viernes, 26 de junio de 2009

Comentarios mínimos de Antero Duks


Desarrollo estabilizador


Hace un poco más de dos años, recién falleció Don Antonio Ortiz Mena, quien fuera Secretario de Hacienda durante doce años, con los Presidentes Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. Un amigo y compañero a quien recuerdo con aprecio, me platicó la siguiente anécdota: «Cuando yo estudiaba en la Universidad de Nueva York y él presidía el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lo visité en Washington. La reunión duró varias horas. Fue para mí beber en el pozo de sabiduría de alguien que hizo historia en México. Posteriormente lo visité en su casa de Cuernavaca, siempre dispuesto a platicar sobre sus experiencias.»

Durante su gestión como Secretario de Hacienda se alcanzó un crecimiento promedio anual del 6.2% y una inflación promedio anual de 2.6%. Ortiz Mena sirvió a dos Presidentes. A uno de ellos lo calificaron de izquierda y al otro de derecha. A pesar de ello, en los doce años México mantuvo fundamentalmente la misma política económica. Esa política, promovida por Ortiz Mena, fue más allá de las tendencias ideológicas del Presidente en turno. Las líneas fundamentales pueden parecer simplistas para algún estudiante de posgrado en economía, pero dieron resultado.

Ortiz Mena, abogado, tenía un gran sentido común y actuaba con lógica económica. Uno de sus secretos fue mantener controlado el gasto público. Siempre les pidió a los Presidentes que no gastaran más de lo que podían financiar sanamente. También les aconsejó mantener precios libres y reducir en la medida de lo posible los subsidios. En otras palabras, finanzas sanas y un entorno macroeconómico que infundiera confianza.

Durante varios años de esos doce, la inflación fue menor a la de Estados Unidos, por ello y la baja deuda externa, no fue necesario devaluar el peso. La baja inflación logró que los salarios tuvieran durante su gestión, a pesar que se revisaban cada dos años, el mayor incremento real del siglo pasado en el país. Los resultados económicos de su gestión están registrados como los mejores en la historia moderna de México.


¿Prejuicios o principios?


La palabra “prejuicio” está desprestigiada, lleva una gran carga emocional, pero es muy útil para atacar a quienes opinan en contrario. No sé si la confusión entre los conceptos “prejuicio” y “principio” o “valor” sea voluntaria, subconsciente o auténtica, pero muchas personas utilizan el primero para atacar al segundo: lo que tú dices es por prejuicio, cuando la verdad es que lo que el otro dice lo dice por ser un principio.

¿Qué es un prejuicio para los diccionarios? Es una “opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal” para el RAE. Otra definición es: “juicio u opinión, generalmente negativo, que se forma inmotivadamente de antemano y sin el conocimiento necesario”. ¿Cuáles son sus sinónimos? recelo, suspicacia, prevención, preocupación, obcecación, ofuscación, arbitrariedad, tabú, monomanía, convencionalismo, terquedad, aprensión, escrúpulo. Siempre se considera que un prejuicio es una opinión sin base, hecha sin conocimiento del tema, por eso es tan útil para atacar a quien argumenta contra lo que se afirma, para desprestigiarlo.

Es muy común escuchar la palabra prejuicio cuando los partidarios de asuntos como el aborto, la eutanasia y la homosexualidad y por supuesto el “matrimonio” entre homosexuales se refieren a las opiniones en su contra. El rechazo a opiniones basadas estrictamente en principios morales lo califican como “prejuicio”, cuando se trata realmente de lo contrario: la defensa del principio moral o ético es el producto de un juicio de valor, hecho con conocimiento de causa; no se pre-juzga, se juzga.

Los principios de la moral natural, los derechos del hombre, el derecho a la vida, son productos de largas y fructíferas reflexiones hechas por muchos pensadores a través de la historia; son producto de juicios de valor, exactamente lo contrario de lo que es un prejuicio.

Curiosamente, muchas de las posiciones tomadas por los defensores de la cultura de la muerte o de la homosexualidad como forma “normal” de vida, son auténticos prejuicios. Aceptan las posiciones contrarias a los principios precisamente porque no han sometido a juicio dichas posiciones. Decir que defender un principio (que contradice sus deseos) es un prejuicio es una cómoda forma de evitar el juicio moral ante temas de vital importancia para la sociedad.

