domingo, 29 de julio de 2007

Explosiones...

¿relacionadas con problemas del PRD en Oaxaca?

Manuel Díaz Cid

Los titulares de la prensa destacan la información de el EPR se adjudica las explosiones ocurridas en Guanajuato y Querétaro en los oleoductos. Los orígenes del EPR son confusos, se hace referencia al 1 de mayo de 1994 como fecha de formación y que obedecía a la larga trayectoria de otros grupos de los cuales, se desprendieron los fundadores del EPR incluso, desde 1972 se vincularon los personajes que se identifican con el EPR con las organizaciones que operaron bajo el mando de Lucio Cabañas, en Guerrero.
En teoría, el Sargento segundo del batallón de fusileros paracaidistas, Emiliano Estévez Mondragón, fundó el EPR a los 35 años de edad, luego de leer el “Manifiesto de Aguas Blancas”, firmado el 28 de junio de 1996 por el Comando Francisco Villa, el Comando Morelos, la Brigada Genaro Vázquez, la Brigada 18 de mayo, las células comunistas, la Brigada de los Trabajadores, la Brigada Campesina de Ajusticiamiento y la Organización Armada del Pueblo (ORAP).
El “Manifiesto de Aguas Blancas” se repitió el 9 de agosto de 1996 con el título de “Manifiesto de la Sierra Madre Oriental”, documento en el que se exhortó a crear movimientos armados capaces de aglutinar a la izquierda, en la búsqueda de su propósito revolucionario.
Seguir las teorías de los grupos de la izquierda radical significaría caer en la tentación al mito del eterno retorno, a iniciar un camino para terminarlo allí donde se comenzó es decir, para no ir adelante sino estancarse en un círculo vicioso. Es la historia de un grupo como el EPR, que no cree en la democracia, descalifica a las instituciones y a los ciudadanos porque considera, que ellos tienen el derecho de establecer una dictadura para obligar a la sociedad cumplir sus planteamientos, tal como lo está haciendo Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Fidel Castro en Cuba.
El EPR aparece y desaparece sorprendentemente. Entrar en el juego de suposiciones y valores entendidos, donde se permite a una persona hacer una gira en el país arengando contra las autoridades y refrendando su declaración de guerra al Estado mexicano, como se hizo el 1 de enero de 1994, hace inconcebible la tolerancia de los gobiernos, porque dan paso a juegos en los que se desconoce si las explosiones fueron ocasionadas por una bomba, por negligencia o por robo.
El EPR tiene garantizada la nota cuando se adjudican un atentado porque, los medios no se detienen a analizar la fidelidad de los datos porque de ser así, las medias que el gobierno tendría que tomar en este caso, serían distintas.
El EPR se atribuyó acciones en Morelos, contra instituciones bancarias, acompañadas de declaraciones que amenazan la destrucción del capitalismo imperialista y sus ramificaciones sin embargo, a diferencia de una guerrilla, el EPR desaparece luego de cometer sus tropelías. La guerrilla (FARP, Sendero Luminoso, Tupamaros, Los Montoneros, por ejemplo) y las organizaciones que fundó Genaro Vázquez, Carmelo Pérez, Lucio Cabañas tenían una secuencia de actividades es decir, estaban permanentemente en acción, siguiendo la regla de la “Guerra de la Pulga”, conscientes de que sus atentados sólo los convierte en motivo de noticias.
El campo de operación de las Guerrillas es el de las columnas de los medios de comunicación; sólo así tienen una repercusión delante de la comunidad. De nada serviría seguir la clave del terrorismo de “matar a uno y aterrorizar a mil” si no hay medio de comunicación que difunda sus acciones.
El factor tiempo es para los guerrilleros una ventaja; el financiamiento en cambio, es un punto vulnerable. Es mentira que una guerrilla la integren los pobres por eso basta con calcular el costo de una bala de un fusil AK-47 y concluir la necesidad de financiamientos importantes desde fuera o bien, recurrir a secuestros y asaltos para comprar los mecanismos de subsistencia.
Existe una relación entre Oaxaca y Guerrero con el EPR. Como una casualidad, el EPR aparece para calentar los ánimos, exacerbar a la opinión pública y dar al PRD delante de la sociedad la solución de “No queremos una izquierda revolucionaria, sino una democrática”.
Si el PRD en verdad busca una izquierda democrática, tendrá que actuar en el orden práctico de tal manera que, la declaración de AMLO de mandar al diablo las instituciones no se interprete, específicamente en este escenario, como la legitimación de la violencia que el EPR pretende representar, con los atentados que “presume” haber realizado.

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