manuel y librarse de su sombra.
6.- Me sigue asombrando el silencio –sospechosamente sumiso, abnegado y agachón– de varios militantes del Partido del Trabajo y de Convergencia, para continuar con el alquiler de sus siglas, a favor de “un proyecto de nación” –“que todavía sigue vivo”– (sic) construido a base de spots de televisión.
7.- Asombra el trato indigno de sometimiento y sumisión que el tabasqueño exige entre sus cada vez más escasos simpatizantes, sin que los mismos opongan ideas, posturas, ideologías o cuando menos, una actitud honorable.
Recuerdo con entusiasmo una frase que alguna vez le escuché a Maquío Clouthier: “Tengo que cuidarme de los hombres que pisan a los hombres… Pero más me tengo que cuidar de aquellos que se dejan pisar”.


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