viernes, 28 de diciembre de 2007

El pricipio de Peter en el caso "Narciso" Ebrard

Fuente: Yoinfluyo. com
Autor: Federico Müggenburg


Por enésima ocasión el Jefe del Gobierno del Distrito Federal decidió no asistir a un acto político convocado por el presidente Felipe Calderón, ratificando su capricho de no reconocerlo como Presidente. Esta vez, para poner en marcha el “Programa de Sustentabilidad Hidráulica de la Cuenca del Valle de México”, mismo que beneficiará al Distrito Federal y a los estados de México e Hidalgo. En este programa se invertirán más de treinta y seis mil millones de pesos y forma parte del Programa Nacional de Infraestructura 2007-2012, del Plan Nacional de Desarrollo, que prevé la construcción de obras para abastecer de agua limpia y drenaje a todo el país.

Teniendo como telón de fondo las tragedias actuales en Tabasco y Chiapas, a causa del “frente frío No. 5”, se recordó que el 26 de julio pasado, el presidente Calderón advirtió que, si el problema hidráulico de la capital no es resuelto, podría ocurrir la peor inundación en la historia moderna del DF, con consecuencias “catastróficas”.

Todo esto, a propósito de que el emisor “central”, hoy día, desagua conjuntamente el torrente pluvial y el de aguas negras de la ciudad de México. Esta magna obra fue concebida y construida sólo para canalizar el agua de lluvia, pero como el gran canal del desagüe perdió, por el hundimiento de la ciudad, la pendiente adecuada para descargar su caudal, a partir del gobierno de Espinosa Villarreal y los siguientes de Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés López, con sus respectivos interinos, Robles y Encinas, decidieron, en forma por demás irresponsable por “no gastar” en las obras de bombeo adecuadas para esa necesidad, ¡descargar las aguas negras por el canal subterráneo! Al no haber sido diseñado para ello, y menos para someter su caudal a presión, es natural que haya sufrido un grave deterioro y, más aún, esté en situación crítica por no haberle aplicado el mantenimiento adecuado desde entonces. Ahora habrá que construir otro emisor “poniente”, casi paralelo al emisor “central”, para liberarlo y así hacer las urgentes reparaciones del caso. La obra se llevará al menos cuatro años y un costo altísimo, pero técnica, presupuestal y financieramente es viable. Ebrard se ha conformado con decir, que “No debemos alarmar a la población: en el DF no habrá una inundación como en Tabasco”. Como es de todos conocido, Ebrard sigue empecinado, al igual que su “peje-controlador”, en no reconocer a Felipe Calderón como presidente de México.

Tampoco, nadie ignora que Ebrard es hechura política directa de Manuel Camacho Solís y, luego, estrecho colaborador. Posteriormente, cuando Camacho maquinó el “pacto político” de post-priistas, junto con el “peje-candidato” para tratar de quitarle el control del PRD a “los chuchos”, Ebrad fue incluido en el gabinete de gobierno del Distrito Federal, con Andrés López, en calidad de Jefe de la Policía Preventiva, habiendo mostrado un alto grado de incompetencia o quizá complicidad, con el escandaloso caso del linchamiento y asesinato de los policías de Tláhuac en noviembre de 2004, hecho que evidentemente, le costó el cargo.

Una vez instalado en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, todo se le ha ido en “circo”, al extremo de que el propio asambleísta del PRD, Víctor Círigo, le ha reprochado públicamente que “ya se deje de payasadas y se ponga a trabajar”. Otro notable perredista, Leonel Godoy, declaró el 16 de octubre: “Actitud demente, no reconocer a Calderón” (sic). Parece que sólo le interesa organizar espectáculos: de carreras a pié, en bicicletas, en patinetas, en autos (incluidos los deportivos, circulando en pleno Paseo de la Reforma, como si no existiera el autódromo), festivales musicales masivos, muchos de ellos decadentes y, lo más espectacular y reciente, su intento, por ahora frustrado, de hacer una “torre conmemorativa del segundo centenario del inicio de la Guerra de la Independencia”, que viola las leyes del uso de suelo establecidas.

Por el año 1910, Ortega y Gasset, después de visitar Argentina, formuló el siguiente aforismo: “Todos los empleados públicos debería descender un grado inmediatamente inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes”. Luego en 1969, Laurence J. Peter, formuló un principio que dice: “En una empresa, entidad u organización las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, una y otra vez, hasta que alcanzan su nivel de incompetencia”. Después, como corolario de su famoso principio, Peter dedujo: a.- Con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones. b.- El trabajo es realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia. Este es el caso de “Narciso” Ebrard, que ha puesto su meta ilusoria en la presidencia del año 2012. Con su juego de “imagen” trata de proyectar lo que vio reflejado en la superficie, al asomarse al gran canal del desagüe. Por ello, acostumbra como ardid publicitario populista, que su actual compañera y actriz, le acomode constantemente los bucles de su cabellera, para lucir así caramelosas publicidades. Pero al margen de sus “esfuerzos de incidencia mediática” por construirse la candidatura del 2012, sus actuaciones políticas, subordinadas a las órdenes del “peje-legítimo-presidente”, negándose a reconocer, saludar, asistir, reunirse o fotografiarse con el presidente Felipe Calderón, demuestran su límite de competencia, por no entender lo que es la democracia, la pluralidad y, sobre todo, el oficio político y el mandato de gobierno que dan los ciudadanos a través de los sufragios, y en su caso, de las definiciones de los tribunales electorales competentes y de nadie más. ¡Lástima de tanto desperdicio publicitario para el ilusorio proyecto ebrardiano!

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