domingo, 6 de diciembre de 2009

Revolución Mexicana, más pena que orgullo

Por: Cirze Tinajero


20 de noviembre de 2009



Hoy se celebran 99 años desde que oficialmente inició la Revolución Mexicana, años durante los cuales hemos alabado a decenas de caudillos y se ha promovido que este hecho histórico fue el gran evento del siglo XX, el que cambió el rumbo de nuestro país.



Por todos es sabido –en especial, por las clases de historia que nos dan a lo largo de nuestra vida– que la Revolución Mexicana buscaba acabar con el régimen porfirista, que ya llevaba más de 30 años en el poder, y promover la igualdad y la democracia. Pero la gran pregunta es: ¿Realmente lo logró?



La realidad es que la Revolución Mexicana está fundamentada en la creencia de que la violencia puede mejorar a un país, en especial a sus instituciones, y que además tiene un valor superior a las leyes. En este proceso no hubo una búsqueda de la democracia, pues ésta tiene como base el diálogo, elemento que en la Revolución pasó a ser un estorbo, pues de lo contrario no se habrían dado movimientos tan diferentes a lo largo del país y liderados por múltiples caudillos.



Además, la Revolución Mexicana se caracterizó por jugar con la esperanza e ilusiones de aquéllos que menos tenían, prometiéndoles un futuro mejor, a costa de su vida, la de sus familiares o, peor aún, convirtiéndolos en criminales que, escudándose en idearios infundados, robaban, saqueaban casas y hasta violaban mujeres o mataban inocentes.



Y por si fuera poco, aquéllos que tenían su fe puesta en Madero se vieron frustrados por la incapacidad de éste para mantener el orden. Luego de su asesinato la situación se volvió peor, pues se desataron pugnas por el poder que se extendieron durante varios años. Lo anterior era de esperarse, ya que era un movimiento que en realidad buscaba alcanzar intereses particulares instrumentalizando a un pueblo que vivía en malas condiciones.



Sin embargo, lo más preocupante es que la idea de buscar un fin propio a través de los demás, no fue de unos cuantos, sino que se extendió como la peste, por lo que no faltó el abusado que dijo "de aquí soy", y se unió a la "causa" de la Revolución. De ahí que tengamos personajes como Villa o Zapata, que predicando la idea de un mejor México, se subieron a sus caballos para ir en busca de incrédulos que los ayudarán a conseguir sus propios intereses.



No olvidemos a Carranza, quien en 1917 redactó una nueva constitución, la cual, siendo objetivos, tiene tanto elementos muy bien logrados como otros que dan pena.



Pero el gran problema es que como la escribió Carranza (quien también tiene cola que le pisen) creemos que es perfecta. Pensamos que nada más hay que modificarle algunos detallitos para que permanezca vigente; sin darnos cuenta que estamos creando un Frankestein que se contradice y se deforma. Si nuestra Constitución fuera tan perfecta como dicen, no llevaríamos más de 300 enmiendas, mientras que la de EU, que es mucho más antigua, tiene menos de 30.



Una vez que por fin terminó la lucha armada, se procedió a organizar políticamente el país, se cambió al presidente, pero con la distinción de que inició una época de anarquía política en la que se cambiaba de mandatarios, pero siempre bajo la misma línea.



De ahí la creación de lo que actualmente es el PRI, partido que nace de nuestra "fantástica" Revolución Mexicana, y que al final, tanta lucha en contra de un solo gobernante para alcanzar la democracia, terminó en que nos gobernara un partido único, pero esta vez no por 30 años, sino por más de 70.



Antes de la Revolución éramos una sociedad en la que la inmensa mayoría carecía de lo mínimo, hoy en día los mexicanos seguimos luchando por conseguir un mejor nivel de vida. Han pasado ya casi 100 años y parece que durante todo ese tiempo hemos estado en una especie de limbo, en donde la supuesta lucha revolucionaria sirvió para nada y para lo mismo.




«LA ORACIÓN DEL QUE SE HUMILLA PENETRARÁ HASTA LAS NUBES»






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