viernes, 13 de noviembre de 2009

SME, un elefante que salía muy caro

 

Por: Equipo yoinfluyo.com

 octubre / 2009

A unos cuantos los tomó por sorpresa; para otros simplemente fue el desenlace de la negativa que el secretario de Trabajo, Javier Lozano Alarcón, dio a la toma de nota de Martín Esparza como líder del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).

Otros, como en el caso de Joaquín López Dóriga, se preguntaban si Calderón se atrevería. Y otros más, como Macario Schettino, consideraban que era un asunto que se había postergado por décadas.

Finalmente sí lo hizo. El presidente tomó la decisión de extinguir Luz y Fuerza del Centro (LyFC).

Los motivos son muchos; en primer lugar, su situación financiera era insostenible, pues tuvo un déficit primario de 44 mil 281 millones de pesos y los costos de operación eran casi el doble de sus ingresos.

Además de lo que obtenía por las tarifas que nos cobraba a los ciudadanos, en 2008 también recibió 42 mil millones de parte del gobierno como subsidio; es decir, el doble del presupuesto de la UNAM.

Asimismo, de acuerdo con el mensaje del presidente, la mayor parte del dinero que LyFC recibía se destinaba al pago de privilegios y prestaciones onerosas de carácter laboral, en lugar de servir al mejoramiento del servicio. Y por otro lado, a causa del contrato colectivo, las decisiones debían tener el visto bueno del sindicato.

Pero, ¿qué acaso no se desvirtuó el deber ser de esta organización?

Si nos vamos al origen, tras la Revolución Industrial y con la disolución de los antiguos gremios artesanales, la Iglesia reconoció que los empleados quedaron sin apoyo ni institución que llenara el vacío.

Por ello, el Papa León XIII con su encíclica Rerum novarum sentó las bases de lo que hoy conocemos como doctrina social de la Iglesia. Habló por primera vez del derecho de los trabajadores a formar uniones o sindicatos; así como del deber y obligaciones tanto de patrones como obreros.

A éstos los exhortó a "cumplir íntegra y fielmente lo que por propia libertad y con arreglo a justicia se haya estipulado sobre el trabajo; no dañar en modo alguno al capital; no ofender a la persona de los patronos; abstenerse de toda violencia al defender sus derechos y no promover sediciones".

Mientras que a los patrones les pidió "no considerar a los obreros como esclavos; respetar en ellos, como es justo, la dignidad de la persona, sobre todo ennoblecida por lo que se llama el carácter cristiano. (...) Que lo realmente vergonzoso e inhumano es abusar de los hombres como de cosas de lucro y no estimarlos en más que cuanto sus nervios y músculos pueden dar de sí".

En el caso de México, este deber ser se trastocó como consecuencia de la Revolución, pues el Partido Nacional Revolucionario (PNR), posteriormente convertido en el Partido de la Revolución Institucional (PRI), se hizo del apoyo de los sindicatos para que contribuyeran a su permanencia en el poder durante 70 años en la Presidencia, y el control de buena parte de los estados.

Por su parte, los sindicatos y representantes de las ramas de la economía nacional se organizaron en secciones y federaciones que eran vistos como "ganado político", como voto duro, como parte de las instituciones del partido en el gobierno (PRI).

Más que una lucha por la justicia y las necesidades de los obreros, los líderes sindicalistas pactaban con la autoridad, de tal forma que los intereses de los negociadores no sufrieran contratiempos, mientras que las demandas de los agremiados quedaban relegadas a segunda o nula instancia.

Y en ese mismo contexto se ha vivido desde entonces, pues los sindicatos continúan subordinados a los intereses del partido al que están "afiliados" y a las disposiciones de sus líderes –como Esparza, la maestra Elba Esther Gordillo o Carlos Romero Deschamps, por mencionar a algunos–; en el caso del SME, su apoyo era bien recibido por el PRD, que no se quedará con los brazos cruzados ante la extinción de LyFC.

Sin embargo, aunque con la decisión del Ejecutivo se siguió la táctica del mal menor en pos de un bien mayor y la ciudadanía se deshará de un elefante blanco, será a costa de 40 mil trabajadores que quedarán desempleados. De éstos, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) podrá contratar sólo a 10 mil.

¿Qué pasará con el resto? Serán indemnizados conforme a la Ley Federal del Trabajo y al Contrato Colectivo de Trabajo, y el Gobierno Federal les otorgará un bono adicional a las prestaciones establecidas en ambos documentos.

Quienes acepten la indemnización voluntariamente, en promedio recibirán hasta 33 meses de sueldo, pero es importante que estos trabajadores vean ese dinero más que como una remuneración, como un patrimonio y no lo desperdicien, sino que le den buen uso.

Volviendo a las raíces…

Si consideramos las raíces de un sindicalismo verdaderamente humano, las cuales se remontan a lo dicho por León XIII, podemos concluir que la esperanza para su fortalecimiento se encuentra plasmado en la Nueva Cultura Laboral, esa que promovieron y firmaron Don Fidel Velázquez y Don Carlos Abascal.

Ésta alienta la cooperación entre los factores de la producción, así como los procesos educativos y de capacitación al interior de los centros de trabajo y fuera de ellos, como los instrumentos privilegiados para la valorización del trabajo humano, el aumento de la productividad y la satisfacción de las necesidades de los trabajadores y sus familias.

Esto implica igualmente el reconocimiento de la cada vez más amplia capacidad de los trabajadores para la contribución a los procesos productivos.

"Quién mejor que los sindicatos y las empresas para establecer relaciones armónicas, exitosas al interior de cada empresa; quién mejor que los sindicatos para dedicarse de lleno a la capacitación, al desarrollo de los trabajadores para que en efecto sean más conocedores, tengan mayor talento desarrollado, participen en la mejora de los procesos productivos, generen más riqueza y participen de esta nueva riqueza generada; quién mejor que el empresario con responsabilidad social para comprender que las personas que trabajan para él son protagonistas de su propio desarrollo, no recursos sino seres humanos activos", afirmaba Abascal en una entrevista concedida en 2003 a yoinfluyo.com.

Por ello, Don Carlos Aceves Olmos, secretario de Acción Política de la CTM en ese tiempo, confirmaba que la Nueva Cultura Laboral es un verdadero puente entre los sectores de la producción para que haya más negociación, para que el diálogo social, esté siempre presente y que nos entendamos mucho mejor en todo tipo de negociación obrero-patronal.

Desde luego, para los trabajadores la ventaja de la Nueva Cultura Laboral es que haya mucha más capacitación, que el salario que ganan esté ligado a la productividad y que las empresas se vuelvan mucho más sólidas, más consolidadas.

Retomar la filosofía de la Nueva Cultura Laboral significaría la contribución de los factores productivos para hacer de México un ejemplo de unidad, de solidaridad y esfuerzo compartido que favorezca la capacidad y confianza en nosotros mismos.

Significaría el compromiso no sólo entre trabajadores y empresarios, sino con la sociedad y con el futuro de nuestra patria. Significaría que el sindicalismo retomara el camino de la defensa legítima de los derechos de los trabajadores sin menoscabo de la empresa ni del bien común, sino más bien como un fortalecimiento del papel invaluable e insustituible del trabajo de cada uno de los sindicalizados en México.

En pocas palabras, no se trata de desaparecer al sindicalismo, sino de fortalecerlo desde una visión humana y con una meta clara: el bien común.

 

 
«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

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