Acusar a alguien que defiende principios de tener prejuicios en temas como los señalados, es lo mismo que acusarlo de “retrógrado”. Este caso es también lo contrario: los verdaderos retrógrados son quienes piden volver a la edad de las cavernas, antes de que la humanidad descubriera y/o aceptara el valor de la vida humana, por ejemplo, como principio.

Quienes defendemos principios morales que la humanidad ha sostenido a través de los siglos, y sobre los cuales no se puede moralmente transigir, debemos rechazar la etiqueta de “prejuicio” para nuestros principios. Pero he visto que el silencio en muchas mesas de discusión pública permite que el observador caiga en el juego de que, efectivamente, se trata de prejuicios, no de valores o principios lo que se están oponiendo a los antivalores.

En una discusión sobre temas moral o éticamente controversiales como la bioética o las culturas de la vida y de la muerte, y cada vez que alguien diga que se defiende lo contrario -los principios de moral universal frente a posiciones permisivas e inmorales- por prejuicios, debemos enfrentarlo con peticiones de juicios de valor, de someter ambas posiciones a juicio.

Sin duda que mucha gente acepta falsos principios como auténticos, digamos el supuesto derecho de la mujer a deshacerse de su embarazo con un aborto provocado, y por tanto lo defiende así, y es entonces precisamente cuando el juicio de valor es más valioso y oportuno. Quien así piensa, ha prejuzgado el valor de la cultura de la vida. Si el adversario nos acusa de tener prejuicios –cuando son en realidad valores o principios- es cuando la petición de juicio de valor demostrará la supremacía de los valores o principios sobre los falsos valores o los verdaderos prejuicios a favor de la cultura de la muerte y otros temas semejantes.

Bush en México


El Presidente George W. Bush llegó a México, después de haber visitado Brasil, Uruguay, Colombia y Guatemala. Es natural que haya seleccionado a México como la última escala de ese viaje por el continente. Son días con el Presidente Felipe Calderón en la bella ciudad de Mérida, Yucatán. Se trata de un viaje que promueve esperanza para un continente que está avanzando en términos económicos, pero que aún sigue padeciendo pobreza e inequidad. Veo a México como una promesa ejemplar para esta región del mundo.

Sé que el Presidente Bush y los líderes de los Estados Unidos de América están comprometidos con el progreso democrático y económico del Continente Americano. Tenemos este compromiso porque se trata de una región que compartimos con países cuya seguridad y prosperidad están entrelazadas. Tal como lo dijo el Presidente Bush: “Favorece el interés nacional de los Estados Unidos de América ayudar a que los pueblos de las democracias tengan éxito. Cuando nuestros vecinos son prósperos y viven en paz, hay entonces mejores oportunidades económicas y mayor seguridad para nuestro propio pueblo”.

Es cierto que los encabezados noticiosos de los últimos años se han concentrado de manera particular en el Medio Oriente y en otros lugares de Asia. Pero aun cuando nuestro trabajo en la América Latina se ha visto eclipsado por los encabezados, los Estados Unidos han permanecido comprometidos con la región. Por ejemplo, desde que tomó posesión, el Presidente Bush casi ha duplicado la ayuda al Continente. Su administración ha prometido alivio a la deuda, mayor comercio y ha alentado la reforma y transparencia gubernamental. Aún queda mucho por hacer y vamos a hacerlo. Nuestro objetivo, como lo indicó el Presidente es “un continente Americano donde se respete la dignidad de cada persona, en el que todos participemos y donde las oportunidades lleguen a todas las poblaciones y a todos los hogares”.

El viaje del presidente Bush demuestra también el compromiso de los Estados Unidos de promover la libertad, la prosperidad y el bienestar general de los habitantes de este continente. Durante el último año hemos sido testigos del fortalecimiento de la democracia en toda la América Latina con elecciones en 11 países. Al mismo tiempo que se fortalecieron las instituciones democráticas, la región siguió creciendo en términos económicos. Las recientes elecciones en la región reflejaron un amplio aprecio público de los beneficios de la democracia. Sin embargo, también dejaron en claro que sus ciudadanos esperan grandes cosas de la democracia, las cuales se cumplen sólo parcialmente. Es nuestra responsabilidad compartida hacer precisamente que los beneficios de la democracia estén disponibles de manera amplia y, en especial, que se dé atención particular a los pobres, a los marginados y a todos que no se sienten representados por las instituciones políticas.

