Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: Francisco Velasco Zapata
09 de marzo de 2009
“Las cualidades de un buen político son: predecir lo que sucederá mañana, el mes próximo, el año venidero, y después, explicar por qué no ha sucedido”, Winston Churchill.
Es una madera que no se da en todos los seres humanos, porque el oficio del político no está directamente relacionado con la actividad burocrática ni tampoco, necesariamente, con los cargos de representación popular. Los últimos tres decenios en nuestro país nos dan muestras neoliberales sobradas de estas afirmaciones.El buen político debe conocer a fondo y aprender constantemente los secretos más ocultos del “arte de gobernar”. Por ese motivo nos preguntamos: ¿puede un “buen político”, haciendo política moderna, ayudar a trascender a la desigualdad social en México?
Nuestra respuesta es que sí. Pero es un sí condicionado a que se haga política incluyente, mediante formas pacíficas, eficaces y eficientes que impidan que nadie se quede fuera para lograrlo.
Es un sí condicionado a que trascendamos a la política criolla que nos dejaron de herencia los 300 años de colonialismo español y la lamentable dependencia que México padece desde hace casi 200 años con Estados Unidos.
Es un sí condicionado a que mediante plazos cortos, medianos y largos, se construyan instituciones políticas “democráticas” eficaces, que incluyan a los mejores ciudadanos (mujeres y hombres) que trabajen mediante mecanismos de planeación estratégica y no anden dando palos de ciego para enfrentar los graves problemas de inseguridad, desigualdad social y constantes recortes de soberanía nacional.
Es un sí condicionado al renacimiento de un Estado Nación “renovado” que redimensione y permita una adecuada redistribución de la riqueza de este país que en la actualidad se reparte sólo entre algunas minorías privilegiadas.
Eso sólo lo puede hacer una nueva generación de “buenos políticos”, para que nadie se quede fuera.
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