miércoles, 26 de diciembre de 2007

El fanatismo que frena el desarrollo de México

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


Un tema del que poco se ha hablado y que causa grandes estragos en la sociedad es el fanatismo que no sólo está en las religiones, sino también en la política, en el deporte y en otras actividades. En los grandes problemas nacionales podremos encontrar los rasgos de un fanatismo exacerbado, por lo que es necesario identificarlo y hacer algo para que caiga por su propio peso. Cuando hablamos de fanatismo, automáticamente pensamos en el mundo religioso, y efectivamente, es ahí donde mas fácilmente se puede encontrar.

Francisco Martín Moreno nos habla de que cuando el ejército norteamericano paso por la ciudad de Puebla, los soldados mexicanos no dispararon una sola bala gracias a que los sacerdotes les dijeron en las iglesias que era un pecado mortal dispararles a los soldados norteamericanos.
Aceptar órdenes sin el más mínimo análisis y cuestionamiento es fanatismo, y eso fue lo que padecieron gran parte de los mexicanos en el siglo XIX que fácilmente penetró en el territorio nacional el ejército de Estados Unidos. Se puede pensar que los mexicanos de hoy somos muy diferentes, es cierto, pero las grandes masas siguen padeciendo de fanatismo religioso. Todavía hay muchas costumbres e ideas que son propias del fanatismo. Todavía hay grupos religiosos que manipulan, aterrorizan a sus fieles e incluso les prohíben que vean a sus propios familiares.
Conozco de un caso cercano de quien esto escribe que se salió de un grupo y en ese se quedó una hermana y a esta le prohibieron que viera a su propio hermano, los directivos de esta iglesia han alertado a todos sus fieles para que no tengan comunicación con ese que salió de sus filas por la alta peligrosidad que tiene. Este desertor escribió un pequeño texto en el que hablaba de las virtudes que tiene esa religión, pero también hablaba de la peligrosidad por su fanatismo, su dogmatismo y su fundamentalismo. Cuando ese mensaje llegó a otros adeptos de esa religión, alertaron a los demás de que alguien se había metido a sus líneas de comunicación que puso en peligro a su religión y habló de todos los crímenes a los que se había hecho acreedor por expresar su pensamiento. Este es un fanatismo del siglo XXI que debemos identificar y erradicar.

El fanatismo político

También en la política existe un fanatismo que llega a causar grandes daños al país. Un problema que tenemos en México es la profunda división entre ricos y pobres, entre buenos y los malos, entre burgueses y proletarios. Alguien que ayudó a dividir este país el año pasado fue Andrés Manuel López Obrador, quien en todos sus discursos habló de las divisiones a las que hacemos referencia. En su discurso había más contenidos emocionales que soluciones reales a los grandes problemas del país.

En realidad, en todos los partidos políticos hay fanatismos, pero en donde más hay es en el PRD, al menos es la percepción de quien esto escribe. Hace unos días leí una página en Internet en donde se expresan opiniones en contra y a favor de López Obrador y me llamó la atención la petición de uno de los internautas que decía: "Con Andrés Manuel López Obrador no te metas", esto es fanatismo puro. López Obrador es un personaje público que está expuesto a la crítica, es un ser humano a quien todos tenemos derecho a cuestionar y él tiene la obligación de responder. El problema con el fanatismo es que se sacraliza lo humano y con esto se impide que se
cuestione. No existe nada ni nadie al que no se le pueda cuestionar. La misma Biblia dice:
"Escudriñad las escrituras". Si este texto sagrado nos dice que podemos escudriñar las escrituras, con mucha mayor razón podremos cuestionar a los personajes. El problema con López Obrador es que se cree una especie de Mesías, se declaró un rayito de esperanza, indestructible, se abrogó el derecho de descalificar a todas las instituciones que no se acomodaron a sus intereses personales, tomó todas las grandes decisiones dentro de PRD, decidió autoritariamente las obras que él, en lo personal, quiso hacer como jefe de gobierno, no se reunió con los delegados provenientes de partidos distintos al suyo, ni tampoco con muchos perredistas que quisieron verlo.

Todo esto nos habla de una personalidad difícil, por un lado es carismático, tiene una gran capacidad de convocatoria que es capaz de llenar el zócalo, explota exitosamente todos los errores de sus adversarios, pero sin hacer las propuestas viables y racionales. La habilidad en el manejo emocional negativo y la ausencia de ideas del personaje es lo que han dado lugar al fanatismo de muchos mexicanos, muchos son los que estarían dispuestos a dar la vida por el personaje. Esto es fanatismo puro y más peligroso.

¿Cómo reconocer al fanático?

En primer lugar debemos definir el fanatismo, el diccionario Anaya nos dice que el fanático es aquel que defiende emotivamente una convicción sin admitir crítica alguna sobre la misma y sin razonar los pros y los contras que ella posee. Un diccionario de pedagogía nos dice que el fanatismo es la fe ciega, intransigencia hacia otras creencias, posiciones, teorías doctrinas o normas de conducta. Apasionamiento religioso, político o de otra índole.

Son varias características que nos permiten reconocer al fanático. En primer lugar, no sabe pensar, se deja llevar por las ideas de otros, defiende sus creencias a capa y espada, no cambia de mentalidad ni tampoco de tema, no se puede razonar con el fanático, toman una idea y la convierten en un ideal, son defensores de las verdades absolutas, son más papistas que el papa. Un fanático es incapaz de leer algo distinto a lo que piensa. Una ofensa a Dios o su político de su preferencia la toma como algo personal y actúan en consecuencia. Juzgan y condenan antes de tener las evidencias. Hay fanáticos que llegan a tomar altos puestos en la política y en las religiones que llegan a imponer sus propias convicciones y son los causantes de grandes conflictos en las sociedades porque no escuchan la opinión de los demás, usted podrá identificarlos.

¿Qué hacer para no caer en el fanatismo?

Lo primero que debemos saber es que ninguna religión ni filosofía tienen la verdad absoluta, aunque la mayor parte de los religiosos así lo digan. La verdad es única, pero es la que uno mismo va construyendo a lo largo de la vida. Ni el filósofo más grande de la humanidad, ni el Sumo sacerdote de una iglesia, le puede a uno decir lo que uno ve en la vida. Es uno quien tiene la obligación de mirar lo que es la verdad de cada quien. Uno tiene el derecho y la obligación de investigar, de mirar, de pensar y crear lo que uno quiere en la vida.

Es en la familia donde debe empezar una educación adecuada para desarrollar el coeficiente intelectual de los niños, es donde se debe aprender a dialogar y se debe continuar en la escuela para después aplicarlo en la vida. La mayor parte de las escuelas del país no se educa a los estudiantes, más bien se domestica y es por eso que estamos en los últimos lugares en las evaluaciones internacionales. Ha sido tan efectiva la domesticación que hasta nosotros mismos nos hemos convertido en nuestros propios domadores, pues resistimos todos los intentos del cambio. Realmente nosotros, los adultos, ya no tenemos remedio, hemos sido tan afectados que no resistimos un verdadero cambio en nuestro interior, pero si es posible que podamos hacer algo por nuestros hijos y por nuestros nietos, ellos son la única posibilidad para poder generar los grandes cambios que este país necesita.

Desgraciadamente no hemos visto, hasta este momento, los cambios en la educación, necesitamos impulsarlos desde la trinchera en la que nos encontremos, la de padre de familia, la del educador, la del periodista y la del sacerdote o pastor y por último, la del gobernante. En la medida en que tomemos conciencia de nuestra responsabilidad, en esa medida podremos generar la articulación de todas las personas y de todas las instituciones para construir un gran país.

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