martes, 31 de julio de 2007

Yo quiero a mi Chole


Enrique Galván-Duque Tamborrel

Sólo cuando se ve a un personaje grosero y vulgarque hace las delicias de la gente que se cree distinguida,es cuando se impone esta idea de la ramplonería general.

La posición asumida por Andrés Manuel López Obrador y sus paniaguados del todo o nada, y condicionar a que se cumpla su capricho porque si no amenaza a estorbar al gobierno legítimamente constituido, aparte de ser una posición enfermiza es un delito de lesa Patria, pues es dañar a la nación con todos los agravantes.

Después de inconformarse con la decisión del primer árbitro (IFE) --cuestión a la que está en todo su derecho--, acusando a diestra y siniestra a todo el que se le oponga de corrupto, ahora está empecinado en que Calderón esté acepte el recuento del 100% de los votos a pesar de que éste le ha contestado una y mil veces que eso no está en sus manos, hay una ley y la ley es la ley, además de que en apego a ella es como debe de actuar el árbitro final (TRIFE).

Pero Andrés Manuel es como Gabino Barrera que no entendía razones y sigue con su: “yo quiero a mi Chole”, en alusión de aquella vieja película de Cantinflas “El siete machos” –Al “Siete Machos” (Cantinflas) le dan un brebaje embrujado que hace que el personaje lo único que puede decir para todo es “Yo quiero a mi Chole”--. Esa necesidad o capricho –llámesele como se quiera—es una enfermedad, y así como se le dice a una persona “estás enfermo de gripe o cualquier otra cosa” y no se ofende porque no es motivo de ello, alguien le dijo que estaba esquizofrénico, porque esos son síntomas de esquizofrenia, y se sintió atacado. Acusando precisamente con esta reacción que si está enfermo.

Lo preocupante es que muchos de sus seguidores lo hacen con verdadera e irracional obsesión y, con la actitud de su “Führer”, prometen ser una verdadero obstáculo para el futuro gobierno que seguramente –espero-- no va a ser encabezado por él. Realmente el futuro para México es incierto, sin embargo tengo fe en que finalmente se imponga la razón, pues sería lamentable que prevaleciera nuestro sino: la desunión, esta maldición que ha impedido, desde que somos independientes, que México dé el estirón. ¿Qué hubiera sido de nuestro país si los mexicanos hubiéramos sido unidos?, ¿Será que nunca lo podremos ser?

Hace como dos años, Vicente Fox presentó ante el Congreso de la Unión una iniciativa con varias reformas electorales, entre ellas la de la segunda vuelta –entre los dos punteros-- en las elecciones para presidente, pero para variar la echaron al cojón del olvido. Si se hubiera –el eterno “si mi tía tuviera ruedas”—aprobado todos los dimes y diretes actuales no tendrían razón de ser. Lo que si cabe, como ejercicio político-mental, es imaginarse quien ganaría la segunda vuelta. ¿Usted a quien le iría?


Mi inolvidable compañero, colega y amigo Heberto Castillo Martínez me comentó, unos meses antes de que fuera senador, que su gran temor era de que a su partido (PRD) se le fuera a identificar como un partido rijoso e irracional, ¿se cumpliría su temor?

Hace aproximadamente siete años, cuando los partidos políticos estaban inmersos en el proceso para escoger su candidato a Jefe de Gobierno del Distrito Federal, algunos de los pretensos en el PRD vetaron a López Obrador por no cumplir con el requisito de cinco años de residencia en el D.F., después se desistieron y Andrés Manuel fue candidato. Posteriormente, tanto Santiago Creel y Jesús Silva Herzog, candidatos por el PAN y PRI respectivamente, también dieron su anuencia y Andrés Manuel López Obrador fue candidato por el PRD, y de ahí para adelante. Lo importante hacer notar en esto es que un ciudadano, político o no, pero ciudadano al fin, puede cambiar a su voluntad y conveniencia lo establecido legalmente (ley vigente). Ahora Andrés Manuel y sus paniaguados pretenden obrar del mismo modo, que Felipe Calderón de su anuencia para cambiar un procedimiento legalmente establecido, a pesar de que éste le ha contestado reiteradamente que la decisión la tiene el TRIFE y no él. ¡Ah!, pero el señor Andrés dice: “Yo quiero a mi Chole”. Total, como decía mi compadre Dimas: “Siempre que sucede lo mismo pasa igual”.

Lo más importante, México, nuestro país, la tierra que nos vio nacer, donde crecimos, jugamos, estudiamos, aprendimos, maduramos, trabajamos, nos casamos, nacieron nuestros hijos y nietos, en fin, NUESTRA PATRIA, está estancada y lo seguirá si no nos damos cuenta de que sólo unidos y con trabajo tesonero podemos sacarla adelante, del cielo no nos va a caer nada, de esto podemos estar seguros. Ya basta de buscar a quien echarle la culpa, ni Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas, Zedillo o Fox la tienen, los únicos culpables somos nosotros los mexicanos. Ya basta de corrupción y de importamadrismo, vamos a unirnos y a trabajar, sólo así podremos hacer de nuestra Patria lo que en el fondo todos queremos que sea.

«In auribus insipientium ne loquaris: qui despicient doctrinam eloquii tui» --“No hables a las orejas de los necios, porque despreciarán la doctrina de tus palabras”

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