martes, 13 de octubre de 2009

¿Por qué si o por qué no al 2& en el consumo?

Por: Equipo yoinfluyo.com
martes, 06 de octubre de 2009

Tras el Tercer Informe de Gobierno del Presidente Felipe Calderón, para ser más precisos, el 8 de septiembre, se dio a conocer la propuesta del paquete económico para 2010 que trabajó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) al mando de Agustín Carstens.
¿En qué consiste?
A grandes rasgos en el aumento de un impuesto de 2 por ciento general a todas las operaciones comerciales del país (incluyendo alimentos y medicinas); un aumento del 4 por ciento a las telecomunicaciones, con excepción de la telefonía básica y rural. También se propuso elevar el Impuesto Sobre la Renta (ISR) mínimo de 20 a 30 por ciento, y aumentar en 1 por ciento el Impuesto a los Depósitos en Efectivo, entre otras medidas.
Todo, enfocado a combatir la pobreza.
No obstante, al día siguiente y desde entonces se han levantado innumerables voces en contra de la propuesta del Ejecutivo, pues los partidos de oposición, aunque se comprometieron a evaluar el documento, de antemano dijeron "no" al aumento del 2 por ciento general.
Según lo que se viene manejando en el Congreso, es muy probable que pase exentando a una canasta básica de alimentos y medicinas. El gobierno necesita recursos, es un hecho. Pero, ¿por qué sí o por qué no al 2 por ciento sobre el consumo?
Es mejor que el impuesto se aplique sobre el consumo y no en el ISR, porque si éste aumenta estarían reduciendo nuestra capacidad de compra. Reducirían los recursos para que podamos ahorrar, invertir o gastar. Mientras que al ser en el consumo, le pegaría sólo al que compre, y consumirá el que necesite, pueda o tenga un sobrante y no le afecte.
En todos lados lo único que escuchamos es: ¡Aumento, aumento, aumento! Pero, ¿qué acaso el 2 por ciento general no es una buena forma de combatir la informalidad?, ¿de obligar a aquellos que evaden impuestos a que apoyen económicamente el desarrollo del país y a que no eludan su responsabilidad?
Los medios hablan de estallidos sociales, desacreditan la posibilidad de que el dinero realmente llegue a los pobres, pero la cuestión de fondo es qué opina la ciudadanía. En varios medios y de acuerdo con algunas encuestas, como la realizada por Grupo Imagen, buena parte de los ciudadanos dijo estar de acuerdo con el aumento de impuestos, y más si el dinero sirve para ayudar a los más necesitados.
Obviamente también hay muchos que se oponen a esta medida, que consideran que los gobiernos sólo sangran a la ciudadanía; que se inclinan porque la autoridad ahorre, que haya menos diputados y senadores, que se reduzcan las dietas y las prestaciones a los funcionarios. Claro que todo ello debe hacerse, pero no es suficiente.
El gobierno no es el único responsable de sacar a México adelante, todos tenemos que hacerlo, en conjunto, con sinergia y unidad, porque todos somos mexicanos y en septiembre demostramos cuán patriotas somos y cuánto amor sentimos por nuestra nación.
Por lo mismo, es momento de ser congruentes. No sólo hay que gritar ¡Viva México! cuando hay fiesta, sino demostrar ese amor con obras, con sacrificios y todos, absolutamente todos, debemos sumarnos a la acción. Es hoy cuando nos encontramos ante un momento decisivo, o apoyamos al país, o dejamos que se hunda en medio de la crisis económica mundial.
Es tiempo de ser subsidiarios; si tenemos la fortuna de tener un trabajo, hay que colaborar al desarrollo social, colaborar con la causa de los que menos tienen; es ahora cuando verdaderamente demostraremos cuán solidarios somos. No importa qué tantas veces hayamos pregonado la solidaridad, hay que demostrarlo al pagar los impuestos que se aprueben.
Es difícil, todos tenemos gastos y necesidades, pero por lo mismo necesitamos compromisos constantes y congruentes, ya que en la medida en que otros mejoren su situación y el desarrollo social se consolide, a nosotros también nos irá mejor.
Hoy comenzamos a luchar por el bien común, ese concepto abstracto del que tanto hablamos y que a la vez anhelamos; si nos unimos todos, a largo plazo y en el futuro podremos alcanzarlo. Ése, sin duda, sería uno de los mejores legados que podríamos dejar a nuestros hijos.
Querido lector, súmate a la lucha por México.


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