miércoles, 28 de noviembre de 2007

Sabotajes en PEMEX y en OAXACA ¿Una estrategia AMLO-NARCO-EPR?

Fuente: Yoinfluyo
Autor: Lic. Manuel Díaz Cid

Para revisar los temas de la política nacional de la semana, es conveniente destacar el editorial “Chantaje”, publicado por Federico Reyes Heroles en el periódico Reforma, el 17 de julio de 2007. Al preguntar: “¿De verdad piensan derrocar al gobierno mexicano?”, se remonta al discurso de AMLO, el 1 de julio de 2007, en la reunión en el Zócalo de la ciudad de México, donde reitera su declaración de guerra en contra del gobierno de Felipe Calderón al que no reconoce, acción que le sirve a AMLO como argumento para soportar la “legitimidad” de su “República Filibustera” apoyada por las movilizaciones populares que, a diferencia del año pasado, recurren ya a técnicas de acarreo y cuotas de presencia puesto que la capacidad de convocatoria lopezobradorista ha disminuido.
Del 1 de julio al día de hoy se produjo un embate del PRD en contra de la Iglesia Católica en la ciudad de México con el anuncio del PRD de patrocinar, en diferentes estados, considerando las implicaciones que puedan surgir con el mundo católico, la existencia de los matrimonios gay.
Simultáneamente, toda la línea de caricaturistas de izquierda que son la mayoría en todos los diarios y revistas nacionales, sigue la línea de presentar a Felipe Calderón como un “instrumento y títere de la Iglesia” cuando, en realidad, su actitud ha sido bastante distante. Se trata mañosamente de presentar ante la izquierda mexicana a un gobierno clerical.
Así como las derechas hace algunos años estaban convencidas de la existencia de la Gran Conspiración judeo-masónico-marxista (misma que manejaba la política mundial), en el mundo de la izquierda se sostiene que, quien verdaderamente gobierna cuando la derecha llega a puestos de poder, es necesariamente la Iglesia. Los obispos y cardenales mexicanos en este caso solamente son títeres de una figura “lejana, remota y perversa” que es el Papa que vive en el Vaticano, autor de que las cosas se hacen en perjuicio de las grandes mayorías y de los pobres. Todavía muchos izquierdistas mexicanos viven la versión del jacobinismo del s.XVIII y XIX, y creen todo lo que se les dice.
En el documento Tercio Milenio Adveniente, el Papa Juan Pablo II llama a los cristianos a reconocer los errores del pasado. El único llamado de los grupos de izquierda, en cambio, es a que el resto del mundo acate sus principios, sin dejar lugar a una reflexión al pasado y a reconocer sus errores. De ahí que la prédica descalificadora tenga en los conversos de la izquierda a un auditorio cautivo. AMLO ya no le habla a la sociedad como lo intentó en sus primeros discursos, ahora maneja un mensaje cerrado, explotando los sedimentos ideológico-políticos que existen desde el s.XIX, y afloran en un rechazo ante las figuras que la retórica del líder revolucionario pretende identificar como los verdaderos enemigos del país.
Las reclamaciones nacionales demuestran la existencia de un operativo que tiene como objetivo la descalificación total de la campaña de Felipe Calderón contra el narcotráfico, y valdría la pena reflexionar y cuestionar por qué el PRD es el único partido que explícitamente está en contra de la persecución del narcotráfico en este país, cuando el caso colombiano explica que la guerrilla existe porque el narcotráfico la está financiando para distraer al Ejército, como lo señala Reyes Heroles: “qué curioso que se esté dando este reclamo. Algo no cuadra”.
¿A quién beneficiará la suspensión de la Guelaguetza? ¿A los pobres? ¿A quienes trabajaron durante todo un año, tejiendo palma y elaborando figuras que los turistas puedan comprar? Luego de que los medios de comunicación presentaron a un turista que declaró: “nunca más pisaré Oaxaca”, se ve el resultado que se pretende conseguir: se busca generar un movimiento de desestabilización para derrocar al gobierno mexicano.
Al derrocar al gobierno mexicano, la carrera de AMLO como candidato y como posible representante de grupos de opción democrática culminaría y nadie más tendría la posibilidad de comenzar una carrera. De ahí la confrontación creciente con el grupo de Marcelo Ebrard y los acontecimientos del fin de semana en la elección interna del PRD donde claramente volvieron a mandarse al diablo a las instituciones.
El presidente de España, Rodríguez Zapatero, señaló que “los partidos de oposición deben jugar defendiendo sus principios y su identidad en favor del desarrollo y crecimiento para hacer del gobierno que esté en el poder, un buen gobierno porque beneficia a todo el país” y no exclusivamente a los simpatizantes del titular. Sin embargo, AMLO no lo realizará porque está convencido de que la vía democrática no funciona.
En Latinoamérica el crecimiento de la antipolítica alarma a los grupos democráticos porque se pretende convertir a las manifestaciones callejeras en el sustituto de las vías electorales. En la visión de las “Repúblicas Filibusteras” no se conseguirán modificaciones importantes con la participación pacífica de la comunidad que emita su voto y lo defienda. Por el contrario, se le otorga esta capacidad a la manifestación que logre la caída de un gobernador o la frustración de un evento, es decir, la ruptura total con el marco jurídico.
AMLO plantea que “el gobierno federal y los gobiernos estatales no tienen la representación legítima y, por ello, no se atreverán a enfrentarlos”. Porfirio Muñoz Ledo y sus seguidores se apuestan por el descarrilamiento del gobierno actual, antes que por la corrección de los proyectos que el gobierno presenta para ser debatidas con un sentido propositivo y darle a los desacuerdos la oportunidad de encontrar los puntos de contacto que les permiten, aunque tengan discrepancias, sumarse en la búsqueda del bien común.
La maniobra del PRD responde a un propósito: Demostrar que enviar al diablo a las instituciones no es una frase sino una concepción estratégica, con el fin de acabar con la Democracia e instaurar una “República Filibustera” que calcaría, en términos generales, el proyecto de Hugo Chávez y los movimientos del bolivarismo a nivel latinoamericano.






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