miércoles, 17 de junio de 2009

Batalla de Gaugamela

Muy estimado amigo:
Hay pasajes en la historia que se me han grabado profundamente y uno de ellos es la batalla de Gaugamela, protagonizada en el año 331 antes de Cristo en Mesopotamia (ahora Irak) entre un joven Macedonio de 22 años de edad, Alejandro Magno, y el rey de reyes del imperio Persa, Darío III, quien señoreaba el enorme territorio que está entre el Río Éufrates y Afganistán y gozaba de un poder y fama indiscutidos.
Alejandro, después de salir victorioso de varias batallas, decidió enfrentar a Darío III en su propio territorio, en Mesopotamia, con el propósito de definir la suerte del imperio más grande de aquella época. El triunfo o la derrota en esa batalla de Gaugamela lo decidirían todo. Darío pretendía rehuir la batalla y con este propósito intentó sobornar a Alejandro con una oferta que no podía rechazar Si yo fuera tú, la tomaría mandó decirle a través de uno de sus generales. La respuesta de Alejandro fue inmediata, Si yo fuera tú, la aceptaría.
El encuentro fue histórico, por una parte Alejandro con (las cifras varían en la historia) 7000 hombres de caballería y 40,000 de infantería, y por la otra Darío con 250,000 hombres incluyendo 40,000 de caballería. Las fuerzas entre uno y otro ejército eran totalmente desequilibradas y la experiencia de ambos dirigentes también. Todo inclinaba la balanza hacia el persa ¿El resultado? Alejandro perdió 350 hombres y Darío 35,000. Darío huyó de la batalla sólo para morir asesinado poco después por uno de sus generales y dejó a Alejandro dueño del territorio y listo para extender su dominio y establecer el imperio más grande de aquella y de muchas otras épocas.
Siempre me he preguntado y yo mismo me he respondido ¿Cuáles habrán sido los pensamientos de ese joven de 22 años de edad la noche anterior a la batalla, a esa batalla en donde su ejército podía ser aplastado? La estrategia de combate estaba perfectamente trazada y aparece en los libros que describen el acontecimiento; pero no tengo la menor duda de que a esa estrategia, indispensable, la acompañó un espíritu de lucha cuya piedra angular fue la confianza de Alejandro en sí mismo y su capacidad para transmitir esa confianza a sus generales y a sus tropas. No puedo imaginar un ejército con miedo y un líder titubeante; por el contrario, creo que los titubeos de Darío y su intento, entonces, de sobornar a Alejandro influyeron en su derrota. La mente, el poder de la mente hizo la diferencia.
Y esa ha sido mi experiencia en la vida. La actitud frente a los problemas hace la diferencia. Una mente positiva, una mente decidida a dar la batalla y a triunfar, siempre apoyada en una férrea fe en Dios, una mente que no se arredra ante los problemas, por muchos y variados que estos sean, hace la diferencia. La mente es la locomotora que nos impulsa al triunfo en la vida o nos empina a la derrota. Tener bien claros los objetivos a alcanzar, definir la estrategia para alcanzarlos, y con una disciplina férrea ir tras ellos sin titubeo alguno, puede hacer la diferencia entre el éxito o el fracaso. Y esto también es válido frente a la salud y la enfermedad. Aquellos que piensan que los va a atrapar la enfermedad en muchas ocasiones terminan enfermos.
Hemos enfrentado un problema, la Influenza AH1N1, cuyas consecuencias pudieran haber sido dramáticas de no atenderse con profundidad y prontitud. Parece que la batalla la estamos ganando a través de un liderazgo firme del Presidente de la República, acompañado de su Secretario de Salud y de un equipo de especialistas que no han escatimado esfuerzo alguno y que merecen nuestro más sincero reconocimiento. No faltan voces críticas que van desde la aparente falta de comunicación oportuna, pasando por la inconsistencia en la información, hasta el complot orquestado por empresas multinacionales, en combinación con líderes políticos, para obtener ganancias derivadas de la venta de medicamentos. Extraño sería que no surgieran estas voces deseosas de introducir el sospechosismo, término acuñado por Santiago Creel en su paso por la Secretaría de Gobernación, particularmente ahora en que se está en plena campaña política.
Somos críticos severos de los políticos y de nuestras autoridades, ésta es nuestra línea tradicional de pensamiento; pero también queremos reconocer las acciones que merecen reconocimiento y felicitación, y las circunstancias de ahora lo ameritan. Se ha actuado con firmeza, profundidad y prontitud y los errores cometidos, que los hay, no pueden opacar las batallas que se están ganando y que esperamos se sigan ganando, pues no podemos bajar la guardia. Un esfuerzo conjunto y bien orquestado de las autoridad y de la sociedad, es capaz de vencer cualquier problema, por grave que sea y en el problema de la Influenza – que pudo ser catastrófico- vamos por buen camino.
Hago votos porque esta crisis –que se une a la económica, heredada del exterior, y a la de la inseguridad provocada por el crimen organizado- nos permita a los mexicanos cambiar de actitud, unirnos en lo esencial, y estar dispuestos todos y cada uno de nosotros a participar activamente en la solución de los problemas que nos afectan; pasar de una sociedad peticionaria e irresponsable, orientada las más de las veces a la crítica, en ocasiones sin fundamento, a una sociedad que a través de su actuar se transforme en protagonista de la historia e impulse al país a alcanzar su enorme potencial de desarrollo. En otras palabras, ganar nuestra propia Gaugamela.
Parafraseando a John F. Kennedy, no pensemos en lo que México puede hacer por nosotros, sino en lo que nosotros podemos hacer por nuestro país. El momento es ahora, pues toda crisis, según el decir chino, es también fuente de oportunidades.
Recibe un afectuoso saludo

Alberto Núñez

No hay comentarios: