martes, 11 de septiembre de 2007

Tres falacias y tres verdades


Jorge Prieto

1ª LA IMPORTANCIA DE SER IMPORTANTE
En la Roma Imperial, los generales y sus tropas eran enviados a diferentes campañas militares como batir un pueblo rebelde o conquistar algún Estado. Cuando el comandante en jefe volvía victorioso a la gran ciudad, se le recibía en medio de un desfile militar, con vítores, aplausos, cantos y palmas. Al final del desfile llegaba frente al César y al Senado y se le honraba. Pero durante todo el trayecto del desfile, mientras el general era aclamado por las multitudes, un hombre debía acompañarlo en su mismo carro tirado por caballos, susurrándole al oído: “Acuérdate que la gloria es efímera…”.
Hay una infortunada tendencia en el ser humano a sentirse importante y de hecho busca ser importante, a veces ingresando incluso en los terrenos de la locura. Una de las características de la “cultura” que priva hoy día es el honrarnos, querernos y consentirnos a nosotros mismos desmedidamente. Las películas, la televisión, los anuncios y en general toda comunicación multitudinaria, día y noche nos bombardea con conceptos como: “Aprende a quererte, tú lo vales, tu cuerpo es lo más importante, tienes que ser VIP (Very Important Person)”. Es un “tú, tú, tú…” que en nuestros oídos se transforma en un “yo soy, yo valgo, yo merezco”. En una ocasión platicaban dos personas y una decía “es que tenemos que querernos a nosotros mismos” y la otra le respondía “¿para qué quiero quererme a mí mismo? Yo quiero querer a Dios”. “Es que no se puede querer a nadie si no nos queremos primero a nosotros mismos”, y el otro respondía “si no queremos a Dios no podemos querer a nadie, ni a nosotros mismos”.
Cada día es más difícil convencer a la gente de la importancia de la obediencia (porque todo incita a rebeldía), y convencerlos del valor del sacrificio (porque todo nos habla de dar culto al ego y al cuerpo). Cada vez hay mayor desobediencia en los hijos y por ende rebeldía a toda figura de autoridad, a los jefes en el trabajo, a la policía, a los maestros en la escuela, etc. Esto se transforma en mentiras, anarquía, intolerancia y desorden y, a su vez, se manifiesta en asesinatos, guerras, suicidios, soledad, divorcios, drogadicción, abuso infantil, abortos, etc., lo cual repercute tanto en las diferentes comunidades como en todo el planeta.
Aunque difícil de captar la relación, de aquí provienen el incremento de tsunamis, terremotos, pestes y otros fenómenos que denotan un rompimiento del equilibrio que Nuestro Señor dio originalmente a la naturaleza. Gran parte de todos los problemas que estamos viviendo en el mundo entero es por ello. Somos prontos para enojarnos y tardos para disculpar. A la gente no le interesa ya esforzarse, contenerse, ayudar ni compadecerse sino “sobresalir, ganar, triunfar, tener”. Esto es un gozo ficticio. Entre más busca el hombre la felicidad a través de dar culto al cuerpo o al ego, más se aleja de ella. El placer sensorial o el que nos admiren no tienen nada que ver con el verdadero gozo. La adoración a uno mismo o a nuestro cuerpo sólo conduce a la estupidez y a huir de la verdad. El que anda en mentiras sólo puede ir por la vida tropezando y al final cae al barranco y muere.
NO ES IMPORTANTE SER IMPORTANTE. La humildad no es darle tres vueltas al sombrero ni taparse la cara con el rebozo. Humildad es andar en verdad, conocerla y amarla. Estar conscientes de nuestra pequeñez y aceptarla. No pasa nada, y en cambio crecemos un poco. ¿Intuían los romanos nuestra tendencia a perder piso?, ¿sabían que la soberbia puede llevarnos al despeñadero?, ¿lo entendemos y aceptamos nosotros? Es como el cazador que va persiguiendo la liebre y en su carrera la liebre brinca al precipicio tratando de escapar y el cazador en su obsesión duda… pero se arroja también con el ímpetu de atraparla y con la esperanza ficticia de que lo logrará y de que nada le pasará. Necesariamente morirá el que se engaña. Se estrellará en el fondo del barranco por necio. Le sucede a algunos, puede sucederle al planeta entero.
¿Qué nos dice la Iglesia?: “Acuérdate que polvo eres y en polvo te convertirás…”. Cuando reflexionamos sobre la muerte, que necesariamente llegará, las dimensiones de “lo efímero” que tenían los romanos nos llega de golpe con claridad. ¿Cuánto puede vivir un ser humano, 20 años, 50 años, 100 años? Quizá con los adelantos modernos podamos llegar a vivir 700 años o más, pero ¿y después?, después viene la eternidad. Ya fuera del tiempo y el espacio quedamos suspendidos en una inclinación inamovible de la voluntad. Inclinados al Amor y La Verdad o alejados irremisiblemente de ellos, ya no va a haber posibilidad de dar marcha atrás ni de arrepentirse. Lo que decidamos en esta vida permanecerá en la otra, fuera del tiempo y del espacio, sin posibilidad de cambio. Antes de brincar tras la liebre detengámonos, pensémoslo, no nos engañemos ni permitamos que el que está muerto en el fondo del barranco nos engañe.

