sábado, 14 de noviembre de 2009

Ni hacen ni dejan hacer

 

Por: Fernando Rangel de León

08-11-2009

 

Apenas se puede creer que un alcalde tenga más poder que el Presidente de la República y el gobernador de Nuevo León, juntos.

 

El 6 de octubre Mauricio Fernández Garza, alcalde panista electo de San Pedro Garza García, N.L., advirtió a la delincuencia organizada que por las buenas o por las malas se fueran de ese municipio, al que tenían asolado los narcotraficantes, secuestradores, extorsionadores, vendedores de piso, ladrones de vehículos, homicidas, y toda clase de individuos de la más baja estofa de esa región.

 

San Pedro Garza García, tiene fama de ser si no el municipio más rico del país, sí uno en donde viven algunos de los más multimillonarios, prósperos y exitosos empresarios, banqueros, industriales, comerciantes, políticos, profesionistas, etc., del país; lo que representa un filón de oro para el crimen organizado.

 

Se dice que como resultado de esa advertencia, el Consulado norteamericano en Monterrey interfirió un comunicado de amenazas de muerte de la delincuencia organizada al mencionado presidente municipal, a quien se las hizo saber; por lo que de inmediato éste tomó las providencias necesarias para reforzar su seguridad personal, e inclusive se dice que mandó a su familia al extranjero para ponerla a salvo; organizando desde luego un llamado cuerpo de "inteligencia", el que pondría a funcionar inmediatamente que tomara posesión de la alcaldía sanpetrina.

 

El 31 de octubre Mauricio Fernández Garza, rindió su protesta como presidente municipal, y al estar dirigiendo su mensaje de toma de posesión y saliéndose de su discurso, informó que se le acababa de comunicar que en la ciudad de México, ese sábado en la madrugada, habían aparecido ejecutados 4 sujetos en un vehículo con placas de Nuevo León.

Los cuatro ejecutados, con el tiro de gracia, hallados en el D.F., precisamente horas antes de la toma de posesión del alcalde Mauricio Fernández Garza, eran algunos de los que tenían asolados a los residentes de San Pedro Garza García, siendo uno de ellos el "negro Saldaña", y a quien se señala como el que lanzó las amenazas de muerte al alcalde, y se le considera el jefe de la banda delictiva, y de los otros tres, se sabe que uno era hermano suyo.

 

Rodrigo Medina de la Cruz –hijo de Humberto Medina Ainsle, exprocurador de Coahuila-, flamante gobernador de Nuevo León, estaba a un lado del alcalde Mauricio Fernández, y se sorprendió al escuchar a éste cuando informó de la ejecución de los probables delincuentes nuevoleoneses organizados; pues al parecer no tenía conocimiento de eso.

 

La sorpresa para todos aumentó cuando se supo que del hallazgo de los ejecutados tuvo conocimiento el flamante alcalde sanpetrino, antes que la policía capitalina o cualesquiera otra; lo que hace suponer que fue ese cuerpo de "inteligencia" que anunció Mauricio Fernández, el que ejecutó a los mafiosos.

 

Esa acción de un presidente municipal "balconeó" al gobernador de la entidad y al propio Calderón, y a todos los demás gobernantes del país, de que no han hecho nada realmente efectivo y eficaz no solamente para combatir la delincuencia sino para empezarla a eliminar.

 

Apenas se puede creer que un alcalde tenga más poder que el Presidente de la República y el gobernador de Nuevo León, juntos; cuyas respectivas instituciones se supone que son más fuertes que una alcaldía, por muy poderosa que sea.

 

Ante la exhibida de Calderón, por el alcalde sanpetrino, el secretario de Gobernación Fernando Gómez-Mont Urueta, inmediatamente le advirtió que en el combate a la delincuencia organizada, no se saliera de la ley; pues nosotros entendemos que el cuerpo de "inteligencia", no es más que un escuadrón de la muerte" o un grupo de "guardias blancas", que existen y funcionan al margen, y aun en contra, de la ley.

 

Pero es que la desesperación de la población, por los diarios y múltiples robos y toda clase de ilícitos graves, ocurridos a todo lo largo y ancho del país, ya llegó a su límite, y prefiere que se ponga un hasta aquí a esa ola de delitos, aunque para ello haya necesidad de cometer delitos, a condición de que sea únicamente en contra de los delincuentes.

 

El gobierno de Calderón, el del jefe de Gobierno del D.F., el de las entidades federativas, y el de la casi totalidad de los alrededor de 2 mil 460 municipios del país, han puesto el grito en el cielo por lo del alcalde Mauricio Fernández, se han rasgado las vestiduras, y quieren que no siga combatiendo a la delincuencia en la forma en que lo está haciendo –pues los está exhibiendo de fea manera-; pero es el caso que ellos no utilizan las instituciones públicas que por las buenas o las malas les quitaron al pueblo, para cumplir con su obligación de cumplir y hacer cumplir la ley, que protestaron acatar.

 

Están como el perro del hortelano "ni hacen ni dejan hacer".

 

«Por mi patria hablará la razón de la justicia»
 



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