viernes, 28 de diciembre de 2007

Populismo, juego demagógico

Fuente: Yoinfluyo.com
Lic. Manuel Díaz Cid

El entorno de la llamada “democracia directa” es delicado, porque el tema de gobernar difícilmente se resuelve con esta alternativa dilemática en donde no hay más que dos posibilidades: o SÍ o NO, y creer que la política funciona así es como considerar que alguien puede ser presidente de la república por un “volado”, tomando decisiones a “cara o cruz”. Nadie que tenga seriedad puede considerar que esa es la mejor opción para manejar la política, y en cambio, con la introducción de este tipo de mecanismos en los lugares en donde el populismo crece con la oleada autoritaria que vivimos, se corre el riesgo de legitimar estas acciones siguiendo un juego demagógico de estos líderes dispuestos a sacrificar todo, incluso al país, a cambio de colocarse en las posiciones de poder.

“La maduración de las democracias latinoamericanas, incluyendo la nuestra -indica Jorge Alcocer en su artículo titulado "¡No!", publicado el 4 de diciembre en el periódico Reforma-, pasa necesariamente por las instituciones y mejores prácticas, sin recurrir a fórmulas que solamente provocan discordia y dividen irremediablemente a la sociedad”.

La reflexión de Jorge Alcocer es muy oportuna en un momento en el que ciertamente los resultados en Venezuela tienen muy entusiasmados a quienes cuestionan la razón y posibilidad de incluir al Referéndum y al Plebiscito, porque incluso el veredicto de la Suprema Corte de Justicia sobre el gobernador de Puebla hubiera sido distinto.

La mayoría de perredistas desconocen las instrucciones de AMLO por considerar insuficiente que un grupo lo vitoree como presidente del país para resolver los problemas de hecho del partido. Haciendo un balance anual, es el partido que sale peor posicionado de todos a lo largo del año.

Las voces sensatas al interior del partido indican que se ha llegado a la situación límite entre AMLO y el PRD, porque está jugando entre lo revolucionario y lo democrático, únicamente compatibles cuando forman parte de las siglas de un partido, ya que en el orden real son totalmente excluyentes. La revolución no puede ser democrática porque atenta contra los principios de la democracia y supone el uso irrestricto de la violencia, el desconocimiento del Estado de Derecho y el no respetar la Constitución.

El PRD tiene que renunciar al desconocimiento de las instituciones y a la actitud de menospreciar los caminos del Derecho para resolver las diferencias, o de lo contrario, significaría su preferencia por la bandera de la “República Filibustera”. De ser así, entonces no podría asustarse por la respuesta de la sociedad en su contra, como ha sucedido en los procesos electorales de este año.

El PAN está celebrando el I Aniversario en el Poder del presidente Felipe Calderón, y la mejor alternativa frente a las trampas intelectuales en las que rápidamente cae el mexicano, es señalar que el presidente Calderón ha logrado a lo largo de este año cosas que parecían impensables después de los resultados electorales de 2006, donde un triunfo por un margen pequeño lo dejaba en una posición vulnerable.

El presidente Calderón está por afrontar una situación que deriva de la elección del nuevo presidente de su partido. El PAN definirá este fin de semana si Germán Martínez ocupará el puesto, y evidentemente tendrá que venir acompañado de un triunfo en primera vuelta, ya que sería una inquietante señal el que un único candidato no resultara vencedor en la primera oportunidad, y reflejaría una división más profunda de la que los analistas y observadores suponen.

El presidente Calderón tiene que definir concretamente el papel que le corresponde al presidente y a su partido en el tiempo que resta a su gobierno. Debe dar un paso que no pudo dar Vicente Fox: tomar el timón de la nación y expresarse asumiendo que es el presidente reconocido por todos, con el derecho y la obligación de marcar claramente el rumbo del gobierno.
Frente a toda una serie de declaraciones tendientes a descalificar la figura del Ejecutivo y privilegiar el desenvolvimiento del Poder Legislativo, se tiene que regresar a la visión constitucional que establece claramente que el régimen mexicano es Presidencial, y por lo tanto, se debe atender, escuchar y entender que el Presidente de la República es el Jefe de Gobierno. Los votos que llevaron al Calderón al poder, lo avalan para poder actuar como presidente de este país y llevar la dirección del gobierno, desde luego respetando a los otros poderes, y creando una sinergia para obtener los mejores resultados.

La Constitución establece que la figura del presidente tiene la responsabilidad y el derecho de darle sentido y orientación tanto a la política como al gobierno del estado mexicano. Felipe Calderón aún no da este paso, y quizá la elección del nuevo presidente de su partido, este fin de semana, sea un factor significativo para caminar hacia delante y marcar a la sociedad y a los Poderes la presencia e idea para el país en el futuro, y mandar a la sociedad un mensaje de confianza y tranquilidad en medio de un escenario nacional e internacional tan turbulento.



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