jueves, 17 de enero de 2008

Al PRI le falta mucho para ser un buen partido

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: Fernando Sánchez Argomedo

Las reformas se han convertido en el Congreso en moneda de cambio, el centro cambiario el PRI. El PRI sigue siendo un partido que no ha aprendido a ser oposición, cuando gana todos deben reconocerle el triunfo y cuando pierde no es capaz de reconocer que perdió.

Por otra parte, al igual que sucede con otros partidos no podemos hablar de un solo PRI, sino de varios PRI. Sin embargo, cada partido tiene su forma de organizarse en “tribus” o grupos de poder. La forma en que el PRI aprendió a organizarse fue en torno al poder y todas sus implicaciones, que durante más de 60 años fue el presidencial y que tanto añoran hoy en día.
Hoy el poder ya no es el presidencial, se ha trasladado a las localidades. Hoy que no hay presidente que mande y presupuesto federal que ayude al control, el poder se ha trasladado a los ejecutivos locales.

Desde el sexenio anterior, el gobierno federal comenzó con una política de mayor distribución a las entidades federativas con lo cual los estados comenzaron a tener mayor independencia en el ejercicio del presupuesto y los gobernadores comenzaron a tener mayores recursos. Como ejemplo podemos citar que el año 2000 la asignación de recursos para los estados por parte de la federación fue de 567 mil millones de pesos. Para el año 2005 alcanzaba ya una cifra de 691 mil millones de pesos lo cual implica 124 mil millones de pesos mas en tan solo 5 años.

Como vemos actualmente, estas políticas se afinan y/o modifican en el Congreso mediante la aprobación del presupuesto y cambios en las leyes fiscales como la tan esperada reforma fiscal.

Con lo anterior, los centros de poder se encuentran esencialmente en los grupos parlamentarios -coordinadores y líderes en el Congreso- y en los gobernadores. Estos nuevos centros de poder tienen, cada uno, intereses particulares con poder político y económico.
Sería injusto decir que todos los miembros del PRI siguen en la añoranzas del pasado, y sin duda existen excepciones, pero lo que es evidente es que varios de los principales actores actuales viven y actúan con las mismas mañas del pasado.

El poder desde el Congreso
Tal es el caso de los actuales líderes en el congreso, Manlio Favio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, que entienden muy bien el poder que les da el ser la segunda y tercera fuerza en el Senado y la Cámara de diputados respectivamente.

El asunto es que ese poder de negociación al viejo estilo del PRI se da a espaldas del bien común y, con ello, a espaldas de todos los mexicanos. Esto ha convertido el cabildeo en el Congreso en un verdadero mercado de intercambio de favores, prebendas e impunidades. Se aprovechan los escándalos y las coyunturas políticas como son las elecciones.

Lo desafortunado de este proceder es que el nivel de discusión, análisis de las iniciativas de ley o las reformas están al arbitrio y capricho de lo que piensan unos cuantos y en las manos, muchas veces, de aquellos priístas de vieja cepa que sólo quieren el poder y ven cómo seguir obteniendo más.

Las declaraciones recientes de el ex Secretario de Comunicaciones y Transportes en el sexenio del Presidente Salinas, en relación al informe, son por demás claras del papel que juega el PRI en este momento. Gamboa Patrón pidió al presidente Felipe Calderón valorar "muy bien si debe asistir al Congreso a debatir y presentarse a la tribuna", también dijo que lo que pretende el PRI es evitar cualquier tipo de actos como el que se dio el año pasado, cuando el entonces presidente Vicente Fox ni siquiera pudo ingresar al recinto legislativo. Esto muestra cómo al final buscan aparecer como los “buenos de la película” aunque esto implique un atentado contra la verdad.

Con la intención de aparecer como mediadores, infieren que ellos no están ni con el PRD ni con el PAN como extremos, en donde el PRD no quería ni siquiera que el Presidente se presentara a dar su informe y el PAN sólo pretendía que se cumpliera con la ley, leyes que se centraban, cabe decir, en rendir culto al Presidente. Ahora resulta para estos señores del PRI, que hacer cumplir la ley es un extremo.

El poder desde los gobiernos locales
Por otra parte, vemos con gran preocupación cómo en los estados el poder del gobernador en su localidad es como, en su tiempo, el poder del Presidente de la República para toda la federación. Un ejemplo claro es el caso de Veracruz, Oaxaca y Puebla, en donde los gobernadores son verdaderos caciques que controlan y manejan las leyes y la política a su antojo y al viejo estilo “PRInosaurico”.

Por eso es muy importante que la descentralización y la verdadera democracia representativa lleguen también a los estados, en donde los municipios deben contar con mayor autonomía. Sin embargo, esto no va a suceder mientras todo se siga enfocando al centro del país y mientras los grupos de poder sigan enfocándose a repartir recursos para lograr objetivos particulares y sólo de poder.

El bien común
Si el PRI no entiende que tiene que cambiar los principios que le dieron origen, nunca va a poder ser una verdadera opción de gobierno. Seguirá siendo un partido de “instituciones” que cada vez están mas mermadas y que siguen repartiéndose los recursos y el poder.

El verdadero sentido de la política no está en el control y el poder por sí mismo, sino en una búsqueda honesta y transparente del bien común, que no es la suma de los bienes particulares de diferentes grupos políticos y personas, sino la solución real y específica de las necesidades de todas y cada una de las personas, ciudadanos mexicanos.

El bien común es un estado ideal que nunca se alcanza pero siempre se debe buscar. Nunca se alcanza porque siempre van a existir necesidades y problemáticas a resolver. Sin embargo, el bien común implica un reconocimiento de la dignidad de cada ser humano, de su naturaleza, así como el sentido de la vida de cada uno, que busca ser feliz.

La búsqueda del bien común no implica darle a cada uno lo que pide, sino que se comprenda lo que sí se puede y no se puede hacer en beneficio de todos, que no afecte a las minorías. Es la búsqueda constante del equilibrio y el entendimiento claro de todas las necesidades.

En México aún es una utopía la búsqueda bien común, el cual implica la práctica de principios sociales, como es la solidaridad. Por eso, el PRI sigue y seguirá siendo un partido que no está a la altura de las necesidades de este México del tercer milenio.

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