martes, 12 de enero de 2010

Que se vayan al diablo con sus instituciones: AMLO

Por: Federico Müggenburg

enero / 2010

 

El primero de septiembre de 2006, en uno de sus clásicos desplantes, "iracundo y con el rostro desfigurado", dicen los cronistas, Andrés López sentenció a sus seguidores en una de las llamadas "asambleas informativas", con una frase que se convirtió en referencia para sus distintas actuaciones: "Que se vayan al diablo con sus instituciones". Así mandó al diablo, al IFE, y al Tribunal Federal de los procesos electorales.

Cabrán las preguntas si también lo hizo con su propio partido el PRD, ya que algunas acusaciones sobre el inventado "fraude electoral" recayó en integrantes de casilla electoral de su propio partido y si ésta fue una de sus clásicas ocurrencias verbales o fue una elaborada inspiración de sus asesores, entre los que más destaca Víctor Manuel Camacho Solís, que se quedó esperando el "dedazo" de Carlos Salinas de Gortari, para ser presidente de México, lo que le configuró un cuadro de frustración, amargura y rencor, que a la fecha sigue vigente.

Pronto arremetió contra la Iglesia Católica, la Conferencia Episcopal y particularmente al Cardenal Rivera, enviando a sus esbirros para insultar al Primado y atacar físicamente a la Catedral Metropolitana. Instalada la legislatura arremetió también con sus huestes, "tomando" la tribuna del Palacio Legislativo de San Lázaro. Poco le importó el rango de cualquiera de las instituciones y las personas, creó un caos en la ciudad capital, al haber establecido una mega carpa, que la partió en dos, impidiendo la libre circulación de transportes y personas. Trató además de impedir la toma de posesión del presidente electo, Felipe Calderón.

Avanzando el tiempo y con planes de precisión, inició con su gente en la Asamblea Legislativa y el apoyo de Marcelo Ebrard, gobernador del Distrito Federal, un proceso de eliminación de las personas no nacidas, legalizando y despenalizando el aborto en la legislación de la Ciudad de México, hasta la décima segunda semana del embarazo. Otra muestra evidentísima del desprecio por las instituciones, fue el garlito organizado en el proceso electoral de la Delegación de Iztapalapa, con la invención de "Juanito", verdadera burla de la ley y los procesos electorales.

Más recientemente los perredistas seguidores de Andrés López, también impulsados por Marcelo Ebrard han lanzado un proyecto demoledor de la institución base de la sociedad, la familia, haciendo que se apruebe en la Asamblea Legislativa de la ciudad de México, una ley que equipara la unión de dos personas del mismo sexo, con el matrimonio, así como autorizar la posibilidad de que esta absurda configuración jurídica, tanga capacidad de "adopción" de niños.

Los señalamientos y advertencias previos y posteriores de diversas instituciones eclesiásticas y civiles, defensores y testigos de la expresión auténtica de la familia sólo sirvieron de acicate para hacer mayor escarnio de las mismas. Una notoria selección de líderes políticos e intelectuales, que viven la consigna de aplicar lo que hoy es llamado "políticamente correcto", se ha puesto a favor de este llamado "avance de los derechos humanos", que no es tal. Se pretende equiparar a la Ciudad de México, con lo que algunos estados de la Unión Americana y algunos países de la Unión Europea, han postulado legislativamente en el mismo sentido y así presumir de ser una llamada "vanguardia", junto con ellos.

Hay personas que con frecuencia se preguntan qué es lo que ha querido decir el Papa Benedicto XVI, cuando afirma con gran precisión que, vivimos una "dictadura del relativismo". La respuesta es que, precisamente se refiere a este tipo de posiciones, que relativizan las definiciones fundamentales, los principios y los valores que fundan y le dan sentido a la persona y las instituciones.

Esto lo hace no por "inventar" una teoría que se funde en motivos religiosos, sino por defender a la persona y su dignidad y a las instituciones, con las cuales la sociedad no podría ser lo que es y lo que debe seguir siendo. Hay asuntos en los que no puede ni debe haber "negociaciones". Uno de ellos es la vida y el derecho a la vida, que es el primero de los derechos humanos. Otro es la institución de la familia como base, fundamento y origen de la sociedad. Y un tercer elemento no negociable, es el "derecho a la educación", que los padres tienen antes que nadie, sobre sus hijos.

Llama la atención que hoy existan diversas asociaciones que se erigen en defensa de los animales, del medio ambiente, del equilibrio ecológico o de la ¡madre tierra! Que reciben impactante apoyo de los medios masivos de comunicación, pero que por el contrario, han dejado de considerar o ser sensibles a los derechos fundamentales, como la vida humana y la familia constituida en el matrimonio monogámico. Esto a cualquier persona que no haya perdido el "sentido común", debería llamarle la atención.

Pero, por aquello de que "no es políticamente correcto", prefieren ponerse de perfil sin pronunciarse, no los vayan a confundir con los "fundamentalistas", "dogmáticos" o "recalcitrantes" de la "extrema derecha". Ya olvidaron aquello de "los tibios que serán escupidos por mi boca", como consta en las Sagradas Escrituras, según la sentencia de Jesucristo. Los tiempos actuales son de definiciones en temas fundamentales y estos los son. Las instituciones dan sentido y posibilidades para la configuración de las estructuras sociales indispensables para la vida en convivencia, que tiene por objeto esencial, el bien común. Lo contrario es la anarquía, que siempre lleva a la tiranía de los egoísmos y los vicios.

 

 

 «LA ORACIÓN DEL QUE SE HUMILLA PENETRARÁ HASTA LAS NUBES»

 



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