viernes, 28 de diciembre de 2007

Las campañas ciudadanas, una trampa para la democracia.

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: Lic. Manuel Díaz Cid

Surge la duda de si el desconocimiento del IFE es parte de un plan maquinado por el PRD para que, en caso de no obtener los resultados esperados el 2 de julio, se cuestionara al IFE por no representar a todos los partidos, cuando en realidad ellos eligieron quedarse sin representación.
La Reforma Electoral es en buena parte consecuencia de los hechos políticos electorales del año 2006, así como de las tensiones, discusiones, descalificaciones y cuestionamientos que sobre el IFE se manejaron, particularmente desde el ángulo del PRD.

La existencia del IFE es uno de los datos que resultan indispensables para poder explicar la razón de la transición mexicana en el año 2000. La aparición de un organismo autónomo, con la capacidad de mediar entre los partidos para evitar atropellos, descalificaciones y conflictos postelectorales, era uno de los anhelos más largamente acariciados por la sociedad mexicana.

Luciano Martins, teórico de la transición brasileño, señala que los tres requisitos de una transición exitosa son:
1) Acuerdo de qué régimen se pretende establecer.
2) Existencia de instituciones y organismos electorales que hagan los procesos confiables.
3) Un acuerdo entre triunfadores y perdedores sobre áreas de acción y sobre obligaciones.

Visto el escenario de la transición mexicana desde el prisma de Luciano Martins, se encuentra con deficiencias que son la explicación a que la transición en México parezca estar empantanada.
No hemos decidido qué tipo de régimen queremos, a pesar de que la Cámara de Diputados envió la iniciativa de la creación de un puesto nuevo: el Jefe de Gabinete.
De acuerdo a la Constitución Mexicana vigente, el Jefe de Gobierno es el Presidente de la República, de ahí que los partidos de oposición deban estar abiertos a la aceptación de las propuestas de gobierno del presidente de la República, puesto que él fue designado por la soberanía nacional como el autor de la política del país.

Hay un contrasentido brutal cuando los partidos de oposición cuestionan e impiden la acción del presidente, porque lo que hacen es demostrar que el autoritarismo es lo único que cuenta y que la sociedad no tiene derecho a abrirse espacios. Si verdaderamente los partidos de oposición fueran democráticos, estarían dispuestos a seguir las decisiones sociales tal y como lo marcan las reglas del juego democrático.

Sólo en la política mexicana se permiten situaciones kafkianas en las que los que se dicen principales defensores de la democracia, no obedecen a la sociedad sino a las consignas de sus líderes políticos, sobretodo cuando mandan al diablo a las instituciones. Más que una mentira o mala interpretación, el desconocimiento al presidente es una ofensa a la democracia mexicana y nos hace ver el retraso político que tenemos, porque no respetamos los principios elementales, y en este país, la izquierda menos que nadie.

La izquierda ha tomado hace largo tiempo el camino de desconocimiento de todo. De hecho, la Reforma Electoral se deriva del rechazo del PRD a los resultados de los comicios electorales del 2 de julio de 2006, aunque en realidad todo comenzó desde el momento en el que el PRD se auto-excluyó del proceso de selección de los funcionarios del IFE.

Surge la duda de si el desconocimiento del IFE es parte de un plan maquinado por el PRD para que, en caso de no obtener los resultados esperados el 2 de julio, se cuestionara al IFE por no representar a todos los partidos, cuando en realidad ellos eligieron quedarse sin representación. La postura es similar a la del PRI, que se queja de los bajos niveles de crecimiento económico al tiempo que impide los acuerdos y la promulgación de leyes para el crecimiento de la economía y la desaparición del alto nivel de desempleo.

Los grupos hegemónicos, a final de cuentas, como señala Bovero, han perdido al interior de los partidos el sentido de la verdadera política, que es el sentido del bien de la comunidad; lo único que les importa es obtener el poder. A final de cuentas, no se gobierna para hacer el bien a la sociedad sino para administrar el poder y demostrar por qué se tiene.

La Reforma Electoral ha aprobado la sustitución de los funcionarios del IFE antes de que cumplan su término, aunque se tenía el principio de removerlos antes de tiempo sólo si su desempeño era malo, y tomando en cuenta que su último trabajo fue el de las elecciones, el propio presidente parece no darse cuenta que la decisión de retirar a los funcionarios que le dieron legitimidad a su gobierno, fortalecerá el argumento perredista de un presidente espurio.
La Reforma Electoral se ha centrado básicamente sobre el IFE y los órganos que conforman el grupo de instituciones que manejan los aspectos electorales, pero también se ha planteado el tema de las candidaturas ciudadanas que, aunque resultan atractivas, son una trampa a la democracia.

La democracia no puede existir sin los partidos políticos que, a pesar de sus múltiples deficiencias, son la única opción que tenemos hoy, aunque no se descarta en un futuro el surgimiento de variaciones que permitan visualizar el funcionamiento de la democracia desde ángulos distintos.

Hay una parte de la Reforma Electoral que tiene elementos rescatables, referidos al reparto del dinero para las campañas. La reducción del periodo de tiempo para las campañas a 90 días obliga también a la reducción de recursos económicos y a que, tanto el partido como el candidato a la presidencia, encuentren nuevas formas para convencer a la sociedad de sus propuestas y canalizar el dinero a atender necesidades y no a favorecer a empresas televisivas, radiofónicas o de prensa escrita en medio de la crisis que vivimos.

La Reforma Electoral contempla también la posibilidad de reelegir al presidente del Tribunal. Esto es un disparate porque favorece la partidocracia puesto que, si ya quedó claro que las bases del proceso de selección estarán en los partidos, entonces quien llegara a ocupar el puesto de presidente no querrá arriesgar su imagen para garantizar la posibilidad de su reelección.

A diferencia de los funcionarios del periodo anterior, que están por ser removidos con un calendario preciso, ahora nos volvemos a encontrar con la inevitable sombra de Fidel Velázquez que renacería en un puesto que se presta a la vulnerabilidad de los partidos y a generar la desconfianza frente a lo que la sociedad pide.

Los partidos son las instituciones que representan al ciudadano y están al servicio del mismo. La partidocracia es lo contrario, es la alianza de institutos políticos para imponer sus opiniones sobre la sociedad civil, sin oportunidad de corregir o modificar aspectos que le competen, como la iniciativa del Jefe de Gobierno.

Tanto los ciudadanos como los partidos y actores políticos nos enfrentamos al desafío de procurar, para los que vienen detrás de nosotros, la posibilidad de construir un puente al futuro que le de acceso a una mejor forma de vida al mayor número posible de nuestros conciudadanos.

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