miércoles, 24 de junio de 2009

Un señor llamado Adolf Hitler


Por: Antero Duks


La tentación permanente de ser como Dios

Desde el comienzo de su historia existe en el hombre la tentación permanente de ser como Dios. Hoy día, un concepto mal entendido del progreso científico y tecnológico, en combinación con una pérdida generalizada del sentido común, han propiciado que esa tentación se haya mostrado de manera más evidente durante los últimos cien años, tal y como exponemos en el presente estudio.

Queremos dejar claro que no pretendemos en modo alguno socavar la buena fama de que pudieran gozar las personas físicas o jurídicas a las que aludimos en el presente informe. Tan sólo pretendemos poner en conocimiento de la opinión pública algunas evidencias que todos deben conocer, y nadie debería olvidar. Quienes olvidan la historia, están condenados a repetirla.

La pendiente resbaladiza

Cuando se ponen listones al derecho a vivir, no pasa mucho tiempo hasta que se decide elevar un poco más el listón. Cuando se niega el derecho de todo ser humano a la vida desde su concepción hasta su muerte natural, se inicia un peligroso descenso por una pendiente resbaladiza que parece no tener fin.

1924: Ve la luz el libro de Adolf Hitler “Mi Lucha” (Mein Kampf) en donde pone de manifiesto la primera piedra de su plan para instaurar los derechos reproductivos: “El Estado hará de la raza el centro de su vida. Pondrá buen cuidado en conservar su pureza. Quienes sean física y mentalmente insanos o débiles no tienen derecho a perpetuar sus sufrimientos en la carne de sus hijos” (Adolf Hitler, Mein Kampf).

1933: El 14 de julio el parlamento alemán aprueba una ley que permite la esterilización forzosa de las personas cuyos descendientes tengan altas probabilidades de sufrir enfermedades físicas o mentales, entre las que se enumeran de forma destacada:

• El alcoholismo
• La ceguera hereditaria
• La debilidad mental
• Los defectos físicos severos
• La enfermedad de Huntington
• La esquizofrenia
• El síndrome maniaco depresivo

La única oposición a esa ley proviene de la Iglesia Católica.

1938: Primera petición de eutanasia solicitada a Hitler. Se trata de un padre que la pide para su hijo discapacitado. Hitler encarga la solución del “asunto” a su médico personal Karl Brandt. La muerte del niño se lleva a cabo en 1939, y como consecuencia se crea el “Comité del Imperio para la Consignación de Enfermedades Congénitas y Hereditarias Graves” (Reichsusschuss zur Wissenschaftlichen Erfassung von-erb-und anlagebedingten schweren Leiden).

1939: Con fecha 18 de agosto, una circular del Ministerio del Interior obliga a los médicos y a las comadronas a declarar a los niños que nazcan con deformidades.

El 1 de septiembre Hitler firma una breve nota autorizando que a los pacientes con “enfermedad incurable” se les conceda la “liberación” por la vía de la eutanasia voluntaria (“Son autorizados a ampliar las responsabilidades que los médicos han de asignarse, de tal forma que a los pacientes con enfermedades incurables –de acuerdo con la más estricta aplicación del juicio humano–, se les conceda la liberación por la vía de la eutanasia”).

A esa nota se le añade posteriormente una disposición adicional autorizando que también se lleve a cabo la eutanasia pasiva con los enfermos y deficientes mentales que estén ingresados en instituciones estatales. En el testimonio del doctor Pfannmüller, director de un asilo en Eglfing-Haar cercano a Münich, se evidencia la forma real de llevarlo a cabo:

“Para mí, en tanto que nacionalsocialista, estas criaturas no son más que una carga pesada para nuestros conciudadanos que tienen buena salud. Nosotros los eliminamos, pero no a través del método de las inyecciones. La prensa internacional y algunas personalidades se nos echarían encima. No, nuestro método es mucho más sencillo y natural: los dejamos morir de hambre mediante la alimentación deficiente”.

En octubre, el “Grupo de Trabajo del Imperio para Sanatorios y Clínicas” (Reichsarbeits-gemeinschaft Heil- und Plegeanstalten) da inicio al programa de eutanasia activa Aktion T4, en el que la decisión final sobre cada paciente es evaluada por un comité de cuatro médicos (Dr. Brandt, médico personal de Hitler; el Dr. Conti Reichsärzteführer; el Dr. Philipp Bouhler, Jefe de la Cancillería de Hitler; el Dr. August Becker, químico y proveedor de las bombonas de gas monóxido de carbono) con sede en Berlín, irónicamente en el número 4 de la calle del zoológico (Tiergartenstrasse 4).

Los seleccionados serían transportados por el personal del T4 a los sanatorios que servían como instalaciones centrales de gas; se les comunicaría a las víctimas que se someterían a una evaluación física y a una ducha para desinfectarse; en su lugar, serían asesinados en cámaras de gas.