2ª EL ORDEN QUE DIOS DIO A LA NATURALEZA
Todos hemos visto fotos espectaculares que nos asombran y maravillan de atardeceres, amaneceres, árboles, lagos, mares, desiertos, montañas, animales, flores, bosques, picos nevados, etc. Por el Don de Ciencia podemos saber que esto no es más que un ligero resplandor del amor y la sabiduría de Dios. Siendo el Creador de todo y por Ser El que Es, nada ni nadie puede ser más sabio que Él. Si estos pequeños destellos de su grandeza nos intimidan y embelezan, no es difícil concluir que sólo Él, y nadie más, puede crear y sustentar bajo equilibrio perfecto todo cuanto existe. Incluso al margen de la Fe, puede uno percatarse de que la Creación no puede ser fortuita, como tampoco puede resultar, por sí mismo, un devenir superior de algo inferior.
Con igual perfección fue creado el hombre, la Tierra y el universo entero, sus partes, relaciones y componentes, porque somos irradiación de su Amor perfecto. Desde el fotón hasta las galaxias, desde el microbio hasta la ballena, todo en su perfección habla de Dios y de Su naturaleza. Algunos le quieren percibir, otros no. Si esto nos sucede al contemplar sus obras, ¿alguien puede imaginar lo que es estar frente a Él?, ¿verle “cara a cara”?
No podemos, con lógica, más que aceptar su Señorío, Magisterio y Amor. Lo único que tenemos de nuestro, porque Él nos lo ha dado, es nuestra libertad para amarlo, adorarlo, creerle, obedecerle y esperar en Él. Pero el mal uso de esta libertad sólo complica las cosas, rompe el equilibrio en nuestra voluntad, en la naturaleza (incluida la nuestra), en el universo entero… y finalmente en nuestra felicidad misma. Esto tiene sólo una palabra: rebeldía.
La falacia aquí es creer que somos tan listos que podemos mejorar o cambiar lo establecido. Si nos da miedo la muerte, por ejemplo, y quisiéramos evitarla, sólo hay que recordar que Nuestro Señor Jesucristo murió por amor a nosotros, sin necesidad ni culpa. Con este cuerpo no podemos presentarnos ante Dios. Es necesario que muera el cuerpo, (el alma nunca muere, en este sentido), y seamos resucitados para poder estar en su divina Presencia. Esto es en realidad el Cielo y la verdadera felicidad o gozo.
Como esto todo lo demás. La “ciencia” pretende hacernos creer que puede mejorar la naturaleza y nos vende la idea (junto con los productos y servicios necesarios para ello), de que al evitar enfermedades, males congénitos, proveernos de embarazos otrora imposibles, próximamente el diseño de hijos “perfectos”, muchos “adelantos” para hacer más cómoda la vida, etc., todo va a mejorar. La verdad es que no podemos mejorar el orden que Dios creó ni sus preceptos, ni debemos evitar sus correcciones al ejercicio equivocado de nuestra libertad. No debemos ser rebeldes sino obedientes, sumisos con el Señor.
Debemos desarrollar y utilizar la ciencia para curar nuestras dolencias y arreglar nuestros problemas en tanto no se haga a un lado el Amor. Todo parte de los primeros dos mandamientos. “Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, y a tu prójimo como a ti mismo”. Al momento de tomar decisiones, el tener en mente y aceptar estos preceptos, nos dará la pauta para actuar u omitir correctamente. El Don de Sabiduría, que es el Espíritu Santo habitando en nosotros, nos guiará sobre lo que tenemos o no qué hacer o evitar. Dios sabe si concede hijos dentro de esos límites o no y porqué. De igual manera Él sabe porqué sufrimos, porqué nacen niños enfermos, porqué murieron estos o aquellos, Etc. Tratar de cambiar esto, por caminos equivocados, es pensar que se es superior a Él. La comodidad con frecuencia es en nuestra contra, al igual que la diversión y los “placeres”. Tampoco lo culpemos de las consecuencias del mal uso de nuestra libertad. Todo el desorden que estamos viviendo en nuestras sociedades y en el mundo es por nuestra culpa. En mayor o menor medida todos somos culpables por nuestra rebeldía. No brinquemos al vacío tras el espejismo engañándonos con que no nos va a pasar nada. Ni que tampoco nos engañe el que está muerto en vida al lado nuestro o el muerto mayor al fondo del barranco.

