Por: César H. Varela Díaz Infante diciembre / 2009 Tegucigalpa, Honduras, lunes 30 de noviembre de 2009 El domingo pasado la ciudadanía de Honduras dio un ejemplo de espíritu democrático y ganó. Ante las predicciones de algunos medios internacionales sobre un posible triunfo del abstencionismo, el pueblo hondureño salió a votar, logrando registros históricos. Con una participación del 62 por ciento y un ejercicio electoral pacífico, los ciudadanos hondureños dio un mensaje de civilidad política a los países del mundo y éstos tienen la obligación moral de reconocer las elecciones. Cuando el secretario de Estado para Asuntos de Economía y Comercio del gobierno de Estados Unidos, Benjamin Bogram se enteró del resultado electoral en Honduras, y le informaron que había ganado Porfirio Lobo, candidato del principal partido de oposición, exclamó: "…el verdadero ganador fue la ciudadanía hondureña". Y es cierto, nadie esperaba la positiva reacción del pueblo hondureño, ejemplo --quiérase o no-- para los países del mundo. Los grandes derrotados fueron los expertos, que auguraban un fracaso rotundo de dichas elecciones. Y es que este pequeño país le ha dado una clase al mundo sobre dignidad, autonomía y respeto de los pueblos. Es absurdo que algunas voces se atrevieran a decir que sus países no iban a reconocer las elecciones, siendo que éstas derivan de los ejercicios democráticos de la Constitución de 1982. No es un ejercicio que haya iniciado en junio pasado, con la deposición del ex presidente Manuel Zelaya, sino que para esa fecha las elecciones llevaban ya meses de preparación. Y fue precisamente contra ellos, la Constitución y las elecciones, contra los que Zelaya atentó. Aquél, que pretendiendo perpetuarse en el poder, siguiendo el "manualito chavista", violó la Constitución, las leyes y órdenes judiciales, fue depuesto por el Congreso, siguiendo lo establecido por la misma Carta Magna. Como observador internacional, al llegar a la primera casilla electoral que visité en el muncipio de Siguatepeque, una pequeña localidad de Honduras, al entrar, se acercó un anciano de aspecto humilde y lo primero que dijo fue: "¡Muchas gracias por estar aquí, gracias por venir. Queremos que nos reconozcan, no queremos a los comunistas!". Con esas palabras se puede resumir el reclamo que muchos hacen a personajes que han querido violentar la soberanía de un pueblo. Sin las prerrogativas de un rey Juan Carlos de España, pero sí con sus actos, el pueblo hondureño, clamó un "¿por qué no te callas?" a quienes han violentado su soberanía, como Miguel Insulza, Hugo Chávez y Luiz Inácio Lula. Dentro de los muchos atropellos, destacan los de Inzulza con su pésimo actuar y la atribución de facultades que la Organización de Estados Americanos (OEA) no le otorga; Lula, con su afán de protagonismo mediante la violación del Tratado de Asilo Diplomático de la OEA, y los de Chávez, que serían toda una materia de derecho internacional sobre violaciones al derecho de los pueblos. Es increíble que haya gobernantes que se atrevan a hablar en nombre de sus naciones para desconocer la capacidad de gobernarse de una población hermana. Queremos que el pueblo hondureño sepa algo que compartían varias organizaciones con las que pude platicar: fueron los gobernantes, no los ciudadanos, los que cometieron este atropello. Sobre esto cabe resaltar el logro de empresarios guatemaltecos, quienes ganaron un proceso judicial contra el boqueo comercial que había realizado su gobernante. En México se han cometido errores. Es tiempo de que el presidente Felipe Calderón rectifique el papel que México ha jugado en Honduras, donde nuestro país ha aparecido como un gigante del cual se esperaba mucho, y ha resultado ser uno torpe que ha hecho poco o nada en apoyo al pueblo de Honduras. El gran pueblo hondureño está esperando nuestro apoyo, lo que es una enorme deuda moral de México hacia ellos. «LA ORACIÓN DEL QUE SE HUMILLA PENETRARÁ HASTA LAS NUBES» |
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