viernes, 13 de noviembre de 2009

Primer golpe autémtico al sindicalismo corrupto

Por: Federico Müggenburg

25-10-2009

                               

 

Uno de los factores que mediatizan y frenan el avance para consolidar el proceso de transición que vivimos en México, es el sindicalismo con liderazgos corruptos. Este tipo de sindicatos fueron forjados durante el priato, que así se "garantizaba" por los apoyos electorales y la estabilidad funcional de un sistema político, social y económico, autoritario y corrupto, que perduró durante 72 años.

 

Impulsar la configuración de sindicatos con líderes serviles y deshonestos que recibían la "concesión" x disfrazada de autorización o registro por medio de la llamada "toma de nota"x, siempre operada por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), incluía como esencia una condición perversa.

 

Se trataba del apoyo incondicional a cualquier ocurrencia o decisión que tomara el gobierno priista, así como la incondicional votación para "arrasar"  en las elecciones gubernamentales, por un lado, y, por el otro, en reciprocidad, el gobierno cumplía las exigencias de las prestaciones y salarios de los sindicalizados más allá de lo justo, dado que finalmente el cargo recae ¡siempre! en los contribuyentes, por medio del pago de sus impuestos.

 

Esto quiere decir que, una pandilla de líderes corruptos en lo partidista y otra en lo sindical, formaron la ecuación que le dio la vida infecciosa funcional, a un sistema que exprimió sobre todo a los ciudadanos cautivos por la vía de los recursos fiscales. Por supuesto que está implícita la degradación de la auténtica y genuina naturaleza sindical, que siempre debe ser apartidista e independiente de ideologizaciones y radicalismos revanchistas, para representar sólo, en verdad, los derechos y los correlativos deberes de los sindicalizados.

 

Se implantó el modelo corrupto de un liderazgo sindical que no era genuino y sólo servía de soporte a los integrantes de la también corrupta cúpula política conocida como "familia revolucionaria" x. Se forjó incluso en el lenguaje, un sobrenombre particular para éstos, llamados líderes "charros" x.

 

La primera expresión se dio en los tiempos de Luis N. Morones y su Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), pasando por la poderosísima Confederación de Trabajadores de México (CTM) de Fidel Velázquez y otras como el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) de Joaquín Hernández Galicia, "la Quina" x, ahora en manos de Carlos Romero Deschamps.

 

Asimismo, estaba el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STM) de Salustio Salgado, que luego pasó a manos de Francisco Hernández Juárez; el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE) de Carlos Jonguitud Barrios, hoy controlado por Elba Esther Gordillo; y los casos del sindicato de los ferrocarrileros, del IMSS y algunos de empresas particulares notables, como el de los mineros, aún en manos (a distancia) de Napoleón Gómez Urruitia.

 

Otros especiales serían, por ejemplo, el de los ficticios sindicatos de la construcción en todo el país, que por falta de espacio no se detallan en su falsa estructura de explotación al trabajador y al patrón.

 

Burla y mentira constatada por todos, fue la supuesta acción de "justicia" x contra el corrupto líder sindical de los petroleros, "La Quina" x, cuando fue detenido por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, quien lo acusó de "asesinato y acopio de armas" x, que le fueron "sembradas" x en el garaje de su casa en Tampico.

 

Fue un ajuste de cuentas entre las diferentes "ramas" x de la familia revolucionaria, que dejaron de practicar el "pacto no escrito" x de apoyar al candidato priista "destapado por el presidente en turno. "La Quina negó su apoyo a Carlos Salinas de Gortari y se lo dio a Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del entonces llamado Frente Democrático Nacional, precursor del actual PRD.

 

La sociedad, más despierta e informada, cansada de autoritarismo, intervencionismo y corrupción impune, logró en el año 2000 la primera alternancia, aprovechando la fractura de la "familia revolucionaria, la descomposición y desintegración del priato, evidenciadas entre otros hechos, con los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruíz Massieu.

 

Para el inicio del fin de la corrupción sindical, fue necesario que trascurrieran nueve años. ¡Como se puede apreciar, los pasos en la dirección correcta no parecen ser rápidos, ni fáciles! Con Vicente Fox se lograron algunas cosas importantes, pero aún insuficientes:

 

Desmitificación de la figura presidencial, respeto al sufragio, auténtica división de poderes, libertad de expresión y de reunión, consistencia positiva en las cifras macroeconómicas; por primera vez en decenios se disminuyeron los índices de pobreza, hubo transparencia en las cuentas de la administración pública (aunque no en todos los estados), y la política exterior fue fundada en la defensa de los derechos humanos, lo que irritó profundamente a Fidel Castro y sus secuaces.

 

Ahora con Felipe Calderón, parece que se inicia una lucha compleja y perseverante en contra de la delincuencia organizada, especialmente el narcotráfico, y con el caso del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), la primicia de un auténtico correctivo a la corrupción sindical.

 

Es evidente la falsedad en las diversas argumentaciones de los afectados, las amenazas de manifestaciones y protestas públicas, la suma de activistas de izquierda, "intelectuales y académicos, de jurifantos (que no juristas) al servicio del sindicalismo podrido, que hablan y escriben en defensa de un llamado "sindicalismo democrático, afectado por el fascismo represor.

 

En el fondo es una más de las batallas que se tienen que librar en la guerra por establecer una nueva cultura política participativa que busca el bien común, frente a una vieja cultura política autoritaria y corrupta, auspiciada por zánganos y parásitos que han vivido a costa de los que trabajamos y pagamos impuestos y tarifas hasta límites ya inaguantables.

 

Por eso, esta medida tomada por el presidente Felipe Calderón, hace nacer la esperanza y el entusiasmo, para que se siga avanzado en la consolidación del proceso de transición hacia una auténtica democracia, el encogimiento del intervencionismo gubernamental en la gestión económica y la disminución sustancial de la corrupción, hasta ahora manifestada como impune.


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«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

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