3ª EL RELATIVISMO
“No existe lo bueno y lo malo, porque lo que es bueno para unos es malo para otros…”, escuchamos cada día con mayor frecuencia, pretendiendo racionalizar lo injustificable. Tratándose de medicinas esto es cierto, pero tratándose de preceptos morales, resulta una falacia. De muchas maneras se pretenden eludir las normas que tienen su origen en la Revelación y la Tradición. El respeto a la vida, el orden que Dios dio a la naturaleza, Varón y Hembra, y todo lo que deviene de los dos mandamientos principales se ha concretado desde tiempos inmemoriales en leyes que los resumen. “No matarás, No robarás, No desearás… Etc.”, en los diferentes países a través de los tiempos nos dieron bases para la convivencia pacífica y armónica entre pueblos y sociedades.
Pero el mal avanza, en mayor o menor medida, por culpa de todos, y hoy día se pretende una “apertura” de la Iglesia Católica que es tan sólo una racionalización para encontrar justificantes que no existen. La defensa de la vida debe seguir incólume, no podemos disponer de nuestra vida ni de la ajena. El aborto, la eugenesia y la eutanasia seguirán siendo delitos hasta el juicio donde no se “arreglan” las cosas. El “matrimonio” entre desviados seguirá siendo contranatura mientras en la Biblia siga escrito “Dios los creó Varón y Hembra…”, y mientras continúe asentado que Cristo asistió a las Bodas de Canaán, validando con su presencia el matrimonio dentro del orden que Él dio a la naturaleza y no el que pretende darle el mentiroso, el “gran arquitecto del universo” ni sus hijos. Los clonados no serán seres humanos sino aberraciones y todo se reduce a algo muy simple: ¿Creo, adoro, amo y espero o no? Si en verdad creo, en congruencia acepto y obedezco. La racionalización o el condicionamiento a mis intereses, a mi arrogancia o a mi “inteligencia” simplemente equivalen a decir no. NO PUEDE HABER “INTERPRETACIONES” EN LO ASENTADO EXPRESAMENTE. No obedecer sólo puede traducirse en ir tropezando por el camino y al final caer al precipicio. Si pudiéramos entender a Dios y sus caminos y reglas, simplemente no sería Dios. Si Él cupiera en nuestra limitada inteligencia y comprendiéramos su naturaleza y sus decisiones, ¡qué pequeño Dios sería! Lógicamente sólo debemos aceptar lo que no entendamos y vencer nuestra propia arrogancia. Sobre todo al conocer que todo se basa en el Amor, se justifica lo que excede nuestra “inteligencia”.
Ya lo manifestó desde el principio de su pontificado Benedicto XVI. En tanto el sustento de la única Iglesia fundada por Cristo es Él mismo, de ninguna manera puede ésta desoír a La Piedra Angular. El rompimiento de cualesquiera de estas normas emanadas del decálogo y desarrolladas en el Catecismo de la Iglesia Católica (Juan Pablo II), sólo puede traer consecuencias funestas para el hombre y sus comunidades. No sólo en la Vida futura sino incluso en este mundo. Si el mundo entero está “patas arriba” es porque el hombre ha ido encontrando relativismo en donde sólo hay mandatos sabios, claros y definitivos.
¿Cada vez serán menos los católicos? Seguramente… pero esto no debe sorprendernos, está escrito hace dos mil años “y si esos tiempos no se acortaran (el fin del mundo), no quedaría ni un solo hijo de Dios…” (en palabras mías), pero la Iglesia Católica subsistirá hasta el fin. La puerta a la Vida es angosta y ancha la que conduce a las tinieblas. “Muchos serán los llamados y pocos los elegidos”.
¿Puede “adaptarse” la moral a los tiempos corrientes? De ninguna manera. La “adaptación” realizada por los rebeldes ya se ha ido dando en forma silenciosa, furtiva y constante, y por eso está el mundo como lo vemos hoy día. NO puede haber “interpretaciones” en lo que se ha ordenado expresamente. Una vez más es necesario someterse, obedecer para alcanzar la Felicidad. “No todo el que diga Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino aquel que haga la voluntad de mi Padre…”, y curiosamente el que lo acepta, encuentra que no sólo no era difícil, sino se le abrirá un nuevo mundo de Amor, Paz, Gozo y felicidad que no conocía, desde aquí en la tierra e infinitamente mayor en la otra vida.
berdejap@prodigy.net.mx

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