1940: En enero comienza el traslado de enfermos a diferentes puntos del país para ser asesinados con inyecciones de morfina o escopolamina (en el caso de niños), o con gas (caso de adultos). Los primeros asesinatos se llevan a cabo el 4 de enero en la prisión de Brandenburgo cuando, en una prueba, son gaseados 18 criminales desequilibrados, lo cual contribuye a la decisión de usar gas monóxido de carbono para los asesinatos.

1941: Tras la protesta de la jerarquía católica alemana, el plan continúa de manera secreta desde el 24 de agosto, bajo los nombres en clave “Aktion 14 F 13” y “Solución Final”, iniciándose las ejecuciones en masa en los campos de concentración y exterminio, y añadiendo a la lista de “morituri” a los “socialmente indeseables”.

Por lo que respecta a los enfermos, la 14 F 13 dispone que en cada centro de salud los médicos sean quienes tomen la iniciativa. Ellos son quienes decidirán a partir de este momento quién vive y quién muere, sin intervención alguna de las autoridades del régimen.

1942: El 20 de enero tiene lugar la conferencia de Wansee, donde se analizan obsesivamente todas las combinaciones genéticas posibles, llegando a aceptar como motivo para la deportación y el asesinato, en determinados supuestos, el hecho de “tener aspecto judío o comportarse manifiestamente como un judío”.

El 25 de enero, Himmler anuncia al IKL (organismo encargado de los campos de concentración, Inspektion des Konzentrationslager) el envío de 100 mil judíos y 50 mil judías a Auschwitz-Birkenau. En febrero se inicia el exterminio masivo en sus cámaras de gas.

Para el mes de diciembre, un decreto de Himmler ordena que todos los gitanos que queden en Europa sean concentrados en Auschwitz-Birkenau. Comienza el asesinato masivo de estos personajes, que no se detendrá hasta 1944.

1944: En la madrugada del 1 al 2 de agosto tiene lugar en Auschwitz-Birkenau la “Noche de los Judíos” o Zigeunernacht, en la que son gaseados e incinerados cuatro mil gitanos.
Aktion T-4

Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo entero conoce los detalles del plan que, bajo el código secreto “Aktion T4”, se había llevado a cabo en Alemania para preservar la vida “digna” e impedir el nacimiento –cuando no procurar la destrucción– de toda “vida indigna de ser vivida”. Lo que para los aliados era tan sólo una sospecha, para los alemanes era un secreto a voces.

A pesar del secreto oficial, los alemanes sacaron sus propias conclusiones acerca de los misteriosos traslados de enfermos en autobuses de cristales opacos, los errores en los certificados de defunción –las muertes eran comunicadas casi siempre a las familias como el desenlace fatal de una rara enfermedad–, y las altas chimeneas construidas en los manicomios.

Aunque se trataba de un programa secreto, se realizaron carteles y películas propagandísticos en los cuales se lamentaba que jóvenes sanos y robustos debieran dedicarse a cuidar “seres inútiles”. Estos materiales, por supuesto, no mencionaban específicamente la Aktion T4 en ningún caso.

El nombre Aktion T4 viene de la ubicación de los cuarteles generales de la comisión médica de evaluación que supervisaba estos planes, que estaban situados en Berlín en la Tiergartenstraße 4 (calle del Jardín Zoológico, número 4). A su frente estaba el doctor Karl Brandt.

Los seis Centros de Salud más destacados donde se llevó a cabo el Aktion T4 fueron los de Bernburg, Grafeneck, Hadamar, Hartheim, Kaufbeuren y Sonnenstein, aunque también se utilizó en ciertos casos la prisión de Brandenburgo y los campos de concentración de Belzec, Piasnica, Sobibor y Treblinka.

Hoy día, en algunos de estos centros se han creado “Gedenkstätten”, lugares para el recuerdo de los crímenes de la medicina durante el régimen nacional-socialista. Sin ir más lejos, en el manicomio de Hartheim existe una exposición permanente con el título “Das Wert des Lebens”, el valor de la vida.

Como primer paso del plan se envió un cuestionario informativo a todos los directores de hospitales e instituciones sanitarias, con la finalidad de informar de todos los pacientes que estuvieran diagnosticados de encefalitis, epilepsia, o esquizofrenia.

Adicionalmente, y aunque no existiera un diagnóstico firme, había que informar de los pacientes que hubieran estado internos durante más de cinco años. Más tarde, el cuestionario incluyó la obligación de informar de aquellos pacientes que no fueran alemanes de nacionalidad, no tuvieran sangre alemana, o no estuvieran emparentados con alemanes.

Por ahí anda en México un personaje con pretensiones de Führer, hay que tener cuidado con él porque si no nada más miren lo que nos espera, Dios no agarre confesados.

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