Como una prueba de esa responsabilidad compartida, el presidente Bush anunció una serie de nuevas iniciativas, que incluyen aportar 385 millones de dólares para subvencionar hipotecas de las familias trabajadoras en México, Brasil, Chile y los países de América Central.


Adicionalmente, ha propuesto aportar 75 millones de dólares para nuevos programas educativos, crear una institución que capacite en el cuidado de la salud, y desplegar un buque hospital de la Armada de los Estados Unidos con equipos médicos que tiene la capacidad de atender a 85,000 pacientes y realizar 15,000 operaciones quirúrgicas. El buque viajará a 12 naciones del Caribe y de América Latina. Los Estados Unidos también asistirán a empresas para aumentar su acceso a capital a través de nuevos préstamos, de manera que pueda florecer el espíritu empresarial en la región. En los próximos meses, la Casa Blanca convocará a una conferencia sobre el Continente Americano que va a reunir a representantes de la sociedad civil y del sector privado con el fin de buscar las formas más eficaces de entregar apoyos y desarrollar instituciones representativas.


De regreso a la América del Norte, el Presidente Bush concluirá su viaje precisamente aquí, la región especial del Continente que comparten México, Canadá y los Estados Unidos. Estamos trabajando arduamente para hacer que ésta sea la región más segura, próspera y democrática del mundo. México representa el nexo entre la América del Norte y el resto de Latinoamérica: su rica cultura, geografía e historia tienen raíces sólidas en ambas regiones. Aunque México es una parte tan integral de América Latina, también es extraordinario ver cuánto se extienden también los nexos entre México y los Estados Unidos. Las conexiones entre nuestras familias, comunidades y empresas van mucho más allá de los lazos tan sólidos que hemos establecido a nivel político. De manera sorprendente, cada día del año nuestros dos países realizan entre sí transacciones comerciales por casi un mil millones de dólares. Además nuestra creciente interdependencia nos hace cada vez más fuertes.

El Presidente Bush aprovecha también su estancia en México para apoyar los esfuerzos del Presidente Felipe Calderón en cuanto a reducir la pobreza y la desigualdad del ingreso, ampliar las oportunidades económicas y restaurar la ley y el orden. Con respecto al asunto complejo y políticamente delicado de la migración, nuestro presidente ha dicho con claridad que “es importante y esencial que el Congreso apruebe una amplia reforma migratoria que yo pueda firmar convirtiéndola en ley”.

Sé que los Presidentes George W. Bush y Felipe Calderón se comprometieron a abordar una amplia agenda con el fin de fortalecer nuestra relación bilateral, lo que incluye aumentar nuestros esfuerzos de cooperación para combatir al crimen organizado, promover los intercambios educativos conjuntos e impulsar decididamente el comercio y la inversión, la creación de empleos y los esfuerzos para reducir la pobreza. Vamos a trabajar juntos para abordar nuestros retos comunes de manera responsable, respetuosa y en el mejor interés de nuestros dos países.

Los Estados Unidos son afortunados en tener un socio que disfruta de relaciones positivas con los países ubicados al norte y al sur de sus fronteras. Cada vez más, México es un modelo para toda la región. Se trata de una nación en movimiento, con líderes en todo el espectro político que tienen la visión y la determinación de conducir a este país a través de una profunda transformación. He tenido el privilegio de observar un gobierno que reconoce el imperativo de la seguridad y de fuertes instituciones representativas, que está comprometido en combatir la pobreza y las desigualdades que aún afectan a la sociedad mexicana, y que tiene el ánimo de aprovechar los mercados con el fin de que todos los mexicanos –no sólo las elites disfruten de oportunidades económicas y avancen en la senda hacia la prosperidad.

El liderazgo político de México está poniendo en vigor políticas orientadas a fortalecer el imperio de la ley, atraer inversiones, mejorar los servicios públicos y combinar la prosperidad económica y la justicia social. Sería una sabia medida que otros países de América Latina emularan las acciones de México.

Como siempre, les doy las gracias por su interés en las actividades de la Representación de los Estados Unidos en México. Que Dios bendiga a México y a los Estados Unidos.

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