miércoles, 26 de diciembre de 2007

Se desploma el anarquismo de Andrés Manuel López Obrador

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


Después de que el Presidente Felipe Calderón entregó su I Informe en la Cámara de Diputados a pesar de la pretensión frustrada de AMLO de impedir que Calderón subiera a la Tribuna ocupando incluso los curules, fue un golpe severo a su prestigio porque desde el 2 de julio de 2006 los diputados del PRD abiertamente desobedecieron una orden directa.

El segundo punto que debe tener inquieto a AMLO es que Ruth Zavaleta, militante del PRD y presidenta del Congreso para recibir el Informe, se dirigiera entre el 1 y el 14 de septiembre a Felipe Calderón como Presidente de México.

El tercer acontecimiento importante en estos días es la serie de explosiones ocurridas en los ductos de gas y gasolina con un efecto terrible sobre la producción en nuestro país. A pesar de que AMLO anunció su presencia en la Cámara de Diputados para dar línea a los perredistas de cómo confrontar la reforma electoral y fiscal, asistió con un discurso transformado en parte por las explosiones en los ductos y también por su presencia en una de las Instituciones que descalificó y mandó textualmente “al diablo”.

Varios analistas han planteado una hipótesis que dejaría a AMLO en la “alternativa del diablo”, es decir, “si lo hace, malo; si no lo hace, también mal”. ¿Qué ocurriría si AMLO tuviera que definirse respecto a los atentados terroristas?: La aprobación de los atentados garantizaría la fractura al interior del partido, puesto que Ruth Zavaleta ha sido la única perredista que públicamente ha desautorizado las manifestaciones. Si AMLO condenara las explosiones significaría para los seguidores del ala radical una condena implícita a la APPO y a los grupos activistas del Estado de Oaxaca, poniendo en riesgo sus estrategias en áreas específicas y concretas.

La ceremonia del Grito como la entrega de Informe del Presidente, son actos republicanos que nada tienen que ver con la vida partidista. Los partidos deben desaparecer ante este tipo de eventos porque son situaciones en las cuales el sistema político, en el caso del Informe y en el segundo, la Nación entera, quieren manifestar su respaldo y apoyo a nuestra identidad nacional y al proyecto único, que es el México del futuro. O se está con México o se está en contra.
Triste e inquietante fue el escenario que reflejó la Plancha del Zócalo en la ciudad de México, con la mala señal del sectarismo enfermizo que caracteriza a diferentes grupos de la izquierda mexicana, incapaces de solidarizarse con el resto de México y con el proyecto nacional, creyendo en metrópolis ajenas y en visiones que no resuelven, ni resolverán, la problemática de los mexicanos.

Si algo se espera en la ceremonia del Grito es ver a la figura del presidente de todos los mexicanos, hablando a todos los mexicanos con el mismo lenguaje y esperando la misma respuesta, es decir, vitorear a los héroes que dieron origen a nuestra Patria, sin importar un partido político u otro. Son herencias que recibimos y nadie puede adjudicarse como propia o sólo para su grupo o partido.

Qué triste escuchar el mensaje de Rosario Ibarra cargado de resentimiento y rencor en un día en el que los mexicanos esperamos un festejo, unirnos y olvidarnos por un momento de las diferencias grandes y buscar los espacios que, particularmente en el orden de los sentimientos, principios, valores, convicciones, se fortalezcan para encontrar fórmulas de entendimiento aún en situaciones complejas.

Del AMLO del 2 de julio de 2006 al del 15 de septiembre de 2007 ya hay diferencia significativa. Ha perdido capacidad de convencimiento con el PRD, liderazgo en el mismo partido, se ve desafiado ya por grupos más radicales en la izquierda filibustera que pretende manejar.

Desde luego está la alternativa de la República Filibustera, pensar en una eventual Tercera Revolución en el año 2010 para completar el ciclo histórico de la revolución social y su culminación con la revolución política, o bien, entrar un escenario menos demagógico y visceral con más posibilidades de entender que por ese lado no llegará lejos, y tratar de reconquistar al interior de su partido lo que tan rápidamente se le está yendo de las manos.

De quedarse dubitativo AMLO, sin tomar una definición correcta, dentro de un año los números electorales serán tan adversos a su partido que de nada serviría entonces buscar enderezar el rumbo porque la sociedad día a día le ha perdido respeto, credibilidad y confianza para poder decir hacia dónde debe caminar el país.

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